Los números en la Biblia son, principalmente, simbólicos. El tres, el siete, el doce, el cuarenta … Cuarenta días diluvió sobre la tierra en tiempos de Noé; cuarenta años anduvo el pueblo de Israel por el desierto hasta llegar a la Tierra Prometida; cuarenta días estuvo Moisés en la montaña para recibir las tablas de la Alianza; cuarenta días anduvo el profeta Elías sin comer ni beber hasta llegar a Horeb, el monte de Dios; cuarenta días estuvo Jesús en el desierto donde fue tentado por el diablo.
El número cuarenta está ligado a un tiempo cronológico. Esto significa que tiene un comienzo y un fin. Y en esa temporalidad descubrimos dos elementos que en el mundo de la empresa están a la orden del día: los objetivos y la esperanza. Los resultados están sometidos a la tensión de los plazos, pero también a la esperanza de su posibilidad. El tiempo cronológico marca nuestra historia personal y profesional, por eso el ser humano necesita rememorar los tiempos: el cumpleaños, el aniversario, el año nuevo… La Iglesia, formada por hombres y mujeres que actualizan el acontecimiento de Jesucristo en sus historias, en la historia de la humanidad, también celebra los tiempos en su vida litúrgica. Y ahora es el momento de la Cuaresma, cuarenta días para marcarse unos objetivos cargados de esperanza.
Pero el número cuarenta también está ligado a un lugar que, más que geográfico, es teológico: el desierto. Y en ese lugar teológico descubrimos dos experiencias muy cercanas a los empresarios y directivos: la soledad y la tentación. Todo directivo, todo empresario, sabe de la soledad del despacho, de los proyectos fallidos, de los errores en la toma de decisiones. Todo empresario, todo directivo, ha tenido que enfrentarse a la tentación de la desesperanza, del abandono, del camino fácil, del olvido de sus principios más profundos.
Y es atravesando el desierto como el pueblo de Israel encuentra la Tierra Prometida, donde el profeta Elías se encuentra con Dios, donde Jesús vence las tentaciones. Porque en la oscuridad de la noche, la sed del desierto alumbra el camino al ser humano en su búsqueda de la Fuente, de Dios.
A través de tres propuestas, la Iglesia nos invita como empresarios y directivos cristianos a materializar unos objetivos en un tiempo que es, principalmente, de transformación (y por tanto de esperanza):
- El diálogo en la empresa: no tiene sentido hablar con Dios, a quien no vemos, si no hablamos con las personas que nos rodean en nuestro día a día.
- La austeridad: no cabe una vida de despilfarro en medio de un mundo sometido a tantos sufrimientos y a tanta pobreza. La austeridad es la puerta que nos descubre no sólo el valor de las cosas, sino cuáles son aquellas verdaderamente importantes.
- La solidaridad: las acciones que una empresa realiza en bien de la humanidad son el acicate para la humanización de esa empresa.
El papa Francisco nos invita a vivir estos próximos días en clave de Cuaresma:
«Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis»
Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de 2023
Dionisio Blasco España es Delegado Territorial de Acción Social Empresarial en la Diócesis de Málaga