El padre Jorge Miró comparte con los lectores de Exaudi su comentario sobre el Evangelio de hoy, 14 de mayo de 2023, titulado “Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor”.
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El Espíritu Santo que nos enviará Jesucristo Resucitado ocupa el centro de la Palabra de este domingo: Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad.
Y es que ser cristiano no es un moralismo ni una ideología. Es vivir la vida en el Espíritu: es vivir una presencia personal, alguien que habita en ti; que da testimonio a tu espíritu de que eres hijo amado de Dios (cf. Rom 8). El Espíritu es luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos (cf. Secuencia de Pentecostés).
Ser cristiano no es una obra que has de hacer tú, en tus fuerzas. Ser cristiano es dejarte hacer por el Espíritu Santo, dejar que Él reproduzca en ti la imagen de Jesucristo, como Él quiera. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, de la vida cristiana.
Sin el Espíritu Santo: Dios está lejano; Cristo pertenece al pasado; el Evangelio es letra muerta; la Iglesia es una simple organización; la autoridad, una dominación; la misión, mera propaganda; la liturgia, un recuerdo muerto; la moral cristiana, una carga insoportable…
Pero en el Espíritu Santo: Cristo está muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu; el Evangelio es una buena noticia; la Iglesia es el Cuerpo de Cristo; la autoridad, un servicio; la misión, un nuevo Pentecostés; la liturgia, memorial y anticipación; la moral cristiana, gracia y libertad (cf. Ignacio Hazim).
Ser cristiano es un camino, el camino del discipulado, que comenzamos el día de nuestro bautismo y que culminará cuando lleguemos a la meta: el cielo, la vida eterna.
Y este camino lo recorremos de la mano del Señor, guiados por el Espíritu y en compañía de los hermanos que el Señor nos dado para vivir la fe.
Además, la Palabra nos muestra algunos signos que nos pueden ayudar a discernir si estamos abiertos o no a la acción del Espíritu.
Jesucristo en el centro. El Espíritu siembre nos lleva a Jesucristo y lo pone en el centro. Él es el único Señor. Él es la piedra angular sobre la que se construye todo. Y el Espíritu nos lleva a ser fieles al Señor, porque va sellando en nuestro corazón la Palabra del Señor como una Palabra que tiene vida eterna: el que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama.
La ciudad se llenó de alegría. De muchos poseídos salían los espíritus inmundos y muchos paralíticos y lisiados se curaban. Ser cristiano es empezar a vivir una vida nueva, nacer de nuevo. No es un mero cambio de look, un maquillaje. Es recibir un corazón nuevo… Y se manifiesta también en la alegría. Porque en medio de las dificultades, el Espíritu mora con vosotros y está en vosotros.
Aclamad al Señor, tierra entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria… El que vive en el Espíritu tiene su sabiduría para saborear el amor de Dios en medio de la vida, y de sus labios brota la alabanza, la gratitud.
¡Ánimo! ¡Pide el don del Espíritu Santo! Te enamorará de Jesucristo, te llevará a la Iglesia y te regalará un amor nuevo, como el del Señor: gratuito, fiel, generoso, entregado.
¡Ven, Espíritu Santo!