Todos o casi todos tenemos en casa o cerca a un adulto mayor. No había tocado este tema que es importantísimo: «honrarás a tu padre y a tu madre». Quizá ahí está el fundamento de lo que voy a decir. A veces, no es tu padre; a veces, es tu abuelo; a veces, es un hermano mayor o menor que tú, pero ya es una persona mayor que, por algún motivo, quedó a tu cuidado. ¿Qué hacer con un adulto mayor, sea quien sea? Incluso podría ser tu esposo. El otro día conocí a una pareja en la que el marido le lleva a la mujer 20 años. No es lo mismo tener 85 que 65. Por más que sean esposos y hayan convivido toda una vida, las diferencias se pueden acentuar con el tiempo, especialmente en cuestiones de salud y memoria, como el Alzheimer y otras enfermedades.
¿Qué hacer con un adulto mayor?
Déjalo hablar, vencer, contar, gritar, rezar, envejecer, vivir y viajar.
Déjalo hablar: En su pasado hay un tesoro lleno de verdad, belleza y bondad. Te quieren contar sus cosas, aunque las digan repetidas veces y ya las sepas. Déjalo hablar; es de las pocas cosas que todavía puede hacer.
Déjalo vencer: En las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo. A veces, un adulto mayor dice algo que no es verdad, y tú, siendo más joven y teniendo más acceso a la información, sabes cuál es la verdad. Pero, ¿qué ganas con hacerle ver que está equivocado en cosas que no tienen importancia? Déjalo vencer en esas cosas sin importancia.
Déjalo contar sus historias repetidas: Porque se siente feliz cuando lo escuchamos.
Déjalo gritar: Cuando está equivocado, porque los ancianos no son como niños. Tienen derecho a la comprensión. A un bebé o un niño pequeño le puedes imponer, callar con un celular o un helado, pero un anciano merece ser escuchado, incluso si grita porque cree que está en lo correcto.
Déjalo rezar: Como él sabe y quiere, porque él descubre la presencia de Dios en su camino. No es lo mismo tener 20 años que 85. Un adulto mayor sabe a dónde se está acercando y necesita rezar. Déjalo rezar.
Déjalo envejecer: Con el mismo amor paciente con el que dejas crecer a tus hijos, deja crecer a tus padres. Déjalos envejecer porque todo es parte de la vida y de la naturaleza. A un joven le exiges que trabaje, que haga ejercicio, que aprenda, que se divierta, que tenga horarios y proyectos. A un anciano, déjalo envejecer. Se siente cansado, quiere estar más rato en la cama, quiere estar sentado. Sí, incentívalo, acompáñalo, ayúdalo a que dé más pasitos y aproveche, pero déjalo vivir su vejez.
Déjalo vivir: Entre las cosas que ha amado. No le quites pedazos de su vida. Si quiere tomar tres o cuatro tazas de café, déjalo. Si quiere oír música todo el tiempo, déjalo. Déjalo vivir con lo que le gusta.
Déjalo viajar: En el auto de la familia cuando se van de vacaciones. Las vacaciones en coche con mis abuelos son algunos de los recuerdos más entrañables de mi infancia. Sus cuentos, chistes, anécdotas y recuerdos son tesoros. Invítalos a viajar mientras puedan hacerlo.
Un día tú y yo seremos adultos mayores. Trata a los adultos mayores como un día tú querrás que te traten a ti. Hagamos todo el bien que podamos. Que Dios los bendiga siempre.
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