El sacerdote y psicoterapeuta Alfons Gea ofrece este artículo en el que reflexiona sobre los sentimientos de nostalgia que surgen en algunas personas durante la Navidad.
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Los destinos turísticos fuera de la órbita cristiana son muy solicitados por las fiestas de Navidad huyendo de la nostalgia y el descorazonamiento que supone comprobar lo que sabemos durante todo el año, que falta alguien, que estamos enojados o simplemente que no nos gusta ver cómo otros celebran estas fiestas con alegría.
Si la economía no lo permite y se está en edad laboral, una opción a mano es trabajar durante las fiestas. Algunos lo piden expresamente.
Cuando de una manera u otra, ante la tristeza que se asoma por el mes de diciembre, se combate huyendo, los síntomas son leves. El problema surge cuando no se sabe o no se puede salir del laberinto emocional.
Por si alguien duda que sepa que ya hace años que se acuñó el término “depresión navideña” ¿Qué se puede hacer ante esta sensación experimentada en propia carne u observada en los demás?
1.- No espantarse ni esconder la tristeza como algo vergonzoso. El peligro es precisamente callar la angustia. Si expresamos además de liberar ansiedad quizás la podemos combatir razonando. Por el contrario, si se reprime puede ir creciendo ante los demás que lo ignoran.
2.- Nos podemos sentir culpables de no alegrarnos del Nacimiento de Jesús. Las emociones y la moral se llevan mal. No sabemos qué será más inmoral si vivir con tristeza la Navidad o la alegría insolidaria y desenfrenada de algunas fiestas. Siempre nos podemos preguntar qué situación se acerca más al Niño que nace en Belén. Navidad sorprendió a los pobres pastores más que a los poderosos.
3.- Se debe diferenciar el decorado de la Navidad, luces, ruido y consumo, de lo que es el misterio de amor de Dios infinito hecho proximidad hasta la médula. Nunca el decorado debe suplantar la realidad. De hecho, hasta la simbología va desapareciendo. Me comentaba una amiga que había ido de excursión a una capital del sur de Francia famosa por el mercado popular de Navidad, pensando comparar alguna cosa para decorar la casa para estos días. Resulta que se encontró el mercadillo transformado en paradas de venta de antigüedades, mermeladas y quesos artesanos.
4.- Uno de los motivos de tristeza es sentirnos solos. Si supiéramos los miles de personas que lo están o se sienten. Solos sí, pero no los únicos.
5.- Los que no están porque fallecieron, o los que no están porque se alejaron no sólo faltan por Navidad. Los que murieron podemos dejar que nos acompañen recordándolos expresamente en la oración, en los brindis, en el canto, en el recuerdo. Aquellos que nos hicieron daño no deberían continuar haciéndolo en nuestro recuerdo. Si no podemos olvidar, vivamos el perdón que regenera milagrosamente las heridas.
6.- Pongámonos las gafas de ver más allá de los decorados: detrás de las luces hay trabajadores que viven de ello, que mantienen familias, por ejemplo.
7.- Invitemos o dejémonos invitar que cuesta más, o si preferimos estar solos disfrutemos la opción de estar como elegimos. Estos días nos llegan mensajes estándares, en serie, repetidos. Romper ese decorado personalizando nuestras llamadas puede ayudar a los demás.
8.- También podemos aprovechar las cosas especiales para estas fechas desde la gastronomía a la liturgia, desde el clima hasta la cultura.
9.- Quizás necesitemos convertirnos un poco más. Damos un valor absoluto a las cosas de este mundo que son pasajeras. Un poco de humor puede desvanecer las neblinas grises del alma.
10.- La tristeza, la soledad, el desengaño, el dolor por la pérdida de un ser querido, la enfermedad, la pobreza son los lugares que Jesús elige para nacer. La cueva de Belén no es el palacio de Herodes donde a pasar de que tenía de todo, Jesús no lo elige para nacer. Porque somos pobres somos lugar dónde Él quiere estar.
Gracias por desearme Feliz Navidad. De corazón también se lo deseo a todos ustedes y rezo por ello.