Que no siempre preparado….
Y es que ¿Quién está preparado del todo? yo desde luego no. Me veo tan imperfecta y con tantas limitaciones.
No es un tema de baja autoestima ni mucho menos. Es la consciencia de saberme muy pequeña y necesitada de Dios. Inmensamente amada y por ello preciosa y valiosa, pero también inmensamente chiquitita.
Ante esta realidad, consciente, aceptada y amada, veo que no es lo mismo tener el corazón preparado que tenerlo dispuesto.
Y lo que quiero y por lo que pido es por ese corazón dispuesto. Por unos últimos días de Adviento en actitud de espera, pero de espera activa. Dispuesta. Abierta. Con las velas desplegadas y el ancla recogida. Con los 5 sentidos en funcionamiento.
Sin seguridades mundanas y pocas certezas de esas que gusta tener, por lo menos a mí.
Con un corazón libre que se dispone para responder a lo que venga siendo consciente de que mi vulnerabilidad y mis limitaciones hacen que no me sienta preparada ya que, para estarlo, entre otras cosas, es necesaria la gracia del Espíritu Santo y no mis propios méritos.
Incluso, muchas veces no es tanto el hecho objetivo de estarlo como ese sentimiento o emoción de sentirlo.
Pero si creemos firmemente en que Dios no escoge a los capacitados, sino que capacita a los que escoge, no deberíamos dudar.
Estos días he recibido un montón de meditaciones preciosas sobre cómo preparar nuestra alma y corazón para la llegada de Jesús. Sobre la Virgen y San José y ese viaje a Belén.
Es maravilloso y me asombro una y otra vez, de cómo un mismo hecho que se repite año tras año (y ya no tengo 20 años) puede llegarte, interpelarte, envolverte, tomarte por entero… como si fuera la primera vez. Cómo el Espíritu Santo a través de sus intermediarios, cada uno de nosotros, hace todo nuevo y es capaz de decirte una palabra que sabes que es para ti cuando lees lo escrito por alguien desconocido que se ha puesto delante de un folio en blanco.
Me quedo con una que especialmente me ha interpelado y que hacía esa pregunta especialmente dirigida a mi: ¿Dónde está tu “Belén”?
La Virgen y San José los días previos al nacimiento de Jesús se pusieron en camino y salieron de Nazaret a Belén y no precisamente en un gran carruaje. ¿A dónde te pide Dios que te muevas? ¿Qué es en tu vida la ciudad de Belén?
Todavía no lo sé, pero sí que sé que quiero estar dispuesta para recibirlo, aceptarlo y amarlo. Quiero que – aunque no esté o no me sienta preparada para ese salir de mi Nazaret conocido e ir en burro a Belén – esté dispuesta a hacerlo sabiendo que será bueno.
No quiero aletargarme o empastarme tanto con el mundo que no pueda escucharLe. Quiero estar en vela con mi escudo de la confianza en Él y el casco de la Fe. Dispuesta y espero que algún día, también preparada.
Te deseo con mucho cariño una feliz y santa Navidad.