Cardenal Arizmendi: Nosotros tenemos otros datos

Y hagamos cuanto podamos por despertar la conciencia de lo que realmente vive el país

(C) Pexels
(C) Pexels

El cardenal Felipe Arizmendi, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas y responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ofrece a los lectores de Exaudi su artículo semanal titulado “Nosotros tenemos otros datos”.

***

MIRAR

En altas esferas federales se afirma que nuestro país va muy bien. Ciertamente hay muchos progresos en varios aspectos; eso no se puede negar. Sin embargo, nosotros tenemos otros datos. Bastantes personas y familias huyen del país, porque aquí no encuentran seguridad. Si estuviéramos muy bien, no se irían. Si muchos migrantes llegan a México, no es para quedarse aquí, sino para llegar a los Estados Unidos. Si estuviéramos muy bien, muchos anhelarían quedarse entre nosotros, y no ser sólo un paso obligado de tránsito.

En las altas esferas federales se afirma que han bajado los delitos de alto impacto y que hay más seguridad. ¡Qué bueno! ¡Ojalá sigan bajando esos crímenes! Sin embargo, nosotros tenemos otros datos. Los delitos de impacto cotidiano, como son las extorsiones, son ya un problema no regional, sino nacional. Casi nadie se libra de ser amenazado con que, si no paga lo que esos delincuentes exigen, su vida y la de los suyos están en peligro. Un caso, entre tantísimos otros: Una familia tenía un restaurancito de paso, muy sabroso por cierto. Como se negaron a pagar la cuota impuesta arbitrariamente por los extorsionadores, éstos secuestraron y asesinaron a la mamá, amenazaron a otros de la familia, y se tuvo que cerrar esa fuente de trabajo. Historias como esta, abundan en todo el país. ¿Han bajado estos delitos? Todo lo contrario.

En altas esferas federales se afirma que el pueblo está contento. Es cierto. Hay miles de personas que están convencidas de que este es el camino a seguir y lo defienden a capa y espada. Las encuestas así lo confirman. ¿Quiénes están contentos? Los que de algún modo se han beneficiado de este sistema, sobre todo los jóvenes y ancianos que reciben apoyos gubernamentales, que ya existían desde otros períodos, pero que ahora se han incrementado, en particular en tiempos electorales, como una forma de comprar su voto. ¡Eso es indigno y repugnante; eso pervierte la sana democracia”. Nosotros tenemos otros datos. Hay mucha oposición de quienes están informados de lo que realmente pasa en el país, y de aquellos que están sufriendo la inseguridad de cada día.


DISCERNIR

Los obispos mexicanos, que vivimos muy cerca de nuestro pueblo y escuchamos sus quejas y dolencias, en nuestro Proyecto Global de Pastoral 2031+2033 sostenemos: “Hoy vivimos situaciones que nos han rebasado en mucho y que son un verdadero calvario para personas, familias y comunidades enteras, en una espiral de dolor a la que por el momento no se le ve fin. Muchos pueblos en nuestro país experimentan constantemente la inseguridad, el miedo, el abandono de sus hogares y una completa orfandad por parte de quienes tienen la obligación de proteger sus vidas y cuidar sus bienes. Tal parece que esta situación de violencia ha rebasado a las autoridades en muchas partes del país, los grupos delincuenciales se han establecido como verdaderos dueños y señores de espacios y cotos de poder y, debido a la furia y a la capacidad de terror de muchos de ellos, han puesto a prueba la fuerza de la ley y del orden. Son muchos los sufrimientos que a causa de la violencia a lo largo de estos últimos años se han ido acumulando en las familias del pueblo mexicano” (56).

“El panorama social se ha ido ensombreciendo paulatinamente por el fortalecimiento alarmante del crimen organizado que tiene múltiples ramificaciones y un entorno internacional que lo alimenta y fortalece, corrompiendo la mente y el corazón de personas y autoridades.  La introducción de una narco-cultura en nuestra sociedad mexicana, de conseguir dinero rápido, fácil y de cualquier forma, ha venido a  dañar profundamente la mente de muchas personas, a quienes no les importa matar, robar, extorsionar, secuestrar o hacer cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos. Hechos tristemente exaltados cada día como material mediático por los medios de comunicación. Son muchas las causas que alimentan esta hoguera y que mantienen encendida esta llama de dolor: la pérdida de valores, la desintegración familiar, la falta de oportunidades, los trabajos mal remunerados, la corrupción galopante en todos los niveles, la ingobernabilidad, la impunidad, etc. Esta sociedad que tendría que ofrecer a todos los ciudadanos las condiciones necesarias para vivir con dignidad, está dañada y es necesario que todos como miembros de ella tomemos conciencia de esta realidad y nos hagamos responsables, para que pueda cumplir como un espacio de vida digna para todos sus miembros” (57).

ACTUAR

Quien pueda hacerlo, hable con las autoridades de cualquier nivel, o con su diputado local o federal, y manifiésteles lo que realmente estamos viviendo, para que, si les es posible, lo hagan llegar a las altas autoridades federales, aunque pareciera que éstas no escuchan. Y hagamos cuanto podamos por despertar la conciencia de lo que realmente vive el país.