Estocada de Gänswein a Benedicto, a Francisco y a su propia misión. El jefe de edición del semanario católico Die Tagespost, Guido Horst, entrevistó al arzobispo Georg Gänswein, exsecretario privado del papa Benedicto XVI, cuando el papa emérito estaba todavía con vida. Luego de su fallecimiento, diversos medios publicaron, de esa entrevista de 34:45 minutos, que trató sobre varios temas relacionados con el Papa Benedicto, solo la respuesta que diera Gänswein a la pregunta relacionada sobre el Motu Proprio Traditionis Custodes, que limita la posibilidad de la celebración de la Misa en latín.
La respuesta mencionada le tomó a Gänswein 70 segundos, pero fue titular de numerosos medios de comunicación.
Quisiera aquí analizar las palabras del arzobispo Gänswein y la reacción de los medios.
En mi carácter de Traductor Público de Alemán, ofrezco mi propia transcripción de la pregunta de Horst y la respuesta completa de Gänswein. El texto completo del tramo mencionado va del minuto 23:17 al 24:50 del video original, al que se puede acceder a través de este enlace. Mi transcripción del alemán se encuentra al pie. Trabajaremos con mi traducción al español.
Al analizar las palabras de Gänswein, tenemos que tener en cuenta que se trata de un alemán, que es exacto en sus palabras por naturaleza. Conozco bien al alemán, después de haber vivido cuatro años en Alemania. A la vez, no podemos olvidar que se trata de un jurista con impecable lucidez mental. Nada se le escapa.
Horst: “La reaprobación del Misal de 1962 como misal para la forma extraordinaria del Rito Romano no fue como deseaba el Papa Benedicto. Lo vivió como papa emérito cuando apareció el Motu Proprio Traditionis Custodes de Francisco. ¿Le decepcionó?”.
Monseñor Gänswein: “Ese fue un punto de inflexión”.
Esta frase es clave, porque Die Tagespost la traduce al inglés en su propio video como “It hit him pretty hard”, o sea, “Le golpeó muy duro”, cuando la frase que utiliza Gänswein es “Das war schon ein Einschnitt”, o sea, literalmente: “Y… eso fue un corte”. No habla de golpe ni de dureza. Varios medios tomaron la traducción de Die Tagespost como válida, y la utilizaron incluso como título.
Monseñor Gänswein: “Creo que el Papa Benedicto leyó este Motu Proprio con dolor en el corazón, porque quería ayudar a aquellos que habían encontrado un lugar en la antigua Misa, para alejarlos de Lefebvre, y que encuentren la paz interior, también la paz litúrgica”.
Primero, Gänswein dice “mit Schmerz im Herzen”, lo que se traduce al español por: “con dolor en el corazón”. Esto es muy distinto a la traducción al inglés del mismo Tagespost “(his) heart was broken” o la traducción del inglés al español: “se le rompió el corazón”.
Lanza una bomba
Luego, un tema no menor. El arzobispo Gänswein, hombre preciso, si los hay, lanza conscientemente una bomba, pero hábilmente se cubre con la palabra “creo”. No deja claro qué parte cree y qué parte afirma. De todas formas, da a entender que Benedicto recibió la noticia del motu proprio “con dolor en el corazón”, y así lo interpretaron los medios (aunque con palabras más dramáticas), no como algo que cree, sino como un hecho.
Podemos resumir la misión del papa Benedicto desde su renuncia al ministerio petrino, sin temor a equivocarnos, diciendo que consistió en retirarse completamente de la vida pública y que sus opiniones personales al respecto del magisterio del Papa Francisco, queden en lo privado.
Como secretario privado de Benedicto, Gänswein tuvo y sigue teniendo la responsabilidad moral de guardar justamente toda privacidad del papa emérito, especialmente todo aquello que Benedicto no quería que trascendiera. Lamentablemente en este caso, no vemos que haga honor a su responsabilidad de proteger la intimidad del papa emérito.
A esto debemos sumarle la evidente intención de Gänswein de oponerse públicamente a una decisión del Papa Francisco, utilizando para esto la figura de Benedicto. Doblemente reprobable. Y por si esto fuera poco, se suma el hecho de que se trata de un tema que causa división en la Iglesia. Tres luces rojas incandescentes.
