Publicamos a continuación el discurso que el Papa Francisco pronunció esta mañana en audiencia a los Directivos y Personal de la Autoridad Nacional de Aviación Civil:
Discurso del Santo Padre
Estimados responsables y operadores de ENAC, ¡buenos días y bienvenidos!
Me complace conocerlos y extender mi bienvenida a cada uno de ustedes, a sus familiares. y a los representantes de sus socios internacionales. Doy las gracias al Presidente por sus palabras, que evocaron los propósitos de la Autoridad Nacional de Aviación Civil.
Ustedes son parte de la multifacética industria de la aviación, que merece ser alentada y apoyada, ya que se encuentra entre las más afectados por la pandemia. La aviación civil contribuyó al desarrollo del mundo contemporáneo, acercando y dando a conocer pueblos lejanos.
Ponen profesionalidad e instalaciones al servicio de la compañía para garantizar la seguridad del vuelo y de pasajeros, tanto durante las operaciones aeronáuticas como en tierra en el aeropuerto. Tal actividad, además de ser un eficaz instrumento de regulación y control de vuelos, ha asumido la característica de un valioso bien social.
En efecto, con su trabajo ofrece un servicio indispensable a la nación y a los ciudadanos, contribuyendo considerablemente a desarrollar su vocación europea y mundial. Miles de pasajeros pueden llegar a otras ciudades y países, por trabajo, por turismo, por necesidades familiares, etc. y reunir diversas culturas y tradiciones. De esta manera, podemos conocer, colaborar e intercambiar en el campo cultural, económico y religioso. ¿Qué tan importante es su trabajo para el desarrollo de estas relaciones humanas y sociales a nivel internacional? Frente a la solicitante tentación de volver a erigir barreras nacionales, se destaca aún más que su trabajo está al servicio de encuentro y fraternidad.
En marcado contraste con esta perspectiva están los casos en los que la aviación se utiliza como instrumento de ofensa, de destrucción, de muerte. Desgraciadamente, también lo estamos viendo en esta terrible guerra en Ucrania, marcada diariamente por bombardeos aéreos. Ante este sombrío escenario, la esperanza de que los cielos sean siempre y sólo cielos de paz presiona con más fuerza en nuestros corazones, que podamos volar en paz para forjar y consolidar relaciones de amistad y paz. La aviación es amistad, es encuentro!
También es su preocupación implementar programas de prevención adecuados a accidentes graves en medios de transporte. En este sentido, espero que el Día Nacional “Por no te olvides”, diseñado para recordar a las víctimas del trágico accidente de Linate, es una oportunidad para sensibilizar a las organizaciones interesadas en la aviación civil sobre la centralidad del pasajero y el valor de cada persona. Los animo a continuar con este evento anual y los felicito a vosotros porque sabéis vivirlo en la dimensión religiosa y humana, que para vosotros encuentra su punto de referencia en la Santa Casa de Loreto, en vuestra Patrona, de la que sois particularmente devotos.
Nuestra Señora, a quien el pueblo cristiano venera con especial afecto en este mes de mayo, enseña a caminar en la vida con los pies en la tierra, compartiendo las alegrías y los sufrimientos de los que la viven a su lado; y al mismo tiempo, tener siempre los ojos elevados al horizonte del cielo, con el corazón abierto a Dios y a su gracia que nos salva.
Estimados amigos, les renuevo a ustedes y a sus colegas mi agradecimiento por la actividad que llevan a cabo, muy consciente de lo delicada y agotadora que es, especialmente para situaciones de las distintas compañías aéreas, cuando tienen que reducir personal o crear empresas con otras empresas: por favor, hay que proteger a las personas, que no se queden fuera de un día para otro desempleado. El trabajo es una riqueza. Y por eso os exhorto a trabajar entre vosotros con espíritu de solidaridad, sinceridad y amistad, para fomentar relaciones mutuas que ayuden a ganar confianza incluso en los tiempos difíciles. Os encomiendo a vosotros y a vuestras familias a la maternal intercesión de Nuestra Señora de Loreto y yo os bendecimos de corazón. Por favor, no olvides orar por mí.
Gracias.