El P. Jorge Miró comparte con los lectores de Exaudi su comentario sobre el Evangelio de este, domingo 15 de diciembre de 2024, titulado “Alegraos siempre en el Señor”
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La Palabra de Dios que proclamamos hoy, tercer domingo de Adviento, te invita a vivir alegre en el Señor. Si el Señor está cerca, su proximidad no debe ser motivo de indiferencia ni de tristeza, sino de alegría. Porque viene el Señor, el Amigo, el Esposo.
La Palabra nos da algunas claves: El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo… el Señor está en medio de ti… se alegra y goza contigo, te renueva con su amor… confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor.
Esta llegada de Jesús te debe llenar de alegría, porque llega tu salvación.
El Señor viene a ti, a tu corazón, a tu vida. Viene a curar tus heridas, a cargar con tus pecados y a perdonarlos, a decirte que te ama gratuitamente, tal y como eres; a decirte que te regala una vida nueva.
Y esta es la causa verdadera alegría: tener la certeza de la fidelidad y del amor de Dios, la certeza de que no hay nada ni nadie que pueda separarte del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús (cf. Rom 8).
La alegría cristiana no es un estado de ánimo o un sentimiento, sino la experiencia de la presencia de Jesucristo Resucitado en tu corazón que con el don de su Espíritu hace nueva tu vida.
La alegría es un don de Dios, un fruto del Espíritu en tu corazón (Gál 5, 22). Encuentra la perfecta alegría aquel que está en paz con Dios, se abre a la acción del Espíritu Santo y trata de vivir conforme a la voluntad de Dios.
La verdadera alegría no hay que buscarla fuera, en los ídolos… Encuentra la verdadera alegría aquel que se deja amar por Dios y se empeña en amarle a Él y a los hermanos. Encuentra la alegría aquel que, en medio de los problemas de la vida, toma la cruz y lucha con la esperanza puesta en la salvación.
La verdadera alegría se halla en la experiencia de Dios, en vivir la presencia de Dios en la vida. Sólo Dios puede darte la alegría y la felicidad plenas.
¿Quieres encontrar la verdadera alegría? ¡Sé humilde! ¡Acércate al Señor como se acerca la gente a Juan el Bautista! Acércate a Él y pregúntale: ¿qué tengo que hacer para salvarme? ¿Qué me falta o qué me sobra para salvarme? ¿Qué tengo que hacer para encontrar en mi corazón la alegría, la paz y la felicidad?
Déjate llevar por el que os bautizará con Espíritu Santo y fuego… y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Y entonces en tu corazón aparecerá lo que nos ha dicho San Pablo: la alegría de gozar del amor de Dios y de su fidelidad; la confianza: nada os preocupe; la oración constante, viviendo su presencia en tu vida; la acción de gracias, la alabanza, que es la respuesta al encuentro con el Amor, el eco de su presencia.
¡Ven, Espíritu Santo