En la audiencia general de esta mañana, el Papa Francisco ha subrayado que en su visita a Irak percibió “la alegría de los iraquíes que me acogieron como mensajero de Cristo, y su esperanza, abierta a un horizonte de paz y fraternidad”.
Hoy, 10 de marzo de 2021, el Santo Padre ha presidido la audiencia general en la biblioteca del Palacio Apostólico vaticano, transmitida en directo, de nuevo sin fieles, como medida de prevención frente a la COVID-19, y ha centrado su catequesis, como es costumbre tras un viaje apostólico, en su visita a Irak.
En sus palabras en español, Francisco ha dicho que “en estos días pasados la divina Providencia me concedió visitar Irak, tierra devastada por la guerra y el terrorismo, realizando un proyecto de San Juan Pablo II”. Así, ha mostrado su agradecimiento al Señor “y a todos los que hicieron posible esta visita: al gobierno, a los pastores y fieles de las diferentes Iglesias católicas”.
También ha dado gracias “a las autoridades de otras tradiciones religiosas, empezando por el gran ayatollah Al-Sistani, con quien tuve un cordial encuentro”. Ha sido, señala, “una peregrinación bajo el signo de la esperanza, la reconciliación y la fraternidad”.
Iglesia mártir
“En nombre de toda la Iglesia católica“, ha explicado el Papa, “he querido asociarme a la cruz que ese sufrido pueblo y esa Iglesia mártir han cargado durante años de terror, violencia y exilio forzado”.
“Viendo las heridas aun visibles de la destrucción, encontrando y oyendo a los testigos, víctimas de tantas atrocidades, sentí el fuerte significado penitencial de esta peregrinación”, ha expresado. Irak, prosigue, “pueblo con raíces milenarias, tiene derecho a vivir en paz, a recobrar su dignidad”.
La respuesta es la fraternidad
El Pontífice ha indicado que “en este país, como en todo el mundo, la respuesta a la guerra y a la violencia sólo puede ser la fraternidad”. Con este propósito, apunta, “musulmanes, judíos, cristianos y representantes de otras religiones nos reunimos y rezamos juntos en Ur, y resonó con fuerza en nuestro corazón la afirmación del Señor”.
“¡Todos ustedes son hermanos! Ese mismo mensaje de fraternidad fue también palpable en todos los demás encuentros que tuve en Bagdad, Mosul, Qaraqosh y Erbil, con los fieles de las diferentes tradiciones católicas”, concluye.