El P. Jorge Miró comparte con los lectores de Exaudi su comentario sobre el Evangelio de hoy, domingo 26 de noviembre de 2023, titulado “Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros”
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Celebramos hoy, último domingo del año litúrgico, la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo.
La Iglesia quiere subrayar que Jesucristo es el Rey, el único Señor, el único Maestro, que Jesucristo está por encima de todo. Él es el Rey de reyes y el Señor de los Señores.
Aceptar a Jesús como Rey es dejar que Jesucristo sea Señor de tu vida, ¡de toda tu vida! Señor de tu matrimonio, de tu juventud, de tu dinero, de tu trabajo, de tu diversión, de tu sacerdocio, de tu noviazgo… Es vivir con el estilo de vida de Jesús, ser fieles a su enseñanza, fieles a Él.
Por ello, el evangelio de hoy insiste precisamente en la realeza universal de Cristo juez; nos recuerda que Jesucristo nos ha de pedir cuentas de nuestra vida. Que nos ha de examinar sobre la autenticidad de nuestra fe, que se ha de manifestar en la vida, en la fidelidad a los mandamientos, al Evangelio y a la Iglesia, y sobre nuestra vivencia de las obras de misericordia. Porque ser cristiano no es cuestión de palabras, sino de vida.
El hombre se salva por la fe: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado (cf. Rom 10, 9).
Pero las obras son el signo de que se vive la fe. Una fe sin obras, está muerta (cf. Sant 2, 14). La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino (cf. Porta fidei, 14).
¿Qué significa Jesucristo en tu vida? ¿Es el Rey de tu vida? ¿Ocupa el centro de tu corazón? ¿Te fías de Él? ¿Le obedeces por encima de las modas? ¿Le pides el don de seguirle cada día?
La Palabra nos recuerda, además, que el trono de Cristo es la cruz y su corona no es de oro sino de espinas. El que quiera aceptar a Cristo como Rey tendrá que tomar la cruz, tendrá que negarse a sí mismo para alcanzar la gloria de la vida eterna.
¡Anímate! ¡Decídete a seguir a Jesús en la Iglesia! ¡Ábrele tu corazón y déjate llenar por El! ¡Vive como un auténtico discípulo suyo! Tu vida cambiará, encontrarás la paz y la felicidad y heredarás la vida eterna.
¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).