Con esta estocada, traiciona con una frase tanto a Benedicto como a Francisco. ¿Por qué también a Francisco? Escuchemoslo a él mismo refiriéndose a la unidad de ambos papas y a su propia misión:
En una entrevista publicada en XL Semanal, en 2014, Gänswein remarcó que ve a Francisco y Benedicto como complementarios, con lo cual quedaría “asegurada la continuidad entre los pontificados”, y señaló que “ambos tienen una relación de amistad y fraternidad, sin celos ni competencia”, concluyendo que “presentarlos como personalidades opuestas es simplista, no los veo como opuestos, sino complementarios”.
Más tarde, la agencia Reuters publica otra entrevista a Gänswein, en la que afirma que desempeña su servicio “en plena armonía con los dos papas, tratando de fungir como puente entre ambos”.
Basados en sus propias declaraciones, nos preguntamos si es fiel a su misión, si es fiel al papa Benedicto y si es fiel al Papa Francisco.
No puedes imaginar que la Misa en latín no sirva
Continuamos con la respuesta de Gänswein en la entrevista: “Y me refiero, la antigua Misa, si piensas por cuántos siglos la antigua Misa fue también fuente de vida espiritual para mucha gente, alimento para muchos santos, no puedes imaginar que sea algo que ya no sirva (sic)”.
Die Tagespost traduce: “It’s impossible to imagine that it no longer has anything to offer”. En español: “Es imposible imaginar que ya no tenga nada que ofrecer”. Pero Gänswein dice literalmente y sin eufemismos: “No puedes imaginar que (la Misa en latín) sea algo que ya no sirva”. Benévolo el Tagespost con su traducción. Gänswein está insinuando que el Papa Francisco no cree que la Misa en latín sirva, cuando en su motu proprio explica muy bien por qué se siente obligado a limitarla. No veo buena intención en Gänswein. Entiendo que el Tagespost tampoco la vio, y por eso hizo su “propia interpretación” sobre el “que ya no sirva”.
El tema de que la Misa en latín haya sido fuente de vida espiritual y alimento para muchos santos, merece dos observaciones. Si fueron realmente santos, no dependían ni del idioma ni de la forma. Un santo que sigue a Cristo está preparado para la cruz, para la entrega recia y radical, para forjar unidad en la Iglesia y para elevar su espíritu en obediencia plena, en amor y humildad, al papa y a los obispos. Ningún santo se habría rebelado a un cambio de forma de la Misa, incluyendo el idioma; y ¿qué tan santos serían, si su santidad dependiera de la forma en que se celebra el sacramento de la Eucaristía? Con esto no negamos el valor de la Misa en un espíritu de profundo recogimiento. Por el contrario, lo afirmamos. Pero es fundamental ponerlo en contexto.
Personalmente estoy convencido del valor de la Misa en latín, y no dudo de que debe permanecer hasta el fin de los tiempos, como un signo de unión de la tradición de la Iglesia con el presente y el futuro. Pero considerarla la única Misa correcta o utilizarla como instrumento para rechazar el Concilio Vaticano II quiebra automáticamente la comunión con la Iglesia y con el Santo Padre. Una vez más, la clave es el contexto.
Demasiado trillado: “La Misa en latín fue alimento para muchos santos”
En segundo lugar, ya suena demasiado trillado y aburrido el escuchar que la Misa en latín fue fuente de vida espiritual para muchos santos. Suena más a nostalgia que a aspiración a la santidad. La Misa que celebramos hoy como Iglesia fue y es fuente de vida espiritual de otros santos, como San Juan Pablo II, la Madre Teresa y muchos otros, pero obviamente nadie afirmaría que por eso debamos celebrar la Misa de esta forma. La razón por la cual celebramos la Misa como lo hacemos, es porque se trata de una disposición de la Santa Madre Iglesia. En otro artículo podríamos subir un escalón, y meditar en cómo la Iglesia, los concilios, y especialmente el papa auscultan la voluntad de Dios para tomar las decisiones, y el espíritu de amor y humildad al que estamos llamados a tener ante ellas.
