En esta ocasión, quiero compartir contigo algo hermosísimo sobre la amistad. Todos queremos amigos, todos necesitamos amigos y amigas. Sin embargo, hoy en día, el término «amigo» se ha desvirtuado. Se le llama amigo a cualquier persona. Tengo 40,000 amigos en Facebook, seguidores, gente que me da likes. Algunos cantantes, que de grandes no tienen nada porque dicen puras estupideces, tienen 8 millones de seguidores, a los que algunos llaman amigos. Nos metemos a Facebook y vemos «amigos en común»; tú y yo podemos tener 350 amigos en común.
Sabemos que los verdaderos amigos son pocos. Amigos, de verdad, se tienen dos, tres, cinco. A veces coincide que tu mejor amigo es tu papá. ¡Qué interesante! Tu mejor amigo puede ser uno de tus hijos. Sí, es mi hijo, pero además con quién viajo, con quién disfruto viendo una película.
En la vida es importante tener un amigo que sea a la vez espejo y sombra. El espejo nunca miente, y la sombra nunca se aleja. Grábate estas dos palabras: espejo y sombra.
El Espejo Nunca Miente
¿Cómo llamas amigo a un simple camarada? Un amigo con el que me voy de borrachera, ¿es amigo? Un amigo con el que hago negocios sucios, un amigo que me aparta de Dios. A lo mejor lo tienes, a lo mejor estás pensando en él en este momento. Una amiga que es un peligro para mi matrimonio y la llamo amiga. Un amigo por Facebook que tengo a 3,000 km de distancia y lo llamo amigo. A veces puede ser que sí, fuimos amigos presenciales durante 10 años, ahora la vida nos separó. Sé que con él sí lo puedes seguir llamando amigo, pero ¿tantos «amigos» que nos encontramos en las redes, de verdad son amigos?
Entonces, ¿Quién es un amigo? Un espejo nunca miente. El espejo te presenta la realidad. ¿Cuál realidad? Te asomas al espejo y ves un grano aquí, se te está cayendo el pelo allá. El espejo no puede mentir. Imagínate un amigo que te diga: «Estás equivocado. No es por ahí. Estoy contigo, te acompaño, pero te tengo que decir la verdad. No es por ahí.»
La Sombra Nunca Se Aleja
Un amigo es también una sombra que nunca se aleja. Incluso si llego a hacer cosas malas y eres mi amigo, no me desviarías. Ahí es cuando más amigo tendrías que ser, hasta que me saques adelante.
¿Cómo quiero terminar esta reflexión? Muy sencillo. Piensa en cuántos son tus amigos. No tus compañeros, no tus camaradas con los que sales a cenar, que esos pueden ser hasta 100. Acabo de tener una comida con 140 «amigos» con los que nos graduamos hace 40 años. De esos 140, asistieron 80 porque algunos no pudieron, otros ya están en la presencia de Dios, y otros porque se les complicó. Nos juntamos 80 amigos, algunos de los cuales ni recordaba su nombre. ¿Cómo es que nos llamamos amigos?
Entonces, ¿Cómo termina esta reflexión? Pasa por tu mente quiénes son tus verdaderos amigos y amigas. Tres, cuatro, cinco. Primero, ¿eres tú para ellos un espejo y sombra? Y segundo, ¿lo son ellos para ti? A lo mejor tienes que hablar con ellos para ser mejores, más profundos amigos.
Jesús les dijo en la última cena a los apóstoles: «Vosotros sois mis amigos. Os he llamado amigos. Ya no os llamo siervos; el siervo no sabe todo lo que hace y lo que quiere y lo que piensa su señor. A vosotros os he llamado amigos. Estoy con ustedes como espejo y como sombra.»
Pasa esta reflexión a todos los que conozcas.
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