El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y Freising, Alemania, antiguo presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, presentó su renuncia al Santo Padre el pasado 21 de mayo y le pidió que la aceptara. El Papa Francisco se reservó su resolución y le pidió que permaneciera en el cargo hasta que tomara una decisión. Francisco también autorizó al cardenal alemán a publicar una carta explicando las razones de su gesto, carta que fue publicada en la página web de la archidiócesis.
La catástrofe del abuso
En su declaración, Marx explica que se siente responsable de la “catástrofe de los abusos sexuales” cometidos por personas de la Iglesia en las últimas décadas. El cardenal subraya que en los últimos meses ha meditado largamente sobre la conveniencia de realizar este gesto. “La crisis, dice el arzobispo, no se refiere sólo a una necesaria mejora de la administración, aunque también se trata de esto, sino a la cuestión de una forma renovada de Iglesia y de una nueva manera de vivir y anunciar la fe hoy”.
Causas sistémicas
Marx señala que la investigación de los errores y abusos del pasado es un aspecto de la historia, pero no conduce a una auténtica renovación, y señala con el dedo las “causas sistémicas y los peligros estructurales”, como revela la investigación del MHG sobre los abusos sexuales. Y dice que le preocupa que en el debate de los últimos tiempos se tienda a subestimar precisamente estas “causas sistémicas”. “Me parece”, continúa, “que hemos llegado a un ‘callejón sin salida’ que, sin embargo, podría convertirse también en un punto de inflexión según mi esperanza pascual”.
Responsabilidad institucional
Recordando que ha sido sacerdote durante 42 años, obispo durante 25 y ordinario de grandes diócesis durante casi 20, el cardenal Marx declara estar dispuesto a asumir la responsabilidad de los errores que haya podido cometer durante su servicio. “Sin embargo, en mi opinión, no basta con asumir la responsabilidad, especialmente en lo que se refiere a los errores de Derecho Canónico o a los asuntos administrativos. Como obispo, tengo una ‘responsabilidad institucional’ por los actos de la Iglesia en su conjunto y por sus problemas y fracasos institucionales del pasado”. El purpurado también culpa al hecho de que las víctimas no han estado realmente en el centro de la cuestión, “ciertamente no hasta 2002 y sólo desde 2010”de forma más decisiva. “Pero no estamos cerca de los objetivos”, concluye el cardenal.
El prelado termina su carta afirmando que ha sido una decisión personal, no fácil, y que está dispuesto a asumir “la responsabilidad personal no sólo por los errores que haya podido cometer, sino por la Iglesia como institución que he ayudado a formar en las últimas décadas”. “Me parece”, concluyó, “que he llegado a un ‘callejón sin salida’ que, sin embargo, podría convertirse también en un punto de inflexión según mi esperanza pascual”.