El 30 de Septiembre, es la fecha en que la Iglesia Universal celebra el Día de la Biblia, en memoria de San Jerónimo (342-420), el gran traductor de la biblia al latín, la lengua vulgar de entonces. Con tal motivo, EXAUDI entrevistó al escritor argentino Marcelo Lavayen Juan, autor del libro «La Biblia Latinoamerica. La Palabra en manos de los humildes», publicada días atrás con el sello San Pablo (2023) y que conmemora los 50 años de tal versión bíblica, diseñada para dicho continente y aún más allá…
El libro es también un homenaje a los dos sacerdotes franceses, Bernardo Hurault y Ramón Ricciardi, quienes vivían entonces en Chile e iniciaron tal gesta. Así como al hermano Bernardo Favaretto, religioso paulino italiano, radicado en Venezuela por más de 50 años y especialista en este caso de «Vulgata» moderna.
Quién no recuerda aquella Biblia de tapa roja, con un Cristo Pantocrátor en la portada y con varias fotos de la realidad social entre sus páginas, algunas provocadoras, eso sí. Se vendió desde el principio a un precio muy accesible para las familias, lo que permitió que fuera para algunos, nuestra primera biblia para la Confirmación. Fue así que, a pocos y haciendo ajustes serenos de un lado y de otro, la Biblia Latinoamericana se fue abriendo paso entre otras versiones imperantes.
En ese momento, que corrían las décadas de los 70 y 80, las versiones de la Biblia tenían un lenguaje más castizo, que volvía a veces incomprensibles algunos términos y giros lingüísticos en español, a lo que hay que sumar el uso extendido de biblias con traducciones protestantes, que se regalaban por doquier.
Cabe reconocer el mérito del crecimiento de esta Biblia Latinoamericana, que hoy por hoy, se cree que ha alcanzado los cien milllones de ejemplares vendidos, traducida a diez idiomas, incluido el chino y con presencia en el África. Y este reconocimiento recae en los religiosos mencionados, pero también en la Sociedad Bíblica Católica Internacional, obra de la Sociedad de San Pablo (Paulinos), que creyeron en el proyecto, después de que otras editoriales no abrieron sus puertas.
Si bien no estuvo exenta de polémicas y debates, para sus autores y editores, la intención que se tuvo siempre fue la de evangelizar y poner la Palabra de Dios en las manos de las personas de a pie, con comentarios y notas adecuados a Latinoamericana y contextos similares. A lo que se suma la convicción paulina de que «la Palabra de Dios no está encadenada».
En una pausa durante la presentación del libro en Madrid, pudimos conversar con el autor, sobre algunas inquietudes que surgieron de la propia reunión y de lo que conocemos de esta versión bíblica, pensada «para los humildes», tal como reza el subtítulo del libro.
¿Cómo era el contexto de los setentas en Latinoamérica, respecto al uso de la Biblia en las comunidades, parroquias y escuelas?
La versión de la Biblia católica que estaba en Latinoamérica en esa época era una Biblia española, que circulaba poco. Usaba el español castizo, era cara e inentendible para el hombre y la mujer sencillos de esos años. En esa misma época, circulaba una biblia y un evangelio protestante, que ya había hecho los cambios en el lenguaje y en el precio, para hacerla más accesible a la gente humilde.
¿Se justificaba entonces una versión de la Biblia «con sabor» latinoamericano?
Fueron estas dos circunstancias mencionadas, sumadas a la determinación de dos sacerdotes en hacer llegar a cada casa un ejemplar de la Biblia y que pudiera ser entendido sin la presencia de un sacerdote, para lograr la evangelización de esas personas.
¿Qué método se utilizó para darle ese cariz propio a la Biblia Latinoamericana, que la hizo comprensible para la gente?
El método utilizado inicialmente fue el de leer y dar a leer la Palabra a grupos de personas humildes y nutrirse con los comentarios que ellos hacían, para definir los términos a utilizar. Fue un trabajo arduo, que llevó varios años y que fue posteriormente siendo corregido, con cada nueva edición de la Biblia Latinoamérica.
¿Podríamos decir que fue un texto de contradicción, al haber nacido en medio de dictaduras en América Central y del Sur, las que llegaron a censurarla?
No era lo buscado por los sacerdotes, sino que ellos llevaron adelante la doctrina emanada del Concilio Vaticano II. Fue criticada, censurada, clausuraron editoriales, intentaron evitar que se vendiera, pero no tanto desde la Iglesia, aunque hubo sacerdotes y obispos en ese plan. El gobierno militar censuraba cualquier cosa que creyeran ellos que era subversivo. Tanto es así que desde las autoridades de la Iglesia de ese entonces, hicieron un suplemento con algunas consideraciones para ser entregado junto con la Biblia, pero no la prohibieron. Aunque sí hubo sugerencias de algunos, para que se quiten parte de las ilustraciones.
¿Qué significado tiene, sus decenas de millones de ediciones vendidas y en varias lenguas?
Claramente que logró el cometido que buscaba, que era llegar a todos los hogares y que sea evangelizadora.
Como profesional y escritor que es Usted, y ahora estudioso de este fenómeno bíblico que cumple medio siglo… ¿Con qué actitud cree que debemos acercarnos a la Palabra de Dios?
A mí la Palabra me ayuda a conectarme con Jesús y con nuestro Padre. Me evangeliza diariamente.