Con ocasión de la fiesta budista de Vesak, que conmemora los principales acontecimientos de la vida de Buda, el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso envía a los budistas de todo el mundo un mensaje de buenos deseos titulado: Cristianos y budistas: trabajar juntos por la paz a través de la reconciliación y la resiliencia.
Publicamos a continuación el texto del Mensaje, firmado por el Prefecto del Dicasterio, Su Eminencia Card. Miguel Ángel Ayuso Guixot, M.C.J., y el Secretario del mismo Dicasterio, Mons. Indunil Janakaratne Kodithuwakku Kankanamalage:
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Mensaje
Cristianos y budistas: trabajar juntos por la paz a través de la reconciliación y la resiliencia
Queridos amigos budistas
la celebración del Vesak, este tiempo sagrado para vosotros que conmemora el nacimiento, la iluminación y la partida de Buda, nos brinda una ocasión propicia para dirigiros nuestro más cordial saludo y reflexionar con vosotros sobre nuestra responsabilidad común como cristianos y budistas de promover la paz, la reconciliación y la resiliencia, valores profundamente arraigados en nuestras respectivas tradiciones religiosas.
«¡Nunca más la guerra, nunca más la guerra! Es la paz, la paz, la que debe guiar el destino de las naciones de toda la humanidad». Este enérgico llamamiento, pronunciado por el Papa Pablo VI en su discurso ante las Naciones Unidas el 4 de octubre de 1965, ha encontrado eco en numerosas reuniones interreligiosas celebradas en los últimos años para condenar la destrucción causada por las guerras en todo el mundo. Hemos abordado este tema en varias ocasiones, pero la continua escalada de conflictos en todo el mundo exige una atención renovada a la cuestión crítica de la paz y una reflexión más profunda sobre nuestro papel en la superación de los obstáculos que se oponen a su crecimiento. Además de nuestras oraciones y esperanzas constantes, la situación actual exige de nosotros esfuerzos enérgicos. Para desempeñar nuestro papel en el fin del odio y el deseo de venganza que conducen a la guerra, y en la curación de las heridas que la guerra ha infligido a la humanidad y a la tierra, nuestro hogar común, debemos reforzar nuestro compromiso de trabajar por la reconciliación y la resiliencia.
Si no se abordan adecuadamente las causas profundas del conflicto y la violencia, el amanecer de una paz duradera es una ilusión, ya que no puede haber paz y reconciliación sin equidad y justicia en la vida política, económica y cultural. «El perdón y la reconciliación no consisten en fingir que las cosas son diferentes de como son. No se trata de darse palmaditas en la espalda y hacer la vista gorda ante el mal. La verdadera reconciliación pone al descubierto el horror, el abuso, el dolor, la degradación, la verdad» (Desmond Tutu, No hay futuro sin perdón, 218).
Las nobles enseñanzas de nuestras respectivas tradiciones y las vidas ejemplares de quienes veneramos dan fe de los abundantes beneficios de la reconciliación y la resiliencia. Cuando se busca el perdón y se sanan las relaciones rotas, los que se habían distanciado se reconcilian y se restablece la armonía. La resiliencia permite a las personas y a las comunidades recuperarse de la adversidad y el trauma. Fomenta el coraje y la esperanza en un futuro mejor, ya que transforma tanto a las víctimas como a los agresores y conduce a una nueva vida. La reconciliación y la resiliencia se unen para formar una poderosa sinergia que cura las heridas del pasado, forja lazos fuertes y permite a las personas afrontar los retos de la vida con fuerza y optimismo.
Como se enseña en los rituales y cultos de nuestras respectivas tradiciones religiosas, la reconciliación y la resiliencia son, por tanto, correctivos necesarios a una cultura de violencia que a menudo se justifica como respuesta lamentable pero necesaria a acciones militares o terroristas agresivas. La reconciliación y la resiliencia nos permiten perdonar y pedir perdón, amar y estar en paz con nosotros mismos y con los demás, incluidos aquellos que nos han hecho daño.
Buda transmitió la sabiduría eterna de que «en este mundo, el odio nunca se aplaca con odio. Sólo se aplaca con bondad amorosa» (Dhammapada, v. 5). (Dhammapada, v. 5), mientras que San Pablo, haciéndose eco de la llamada de Jesús al perdón sin límites (Evangelio de Mateo 6:14), exhorta a los cristianos a abrazar el ministerio de la reconciliación iniciado por Dios en Cristo (2 Corintios 5:11-21).
Al saludarles cordialmente con ocasión del Vesak, permítannos invocar la sabiduría intemporal del Venerable Maha Ghosanda, testigo de los horrores del genocidio camboyano e inspirador de la peregrinación por la paz Dhamma Yatra, que nos exhorta a «extirpar de nuestros corazones las minas del odio» (cf. Oración por la paz). El Papa Francisco también nos asegura que «la reconciliación reparadora nos hará levantarnos y nos hará perder el miedo a nosotros mismos y a los demás» (Hermanos Todos, 78). Aconseja a quienes han sido enemigos acérrimos que «aprendan a cultivar una memoria penitencial, que sepa aceptar el pasado para no enturbiar el futuro con los propios remordimientos, problemas y proyectos» (Fratelli Tutti, 226). Todos estamos llamados a redescubrir y atesorar estos valores en nuestras respectivas tradiciones, a dar a conocer mejor las figuras espirituales que los encarnaron y a caminar juntos por la paz.
Con estos pensamientos de oración, les deseamos una fructífera celebración del Vesak.
Desde el Vaticano, 06 de mayo de 2024
Cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, MCCJ (Prefecto)
Mons. Indunil J. Kodithuwakku K. (Secretario)