A continuación, la intervención completa del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado Vaticano con motivo del X Aniversario de la elección del Papa Francisco, pronunciadas en el encuentro online organizado por la Academia de Líderes Católicos realizado este 11 de marzo de 2023.
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Audio de la intervención
Queridos amigos cardenales, obispos, y fieles laicos de todo el continente americano y de otras partes del mundo:
Me alegra mucho poder encontrarme con ustedes este día en el que nos reunimos para celebrar el décimo aniversario de la providencial elección del Papa Francisco.
¿Por qué celebramos este acontecimiento? ¿Por qué vale la pena valorar el camino de renovación eclesial en el que estamos inmersos? ¿Cuál es la razón profunda para encontrarnos y mirar con aprecio la forma cómo el Papa conduce actualmente a la Iglesia y promueve la paz en un mundo fracturado?
El principal motivo por el que celebramos la elección del Sucesor de Pedro es porque agradecemos el don de Dios. Agradecer es un gesto elemental ante lo que no merecemos, ante lo que es enteramente gratuito y nos hace bien.
En efecto, el ministerio petrino antes que un servicio definido por una cierta normativa canónica es una gracia, es un don, que Jesucristo mismo estableció para mostrar el escándalo del misterio de la Encarnación. Si algo perturba constantemente al mundo es la afirmación que Dios se ha encarnado y por lo tanto que su pedagogía abraza toda la limitación humana. Dicho de otro modo: Dios actúa en la historia no a pesar de los límites humanos de su Iglesia sino precisamente a través de ellos.
Esto que es válido para toda la Iglesia, cobra una especial relevancia al momento de mirar al Papa. El Papa, con sus virtudes y sus límites, es parte de la pedagogía providencial que Dios implementa para educarnos y para corregirnos. El Papa, este Papa, no el “papado” en abstracto, es el don que celebramos y que acogemos sin temor, si deseamos vivir en plena comunión eclesial y en verdadera actitud de seguimiento a Jesucristo. La Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II nos enseña que el Papa “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (LG 23). Esto quiere decir que no existe comunión eclesial plena al margen de la comunión con el Papa Francisco.
La humanidad del Papa, a través de la que se realiza el ministerio de Pedro, es sin dudas, su flanco vulnerable. La humanidad de Pedro y de todos sus sucesores siempre ha sido objeto de escarnio y de ataque. Hans Urs von Balthasar alguna vez comentaba a este respecto:
“Todo Papa, por santo que sea, ofrece siempre un ‘lado humano’ expuesto a la crítica. Pero es lamentable que, en la Iglesia católica, que está formada por pecadores (…), apenas uno ocupa un cargo superior, pierde todas las simpatías que tenía y acaba en las manos de una crítica más o menos enconada. Por lo general, [el Papa] debe morir para que salgan a la luz sus verdaderos méritos. Ejemplo de lo afirmado es Pablo VI, tantas veces denigrado por los católicos (…). No existe sólo el clericus clerio lupus, sino también el laicus, ahora, en los tiempos modernos más que nunca, tiempos en los que cualquiera que protesta contra la autoridad de la Iglesia es proclamado por los medios de comunicación mártir o héroe nacional”1.
Estas fuertes palabras de Balthasar, escritas originalmente en 1988, se verifican también en la actualidad. 2 Cada Papa, al inicio de su pontificado, seguramente experimenta el vértigo de quien será duramente juzgado. Liberales y conservadores, grandes teólogos o “influencers” de moda, podrán señalarlo, criticarlo y exhibirlo. Sin embargo, el misterio del ministerio de Pedro rebasa por mucho las fáciles descalificaciones. El misterio del ministerio de Pedro nos regala un parámetro objetivo para el seguimiento y para la vida en comunión y sinodalidad verdaderas. El Papa es el Pastor Universal. No lo olvidemos nunca.
A diez años de la elección del Papa Francisco, conviene recordar estas cosas. Son parte esencial de la fe católica. Una lectura puramente mundana del ministerio del Papa Francisco fácilmente nos puede conducir a juegos y rejuegos de poder. Por el contrario, apreciar desde la fe, su persona y su caridad pastoral, es la manera para interpretar adecuadamente el don que lo sostiene y que lo guía.
Me alegra que durante este encuentro existirán momentos reflexivos y momentos más testimoniales y festivos. Que la Iglesia toda, y en particular, quienes participan en la Academia de Líderes Católicos, sean muy conscientes de que dar gracias por la vida del Papa Francisco es un signo de salud espiritual. Dios que ve en lo secreto sabrá premiar la adhesión sincera de todos, a Jesucristo, a la Iglesia y al Papa.
Me alegra saber que la Academia, que he tenido el gusto de conocer desde hace algunos años, continúe promoviendo misioneramente la Doctrina Social de la Iglesia en plena comunión y viviendo su legítima autonomía como iniciativa laical. Extendida actualmente en once países de América Latina, he sido informado que también realiza sus primeras incursiones en Europa y Estados Unidos. Así mismo, estoy consciente que todos sus esfuerzos formativos se encuentran inmersos en el “novenario internacional guadalupano” que ha sido anunciado por el Papa Francisco el pasado 12 de diciembre. ¡Enhorabuena por todo este dinamismo!
¡Que Dios bendiga a los miles de estudiantes y amigos de la Academia! ¡Que Dios bendiga a nuestro querido Papa Francisco! Y como se suele decir en toda América Latina: ¡Que viva el Papa!
A continuación el video de la intervención:
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1 H. U. VON BALTHASAR, “La epidemia antirromana”, en Communio, segunda época, año XIII, julio-agosto
1991, p. 289.
2 El texto original fue publicado en: 30 Giorni, n. 1, enero 1988, p.p. 39-43.