Esta mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los participantes al Encuentro promovido por la Pontificia Academia Mariana Internacional.
La Audiencia se realizó con motivo del trigésimo aniversario de la creación de la Dirección de Investigación Antimafia (D.I.A.).
A continuación un resumen del mensaje del Santo Padre:
«Me alegra encontrarme con vosotros hoy y compartir, junto con todos los que forman parte de las instituciones que representáis y de vuestras familias, el trigésimo aniversario de vuestro trabajo al servicio del pueblo. La convivencia fraterna y la amistad social son posibles donde hay «casas» que implementan el «pacto entre generaciones» preservando sinodalmente las «raíces sanas» de quienes han creído y creen en la belleza de estar juntos, que se desarrolla en el diálogo, la bondad y el apoyo a la justicia para todos».
«Gracias a estas «casas» es posible construir como una gran familia abierta al bien común, a la altura de la difusión de una cultura de legalidad, respeto y seguridad de las personas y también del medio ambiente. Las mafias ganan cuando el miedo se apodera de la vida, por lo que toman posesión de la mente y el corazón, despojando a las personas de su dignidad y libertad desde dentro».
«Por lo tanto, les insto a que estén cerca de todas estas personas, víctimas de la arrogancia, que intentan prevenir y combatir la delincuencia. También es importante resistir el colonialismo cultural mafioso, a través de actividades de investigación, estudio y capacitación, destinadas a dar fe de que el progreso civil, social y ambiental no surge de la corrupción y el privilegio, sino de la justicia, la libertad, la honestidad y la solidaridad».
«Os animo a continuar con entusiasmo, a pesar de la presencia en el tejido social -e incluso eclesial- de algunas zonas grises en las que es difícil percibir el claro distanciamiento de las viejas, erróneas e incluso inmorales formas de actuar. Es necesario que todos, en todos los niveles, tomen decididamente el camino de la justicia y la honestidad».
«Que ella os guíe en esta importante misión, para que podáis dar testimonio con alegría del Evangelio de la vida. Os acompaño a todos con mis oraciones y la bendición que invoco cordialmente sobre vosotros y vuestras familias, y os pido que recéis por mí».