Y con esta frase cerramos la respuesta de Gänswein: “Y no debemos olvidar que muchos jóvenes que nacieron después del Vaticano II ya no entienden del todo el teatro (sic) relacionado con el Concilio. Conocen la nueva Misa, pero también encuentran en la antigua un hogar espiritual y un tesoro espiritual. No me siento del todo bien quitándole este tesoro a la gente”.
Tuve que escuchar varias veces la última frase, para asegurarme que Gänswein dice en forma expresa que se trata de su opinión y de su sentimiento personal. “No me siento del todo bien”. Es que parecía que todo lo que había dicho arriba, respondía a la pregunta de Horst, sobre Benedicto. Como no puede poner todo eso en la boca del papa emérito, termina aclarando que se trata de su opinión personal, por la cual nadie lo consultó.
¿Pueden dos papas contemporáneos pensar distinto?
Estoy de acuerdo. La pregunta es insólita, ridícula. Pero hace eco a una problemática actual. Hay grupos radicales que creen que nada debe cambiar (pero no desde el tiempo de Cristo, sino a partir del tiempo que añoran, como si este fuera absoluto), a la vez que hay otros grupos radicales que creen que todo puede cambiar, que ya no hay nada fijo ni estable.
Ambos han perdido la centralidad del espíritu cristiano. Ambos grupos se encierran en sus conceptos en forma obsesiva, provocando una mayor reacción del grupo opuesto, aportando así al espíritu contrario del que pretenden.
Al respecto de la opinión de Benedicto, es posible que las palabras de Gänswein se refieran a que el papa emérito sufriera por el motu proprio, como sufrió Francisco al promulgarlo. Pero también es posible que haya sufrido porque no coincidía con Francisco. Realmente no veo por qué eso podría ser un problema. No veo por qué tienen que coincidir en sus opiniones.
Un fundamento de la Iglesia es que el Santo Padre es el Vicario de Cristo, a quien se le debe obediencia y respeto, y esto, en amor y humildad. Y que cada papa es ungido por el Espíritu Santo para guiar a la Iglesia en comunión y santidad. Por lo tanto, cada papa responde desde su propia conciencia ante el Espíritu Santo por sus decisiones, y no por la conciencia de otros. Esta es la forma de conducción que eligió Dios para su Iglesia. Solo en humildad podremos entenderlo.
Gänswein elude el tema central
La polarización es un problema generalizado en el mundo, y la Iglesia no está exenta del mismo. Y es inevitable que cuando uno se polariza, pierde objetividad y analiza la realidad desde el fin que persigue personalmente, pero, obviamente proclama, “para salvar la verdad”. En el caso de Gänswein, como el de aquellos a quienes él apoya y promueve, se olvidó de poner tanto la Misa en latín como el motu proprio en contexto.
Lo mismo los medios que solo replicaron el dolor de Benedicto, sin ayudar a los receptores a comprenderlo en toda su realidad. La manipulación no es de Dios. Las luchas ideológicas en la Iglesia, tampoco.
Fundamentos del motu proprio Traditionis custodes
Si buscamos caminos de santidad, y sentimos que la Misa en latín es muy importante para nosotros, para la Iglesia, creo que es esencial leer con humildad y espíritu de comunión los fundamentos del Papa Francisco al promulgar Traditionis custodes. A tal efecto, comparto aquí solo una frase de su explicación:
“Es cada vez más evidente en las palabras y actitudes de muchos que existe una estrecha relación entre la elección de las celebraciones según los libros litúrgicos anteriores al Concilio Vaticano II y el rechazo de la Iglesia y sus instituciones en nombre de lo que consideran la ‘verdadera Iglesia’. Se trata de un comportamiento que contradice la comunión, alimentando ese impulso hacia la división ‘yo soy de Pablo; yo soy de Apolo; yo soy de Cefas; yo soy de Cristo’— contra el que el apóstol Pablo reaccionó con firmeza”.
Sugiero leer más a través de este enlace.
