La Iglesia ante sexualidad y pureza

El cristiano, pues, ha de ser otro Cristo, el mismo Cristo

La temática de este artículo, -de viva, palpitante, candente actualidad-, está ubicada en el substrato de muchas cuestiones frecuentemente y acaloradamente tratadas en muchos medios de comunicación. Como se verá, acto seguido, basta el sentido común sobrenatural para solucionar esa problemática.

Fuerzas poderosísimas, de grandísima influencia mundial, social y política, proponen hoy lo que llaman el “Nuevo Orden Mundial”, que quieren se imponga a todo. No puede comprenderse el mundo actual sin tener muy presente que ahora esa propuesta es una vuelta al paganismo. Mientras, una fiera oleada pro desorden sexual invade el orbe.

La postura de la Iglesia es totalmente diferente. Así, basta mirar al mundo para percibir que éste es a la Iglesia lo que el triste desierto al alegre oasis y a la fuente. La Iglesia católica es la gran defensora de la verdad sobre la sexualidad y la pureza. Todos hemos visto que, al descristianizarse la sociedad, decrece su nivel moral en pureza, respeto,…

La religión católica consiste sólo en imitar un modelo, el ejemplo de vida de la más preciosa flor de pureza, Cristo Dios, el que apacienta entre azucenas, seguido de la Virgen Madre de Dios, azucena de cielo y nieve. El cristiano, pues, ha de ser otro Cristo, el mismo Cristo. Ha de preferir ser purpúrea sangre de santo mártir de la castidad a claudicar.

Cristo Dios es el mayor sembrador de la nieve de la santa pureza. Y, Él, cabeza de la Iglesia, hace mucho a través de su Cuerpo, que es la Iglesia, que es su obra y la continuadora de su misión. Luego, muy relacionadas están Iglesia católica y santa pureza.

El cristiano, sobre la pureza, se propone fines sobre – naturales. Para alcanzarlos, no le bastan medios naturales, necesita medios supra – naturales: orar a María,… Que sobre la pureza se proponga fines y medios, sobrenaturales, confirma que ha puesto el nivel muy alto, pues lo sobrenatural supera a lo natural. Todo es poco, o nada, sin la gracia.

Todo lo más grande viene de Dios. En particular, la doctrina de la Iglesia sobre la santa pureza sube más arriba que la verdadera razón, y, lo hace, en plena armonía sinfónica con ésta. Esa doctrina católica es la verdad, lo más sabio, bueno y bello ¡Qué hermosa eres!

La pureza forma parte de algo mucho más amplio: de la vocación cristiana, vocación al amor y a la santidad. Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. En el santo, el destellante brillante de la pureza no está solo, muchas virtudes lo acompañan. Un corazón puro, feliz, alegre, generoso, amable, gentil, afable, atento,…, ¡es una hermosura!


En la Iglesia hay el más fulgurante abanico de modos vocacionales de vivir la santa pureza: célibes, casados, etc. El indisoluble matrimonio cristiano es una verdadera vocación, camino de santificación, sacramento grande, signo de la unión de Cristo con la Iglesia. La moral católica conyugal es de generosa entrega, abierta a la vida. Ser virgen consagrada es desposarse con Dios: todos los latidos del corazón para Jesús y María.

La norma católica es la verdad en la caridad, querer al diverso, querer el bien del otro, vencer el mal con el bien, amar al enemigo, amar al otro como Cristo lo ha amado, reconocer en el hombre peor su bella dignidad personal y respetarle máximamente.

La doctrina cristiana sobre la sexualidad, por ser la verdad, es invariable, perenne, actualísima. Error de cierto teólogo alemán sería que está anticuada o cambiarla. No se ha de conformar Cristo al mundo, sino el mundo a Cristo. No hay una gnosis, o un conocimiento superior a la gran sabiduría de la doctrina católica de siempre.

Toda verdad -2+2=4, etc.-, por ser verdad, ¡es verdad y basta! Ninguna imposición puede invalidarla. Luego, porque la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad es la verdad, ninguna imposición puede condicionar su validez. Es absurdo pues el reciente intento habido en el seno de la ONU de imponer a la religión católica la agenda LGBT.

Cristo es infinitamente sabio. La mejor educación viene de Él. Ésa, abraza lo natural y lo sobrenatural, y es camino hacia el cielo. La fe modela santos. Balmes, dijo: la religión católica, diviniza. Toda la sabiduría no creyente es como un juego de niños en comparación con la enseñanza de Jesús. La gracia se basa en la naturaleza, la sana y eleva. La principal educación es la católica. La Iglesia es la gran educadora de la humanidad.

Perjudica mucho a niños y jóvenes que en muchos sitios se dificulta a la Iglesia educarlos, limitándola en vocaciones e influencia futura. En el fondo, debatir sobre si conviene que haya educación católica es discutir sobre si Cristo, -el Hombre ideal, Dios, ¡Tesoro!, único Salvador, el gran sembrador de pureza, dador del santificador-, debe seguir sembrando.

En suma, bellas cataratas de gracia de santa pureza, nacidas del purísimo Corazón de Cristo, son vertidas por la Iglesia sobre tantísimos corazones, revistiéndolos de hermosura de nieve. Es un hecho, fantástico, hermosísimo, maravilloso, que la influencia más pura sobre la sociedad es la de la vera Iglesia católica, esposa del de los ojos atentos.