“Sigo de cerca, con preocupación y dolor, la situación creada en Nicaragua que involucra a personas e instituciones. Quiero expresar mi convicción y mi esperanza de que, a través de un diálogo abierto y sincero, se puedan encontrar todavía las bases para una convivencia respetuosa y pacífica. Pidamos al Señor, por intercesión de la Purísima, que inspire en el corazón de todos esta voluntad concreta”, indicó el Papa Francisco en sus palabras tras el Ángelus de este domingo, 21 de agosto de 2022.
Últimos sucesos en Nicaragua
Recordemos que el pasado viernes 19 de agosto, en torno a las 3 de la madrugada, la Policía del régimen sandinista en Nicaragua irrumpió en la sede episcopal de Matagalpa llevándose a monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, junto con otras 8 personas, sacerdotes y laicos. El régimen de Daniel Ortega acusa al obispo nicaragüense y sus colaboradores de sedición y los trasladó a la capital del país, Managua.
El cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, tuvo “la oportunidad de visitar y conversar con Mons. Álvarez en su residencia familiar, patentizando su estima fraterna en nombre de nuestra iglesia nicaragüense”, según informó un comunicado de la arquidiócesis de Managua publicado el 19 de agosto de 2022.
“Si bien su condición física está desmejorada, su ánimo y espíritu están fuertes, Monseñor Álvarez le ha manifestado su confianza en la oración de todos ante esta difícil situación que vivimos en comunión eclesial”, indica el texto.
A continuación, siguen las palabras del Papa después de la oración del Ángelus, ofrecidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:
***
Palabras del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas,
Sigo de cerca, con preocupación y dolor, la situación creada en Nicaragua que involucra a personas e instituciones. Quiero expresar mi convicción y mi esperanza de que, a través de un diálogo abierto y sincero, se puedan encontrar todavía las bases para una convivencia respetuosa y pacífica. Pidamos al Señor, por intercesión de la Purísima, que inspire en el corazón de todos esta voluntad concreta.
Hermanos y hermanas, os saludo a todos vosotros, gentes de Roma y peregrinos de diversos países: familias, grupos parroquiales, asociaciones. En particular, saludo a la comunidad del Pontificio Colegio Norteamericano, especialmente a los nuevos seminaristas que acaban de llegar, y les animo en su compromiso espiritual, y les exhorto a ser fieles al Evangelio y a la Iglesia. Saludo a las consagradas del Ordo virginum, y las animo a dar testimonio de la alegría del amor de Cristo.
Saludo a los fieles de Verona, de Trevignano, de Pratissolo, a los jóvenes de Paternò, de Lequile y a los que participan en el Via lucis que, inspirados en el ejemplo de los santos “de la puerta de al lado”, se reunirán con los pobres que viven cerca de las estaciones de ferrocarril. Y un saludo a los jóvenes de la Inmaculada.
Perseveremos en nuestra cercanía y en la oración por el querido pueblo ucraniano que está sufriendo una crueldad inhumana.
Les deseo a todos un feliz domingo. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Que tengan un buen almuerzo y hasta pronto!