Somos un escándalo ante el mundo
No conozco a nadie que ame a Francisco y no ame de corazón a Benedicto. Lamentablemente no puedo afirmar lo contrario, y esto dice mucho sobre la realidad que vive la Iglesia. La agresividad contra Francisco se ha tornado en una lucha ideológica, rechazando los principios cristianos más básicos, como es el amor, el respeto a su persona y el respeto a la verdad, la filialidad, la fraternidad. Pareciera que nos hemos vaciado de Cristo y sus valores, con el objeto de poner a Cristo en el centro. Triste ironía.
Somos un escándalo ante el mundo por las divisiones que provocamos. Pareciera que creemos que el Evangelio fue escrito para otros. Pareciera que creemos que el ganar competencias ideológicas (gnosticismo) y realizar obras perfectas (pelagianismo), nos salva (Cfr. Gaudete et exultate) y olvidamos la base del cristianismo: “En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos”. Mt. 18, 3. Filialidad espiritual. El niño busca la relación profunda con su madre y padre, en amor. “Relación” es la clave de Jesús, no la sabiduría ni la perfección de las obras, sino la perfección en el amor.
No se trata de pensar igual que el papa, sino de estar en comunión con él
Al respecto del papa, no se trata de pensar igual que él. No significa estar de acuerdo con todas las decisiones que toma. Significa estar en comunión con él. Y significa el distanciarse de quienes pretenden cortar esa comunión nuestra con Pedro y con la Iglesia.
Lo veo a Jesús en la cruz, redimiéndonos de nuestros pecados, y nosotros, quebrando la relación con Él, para imponer nuestras “certezas” a cualquier precio. Ni entramos nosotros al Cielo ni dejamos que entren otros. (Cfr. Mt. 23, 13)
La clave es la “relación”, no la sabiduría ni las obras
La clave del cristiano es la “relación”, en primer lugar con Jesús. De ahí surgen todas las demás: con la Iglesia, con el Santo Padre, con la familia, con el trabajo… con todo nuestro mundo. Si las relaciones están trastocadas, si no aprendemos a amar radicalmente, no podremos convertir nuestro corazón, y la Iglesia y Jesús serán entonces solo una ideología.
Pronto el arzobispo Gänswein publicará sus memorias. Debemos esperar más de lo mismo. Nuestro desafío será siempre separar la paja del trigo. Y es muy fácil detectarlos. Donde hay obsesión por las formas, falta de amor, lucha ideológica, acentuación de un punto sin ponerlo honestamente en contexto, allí no está Dios. Donde hay amor, verdad, respeto, diálogo honesto, apertura, fraternidad, filialidad, compromiso con los necesitados, apertura al Espíritu Santo y comunión en Pedro, allí está Dios.
Pregunta de Guido Horst, de Die Tagespost, en alemán, el idioma de la entrevista: Die Wiederzulassung des Messbuchs von 1962 als Missale für die außerordentliche Form des römischen Ritus ist da nicht so weiter gegangen wie sich Papst Benedikt das gewünscht hatte. Das hat er als Emeritus noch erlebt als das Motu Proprio “Traditionis Custodes” von Franziskus erschien. Hat ihn das enttäuscht?
Respuesta del arzobispo Georg Gänswein: Das war schon ein Einschnitt. Ich glaube, dass Papst Benedikt also dieses Motu Proprio gelesen hat mit Schmerz im Herzen, weil er wollte ja gerade denen helfen, so zu sagen, den inneren Frieden zu finden, auch den liturgischen Frieden, um sie von Lefebvre wegzuziehen, die eben in der alten Messe einfach eine Heimat gefunden haben.
Und ich meine, die alte Messe, wenn man überlegt, wie viele Jahrhunderte die alte Messe für viele Menschen auch die Quelle des geistigen Lebens war, Nahrung für viele Heiligen, kann man sich nicht vorstellen, dass es etwas ist, das nicht mehr taugt.
Und auch nicht vergessen, darf man, dass viele junge Leute, die weiter nach Vatikan II geboren sind und das ganze Theater um das Konzil gar nicht mehr verstehen richtig. Dass diese auch kennen die neue, aber dann auch die alte Messe darin eine geistige Heimat, und einen geistigen Schatz gefunden haben. Den Menschen diesen Schatz wegzunehmen, ist es dabei mir nicht ganz wohl.