El P. Jorge Miró comparte con los lectores de Exaudi su comentario sobre el Evangelio de hoy 24 de setiembre de 2023, titulado “¿Vas a tener tú envidia porque soy bueno?”.
***
La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos presenta una desconcertante parábola: la de los jornaleros de la viña. El mensaje central se encierra en la respuesta del Señor: ¿vas a tener envidia porque soy bueno?
El propietario de la viña, a distintas horas del día, llama a jornaleros a trabajar en su viña. Y al atardecer da a todos el mismo jornal: un denario, suscitando la protesta de los de la primera hora. Este denario representa la vida eterna, don que Dios reserva a todos.
La parábola plantea el tema de la gratuidad del amor de Dios y de la salvación. El Evangelio nos habla de una “lógica” distinta de la lógica del mundo: los últimos serán los primeros y los primeros los últimos. Es la “lógica” del corazón de Dios. En la primera lectura hemos escuchado: Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos.
Es una invitación a la conversión, a pasar de la lógica del mérito, al mundo de la gratuidad, que es el secreto del Reino de Dios. Todo es don, todo es gracia.
En el ser cristiano todo es don del Señor, que te ama; todo es gracia que precede al hombre, todo es una obra que el Señor, por el don del Espíritu Santo, ha de ir haciendo en ti. Y que tú has de acoger. Que parece poco; pero no es poco.
Es reconocer que todo lo que tienes y lo que eres lo has recibido gratuitamente, y que el verdadero protagonista no eres tú, sino el Señor. Es reconocer que el método de Dios es la humildad: al cielo se sube bajando.
Como dice el concilio Vaticano II: «Los seguidores de Cristo han sido llamados por Dios y justificados en el Señor Jesús, no por sus propios méritos, sino por su designio de gracia. El bautismo y la fe los ha hecho verdaderamente hijos de Dios, participan de la naturaleza divina y son, por tanto, realmente santos. Por eso deben, con la gracia de Dios, conservar y llevar a plenitud en su vida la santidad que recibieron» (LG 40).
Pero Dios respeta siempre tu libertad y te pide aceptar este don y vivir las exigencias que conlleva; pide que te dejes transformar por el Espíritu Santo, ajustando tu voluntad a la voluntad de Dios.
Entonces no brotará de tu corazón la envidia del resentido, sino la gratitud del enamorado que ha recibido más de lo que podía esperar.
¡Ven Espíritu Santo! (cf. _Lc_ 11, 13).