A las madres solteras que han optado por mantener a sus hijos fuera del matrimonio no se les debe impedir, sino alentar, el acceso a los Sacramentos. Así lo afirma el Dicasterio para la Doctrina de la Fe en respuesta a una pregunta de monseñor Ramón Alfredo de la Cruz Baldera, obispo de San Francisco de Macorís, en la República Dominicana.
En una Carta firmada por el cardenal prefecto Víctor Manuel Fernández, aprobada ayer por el Papa Francisco y publicada hoy en la web del Dicasterio, se pretende responder a la preocupación del obispo dominicano por el comportamiento de algunas madres solteras que «se abstienen de comulgar por temor al rigorismo del clero y de los dirigentes comunitarios». Señala que “en algunos países tanto los sacerdotes como algunos laicos, de hecho, impiden a las madres que han tenido un hijo fuera del matrimonio acceder a los sacramentos e incluso bautizar a sus hijos».
Recientemente -señala la carta- el Santo Padre nos recordaba que “la Eucaristía es la respuesta de Dios al hambre más profunda del corazón humano, al hambre de vida verdadera: en ella Cristo mismo está verdaderamente entre nosotros para alimentarnos, consolarnos y sostenernos en nuestro camino” (Discurso al Comité Organizador del Congreso Eucarístico Nacional de Estados Unidos, 19 junio 2023). Por esto, “las mujeres que, en esa situación, han optado por la vida y llevan una existencia muy compleja a causa de esa opción, se las debe alentar a acceder a la fuerza sanadora y consoladora de los Sacramentos”.
El caso concreto de las madres solteras y las dificultades para acceder, ellas o sus hijos, a los sacramentos -dice el texto- fue denunciada ya por el Santo Padre cuando era Cardenal de Buenos Aires: «hay presbíteros que no bautizan a los chicos de las madres solteras porque no fueron concebidos en la santidad del matrimonio. Estos son los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia. Los que apartan al pueblo de Dios de la salvación. Y esa pobre chica que, pudiendo haber mandado a su hijo al remitente, tuvo la valentía de traerlo al mundo, va peregrinando de parroquia en parroquia para que se lo bauticen». (Homilía de septiembre de 2012).
El Papa Francisco -se señala- ha reconocido la valentía de estas mujeres por seguir adelante con su embarazo: “Sé que no es fácil ser una madre soltera, sé que la gente a veces las puede mirar mal, pero te digo una cosa, sos una mujer valiente porque fuiste capaz de traer éstas dos hijas al mundo. Vos podrías haberlas matado en tu vientre, y respetaste la vida, respetaste la vida que tenías dentro tuyo, y eso Dios te lo va a premiar, y te lo premia. No tengas vergüenza, andá con la frente alta: ‘Yo no maté a mis hijas, las traje al mundo’ Te felicito, te felicito, y que Dios te bendiga” (Videoconferencia emitida por la BBC, 4 de septiembre de 2015).
En este sentido -continúa la Carta firmada por el Cardenal Fernández- se debe trabajar pastoralmente en la iglesia local para hacer comprender que el hecho de ser madre soltera no impide el acceso a la Eucaristía. Como el resto de los cristianos, la confesión sacramental de los pecados cometidos les permite acercarse a comulgar. La comunidad eclesial debe valorar, además, que son mujeres que acogieron y defendieron el don de la vida que llevaban en sus entrañas y que luchan, cada día, por sacar sus hijos adelante.
“Ciertamente -se indica- hay ‘situaciones difíciles’ que es necesario discernir y acompañar pastoralmente. Puede ocurrir que alguna de estas madres, dada la fragilidad de su situación, algunas veces recurra a vender su cuerpo para sostener su familia. La comunidad cristiana esta llamada a hacer todo lo posible para ayudarle a evitar este gravísimo riesgo, más que juzgarla duramente”.
Por eso -afirma la carta- “los Pastores, que proponen a los fieles el ideal pleno del Evangelio y la doctrina de la Iglesia, deben ayudarles también a asumir la lógica de la compasión con los frágiles y a evitar persecuciones o juicios demasiado duros o impacientes” (Amoris laetitia, 308).
A continuación, el cardenal señala que a menudo, al comentar el episodio bíblico de la mujer adúltera (Juan 8, 1-11), se remarca la frase final: “no peques más”. Ciertamente, Jesús invita siempre a cambiar de vida, a responder más fielmente a la voluntad de Dios, a vivir con mayor dignidad. Sin embargo, esa frase no constituye el mensaje central de esta perícopa evangélica, que es sencillamente la invitación a reconocer que nadie puede arrojar la primera piedra”.
Por eso -añade- el Papa Francisco, refiriéndose a las madres que deben criar solas a sus hijos recuerda que “en las difíciles situaciones que viven las personas más necesitadas, la Iglesia debe tener un especial cuidado para comprender, consolar, integrar, evitando imponerles una serie de normas como si fueran una roca, con lo cual se consigue el efecto de hacerlas sentir juzgadas y abandonadas precisamente por esa Madre que está llamada a acercarles la misericordia de Dios” (Amoris laetitia, 49).
El Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe recuerda lo que dijo Santo Padre en su mensaje al Sínodo en las que subrayaba el rostro femenino y materno de la Iglesia y denunciaba las “actitudes machistas y dictatoriales» de aquellos ministros que «se exceden en su servicio y maltratan el pueblo de Dios” (Discurso al Sínodo de los Obispos, 25 de octubre de 2023).
“A Usted -concluye el cardenal Fernández en su respuesta al obispo de San Francisco de Macorís- le corresponde velar para que ese tipo de comportamientos no se den en su iglesia local”.