Del 5 al 8 de octubre, se desarrolló en Santiago de Compostela, el VIII Congreso Mundial de Pastoral de Turismo. El Congreso finalizó ayer este sábado con una peregrinación.
Para el cardenal Omella, el Congreso fue «una oportunidad preciosa en un mundo en el que tenemos mucha movilidad, para conocer gente y ver a los habitantes de otros lugares como hermanos». Además, añadió, «permite también vivir el gran deseo del Papa, de una Iglesia de salida, de salir al mundo para dar a conocer la doctrina de Jesús, porque la presencia de Dios nos hermana y nos hace vivir en esperanza y en convivencia con todos los pueblos de la tierra».
La peregrinación fue el eje central de la intervención de Monseñor Julián Barrio, Arzobispo de Santiago, que habló de este fenómeno especialmente importante en Roma, Jerusalén y Compostela, donde, además, se está celebrando el Año Santo. «Sin negar el sentido específico de los motivos indicados, la peregrinación posee un alma humana y cristiana» y «sin alma el camino sería una realidad inerte». «También recordó que el Camino de Santiago «se hace por penitencia» y que «el verdadero valor consiste en ser una ruta para el espíritu humano que se rebela a desaparecer bajo la asfixia de la propia inmanencia.
Por su parte, el Patriarca Latino de Jerusalén, Su Beatitud Pierbattista Pizzaballa, abordó el fenómeno de la peregrinación a Jerusalén y habló de la situación actual de la población cristiana en Tierra Santa. No hay que olvidar que el Camino de Jersusalén es la ruta de peregrinación y paz internacional y cultural más larga del mundo. Como recordó el Patriarca, Jerusalén es el corazón de la Tierra Santa, la síntesis de la acción de Dios por el bien de toda la humanidad, «el lugar por excelencia» en una intervención plagada de citas bíblicas en la que habló de los orígenes de la peregrinación, cuando los judíos que no vivían en Jerusalén estaban obligados a peregrinar a la capital tres veces al año, y de cómo la peregrinación a Jerusalén en tiempos de Jesús estaba envuelta de elementos religiosos, históricos, culturales y económicos.
Por su parte, el cardenal Leonardo Sandri, Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, centró su reflexión sobre el «Sentido y valor de la peregrinación en la fe y la vida de las Iglesias Orientales». «Partiendo de la figura de Abraham, el Purpurado dijo que, «la imagen de la peregrinación como salida de la propia tierra no es lejana a nuestro tiempo ni mucho menos ajeno a nuestros ojos. En este sentido, es necesario ser conscientes de que las Iglesias Orientales se distinguen esencialmente por ser tradicionalmente tierras peregrinación. Asimismo, el cardenal Sandri dijo que, debemos recordar que las Iglesias Orientales son también aquellas que custodian las metas de peregrinación.
El Purpurado señaló, además, que «la peregrinación posee también una dimensión típica, ya que es signo de comunión entre fieles orientales y occidentales». En efecto, debido a la situación actual, la peregrinación se convierte para algunos hermanos orientales en la posibilidad de regresar a casa. La peregrinación es también, por tanto, un retorno a los orígenes, a las raíces de la tierra de la salvación.
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