Cuaresma, una proposición positiva

Con la cara alegre contagiamos

(C) Unsplash
(C) Unsplash

Cómo espectador del carnaval infantil de mi barrio, me llamó la atención que el animador musical, haciendo una referencia de la cuaresma a los niños, estos pusieran cara de extraño, puesto que no les sonaba. En el mismo barrio, hasta el año pasado, la panadería, exhibía un gran letrero que ponía “buñuelos de Cuaresma” , ahora ni eso. Para más incidir en lo  mismo, el supermercado en estos días, iniciada la cuaresma, la sección de pescadería no está más concurrida que de costumbre. Ni qué decir tiene de la repercusión en los medios de comunicación. Se puede decir que la cuaresma, como los cristianos se vuelve invisible.

Aunque seamos minoría, como nos dice el Papa, debiéramos de ser una minoría significativa. Y la cuaresma es la plataforma que nos podría permitir ser más visibles.

Quizás durante mucho tiempo le hemos hecho nosotros mismos una mala propaganda a la cuaresma, presentándola como un conjunto de prohibiciones sin más objetivo que cumplirlas en sí por que toca.

No lo hemos vivido como una proposición positiva. De eso me di cuenta el día en que estando en la fila del restaurante laboral del Hospital,  conversando con una compañera de enfermería, ante sus elecciones de platos sin carne le pregunté si no podía comer carne, a lo que ella sin inmutarse me dijo que sí que podía. Con mi extrañeza le hice notar que había buscado platos que no llevaran carne, a lo que ella me respondió que sí que podía pero que no quería. Me quedó claro que no era una prohibición sino una opción. La conversación se decantó hacia la filosofía vegetariana, de tal manera que su convencimiento y las razones que daba animaban a dejar a los animales en su hábitat. El no comer carne ,  para la enfermera ,   no era ni un sacrificio, ni una cuestión militante, ni mucho menos una prohibición, era la manera de escapar de la destrucción y de vivir una vida más de acorde con la naturaleza.

Cómo vivimos la ascesis cristiana y especialmente la cuaresma, como un tiempo de prohibiciones o como una etapa de renovación y fortalecimiento. El papa Francisco nos dice “El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual”.

La cuaresma en sus inicios era un tiempo de esperanza, tanto por los catecúmenos que deseaban el bautismo, como por los penitentes que anhelaban incorporarse de nuevo a la comunidad. No eran unos días de prohibiciones sino de vivir intensamente la preparación para ser cristiano con plenitud.

Sería bueno vivir la cuaresma como una proposición positiva de renovación y no como un conjunto de prohibiciones que en sí mismas y sin un objetivo se convierten en prácticas obscurantistas y estériles .

Y aunque los objetivos del ayuno cuaresmal son diferentes del ayuno terapéutico, tan de moda cada día, en nuestro caso, la abstinencia y el ayuno como prácticas cuaresmales, tal  como rezamos en el prefacio  nos ayudan a moderar nuestro afán de suficiencia y redundan en bienes para los pobres, es decir,  nos hace más humildes y por consecuencia más humanos.


La  transfiguración personal, de la que nos habla el papa no es solamente corporal, sino espiritual. Estaría bien que viviendo este tiempo también a nosotros nos preguntaran sobre nuestro ayuno, no tanto por la cara triste que tanto critica Jesús sino por la alegría que supone aligerarnos de enganches y apegos esclavizantes.

En el plano espiritual, también nos interpelan las nuevas espiritualidades sin Dios, cuando hablan de  meditación y retiros de convivencia. Con qué talante positivo, de autoafirmación exhiben sus prácticas, como algo vital. Qué diferencia con la iglesia en  las veces que proponemos dentro de lo que es la cuaresma, charlas de formación, meditaciones y retiros, cómo no se tiene mucho éxito, al considerarse algo superfluo.

El día que alguien nos diga que nos ve más amables y con buen ánimo y nos pregunte que si vamos a algún psicólogo o algo parecido y le respondamos que simplemente estamos en cuaresma, un tiempo para vivir el desierto, encontrarnos más y mejor con nosotros mismos y siga preguntándonos que cómo lo hacemos y le podamos responder que hacemos meditación y oración, que el rosario, el vía crucis y la eucaristía en este tiempo nos permite trabajarnos a nosotros mismos, ese día habremos despertado la curiosidad en los otros. Con la cara alegre contagiamos. Es la propuesta de Jesús para la manera de ayunar y rezar.

La limosna. El otro pilar de la cuaresma junto a la abstinencia y la oración también tiene connotaciones peyorativas que no ayudan. La pena, la lástima,  nos sitúan por encima de los otros. Pero además el hecho de ayudarles se convierte en un esfuerzo caritativo, un sacrificio. El papa en su mensaje para este año nos habla del camino sinodal, de ese caminar juntos. “Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal”.

La Cuaresma se convierte así en una proposición positiva de renovación física y espiritual, de oasis de meditación y oración y de propuesta de caminar juntos compartiendo la vida.

Spotify