El Salvador: “Los nuevos beatos recuerdan a innumerables mártires”, dijo el cardenal Gregorio Rosa Chávez durante la beatificación.
El Salvador está de fiesta, las reliquias de los cuatro mártires, el padre Rutio Grande, Manuel Solórzano, Nelson Rutilio Lemus y el franciscano fray Cosme Spessotto, beatificados el pasado 22 de enero peregrinan por toda la provincia eclesiástica.
El cardenal Gregorio Rosa Chávez inició su homilía durante la beatificación recordando que los nuevos beatos son víctimas de la guerra y además representan a “innumerables mártires anónimos que forman parte de ese número simbólico de los 75,000 muertos que hemos llorado a lo largo de la lucha fratricida que nos desangró durante 12 años, y que terminó felizmente cuando las partes enfrentadas firmaron los Acuerdos de Paz”.
Las muertes de los cuatro beatos
De acuerdo con la Carta Pastoral II del arzobispo de San Salvador José Luis Escobar, en una de sus homilías, Rutilio Grande denunció que “los campesinos no tienen tierra, ni pisto (dinero), ni derecho a organizarse para que se oiga su voz, defender sus derechos, privilegios y dignidad de hijos de Dios y de esta Patria”.
Grande fue asesinado junto a Manuel Solórzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 15. Los tres iban rumbo a una Misa, pero “en el camino fueron emboscados y su carro ametrallado brutalmente como si se tratara de (el carro de) un malhechor”, detalla Escobar.
El sacerdote franciscano italiano Cosme Spessotto fue asesinado a 58 kilómetros de la capital, San Salvador. “Inmediatamente después de celebrar la Santa Misa, estaba orando en el Templo, cuando en ese momento entraron dos desconocidos con pelucas, sacaron sus armas y sin piedad y respeto por el lugar y la persona, le disparan al corazón”, continúa el relato de Escobar.
“Para entender ese drama humano hay que tener memoria. Y los mártires que serán beatificados nos refrescan la memoria. Rutilio es asesinado en marzo de 1977, cuando monseñor Romero tenía apenas tres meses de ser arzobispo. Aún no había estallado la guerra, pero vivíamos un ambiente prerrevolucionario. La represión era brutal y la Iglesia contaba muertos todas las semanas, al grado de que nuestro santo llegó a decir en una homilía dominical: ‘Parece que mi destino es ir recogiendo cadáveres’”, rememoró el cardenal Rosa Chávez.
El Paisnal, la tierra de Rutilio Grande festeja a sus beatos
Con una serenata frente a la parroquia San José en el municipio de El Paisnal es como los feligreses iniciaron las celebraciones por la beatificación del padre Rutilio Grande y los laicos Manuel Solórzano y de Nelson Lemus.
Otra de las actividades previas fue una peregrinación desde Las Tres Cruces que es el lugar donde el padre Grande fue emboscado y asesinado la tarde del 12 de marzo de 1977. Ese día, él se dirigía a celebrar una misa a Aguilares; sin embargo, él y sus dos acompañantes recibieron disparos cuando iban en la carretera, por lo que el vehículo se salió del camino.
En la jornada de beatificación una delegación de obispos y sacerdotes procedentes de Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Argentina visitaron tanto la iglesia y como Las Tres Cruces para orar ante las reliquias de los mártires.
Un proceso que continúa
El obispo de la diócesis de Zacatecoluca, monseñor Elías Samuel Bolaños, mencionó que el proceso de canonización de Fray Cosme continúa, y están a la espera del milagro después de la beatificación para continuar con la canonización.
“La santidad es una meta que todos los católicos tenemos, cuando se declara a un miembro de la comunidad como santo, todos nos damos cuenta de que la meta se puede alcanzar y este es un gran mensaje, (…) Entonces nos sentimos que tenemos un testimonio vivo de la meta que todos tenemos que es la propuesta para todos los fieles, él nos está indicando el camino”, dijo el prelado.
“Desde hoy vamos a venerar todas las reliquias que tenemos del Fray Cosme, en su calidad de beato”, dijo por su parte Luis Enrique Saldaña, padre provincial de la Orden de Frailes Menores en Centroamérica.
Desde Italia, llegaron los familiares de fray Cosme Spessotto y el obispo Conrado Picciolo, de la ciudad de Victtorio Veneto, lugar donde nació el ahora mártir.