«Porque Dios no es Dios de desorden, sino de paz». Con esta cita del Nuevo Testamento, (1 Corintios 14, 33), comienza el mensaje dirigido por el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, deseando a los queridos hermanos y hermanas: “¡Que el Señor nos dé verdaderamente su paz!”. Y añade:
«El dolor y la consternación por lo que está sucediendo son grandes. Una vez más nos encontramos en medio de una crisis política y militar. De repente fuimos catapultados a un mar de violencia sin precedentes. El odio, que lamentablemente ya hemos experimentado durante demasiado tiempo, aumentará aún más, y la espiral de violencia que sigue creará más destrucción».
Volver nuestro corazón a Dios Padre
“Pero en este momento de dolor y consternación – prosigue – no queremos quedarnos impotentes. Y no podemos permitir que la muerte y sus aguijones sean la única palabra que se escuche”.
«Por eso – añade – sentimos la necesidad de orar, de volver nuestro corazón a Dios Padre. Sólo así podremos sacar la fuerza y la serenidad para vivir este tiempo, dirigiéndonos a Él, en oración de intercesión, de súplica, y también de clamor”.
“En nombre de todos los ordinarios de Tierra Santa, invito a todas las parroquias y comunidades religiosas a una jornada de ayuno y oración por la paz y la reconciliación”
“Pedimos que el martes 17 de octubre todos hagan un día de ayuno y abstinencia, y de oración. Los momentos de oración – explica – deben organizarse con la adoración eucarística y con el rosario a la Santísima Virgen. Probablemente en muchas partes de nuestras diócesis las circunstancias no permitan la reunión de grandes asambleas. En las parroquias, en las comunidades religiosas, en las familias, todavía será posible organizarse para tener momentos comunes de oración sencillos y sobrios”.
“Así es como todos nos reunimos, a pesar de todo, y nos reunimos en oración coral – agrega – para entregar a Dios Padre nuestra sed de paz, justicia y reconciliación. Con oraciones”, concluye el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén.