La llamada a ser “apóstoles eficaces hoy”

Audiencia del Papa con responsables de Acción Católica en Francia

llamada apóstoles eficaces hoy
Audiencia del Papa con Acción Católica de Francia, 13 enero 2022 © Vatican Media

El Papa Francisco reflexionó sobre la “llamada a ser apóstoles eficaces hoy” partiendo de la intuición de una de las grandes figuras de la Acción Católica, su fundador, el prelado belga Joseph Léon Cardijn. El Santo Padre ha recibido hoy, 13 de enero de 2022, a los responsables de la Acción Católica en Francia.

‘Apóstoles hoy’

llamada apóstoles eficaces hoyEn su discurso, Francisco agradeció las palabras del arzobispo Fonlupt y mostró su alegría al recibirles “con motivo de vuestra peregrinación a Roma”. En sus palabras, el Santo Padre señaló “que es una antigua costumbre de sus movimientos venir a conocer al Papa”.

Por ello, remitió a cuando “en 1929 Pío XI había recibido a algunos representantes de la Acción Católica y había acogido en ese movimiento ‘la renovación y la continuación de lo que fue en los primeros tiempos del cristianismo, para el anuncio del Reino de Dios, […] en la cooperación de los laicos con los Apóstoles’”. Precisamente, indica el Papa, “habéis elegido como tema de vuestra peregrinación precisamente ‘Apóstoles hoy’”.

Después, el Pontífice hace una reflexión sobre “nuestra llamada a ser apóstoles eficaces hoy” partiendo de la intuición que dejó una de las grandes figuras de la Acción Católica, su fundador, el prelado Joseph Léon Cardijn.

Ver, juzgar y actuar

“Cuando los discípulos acompañan a Jesús en el camino de Emaús (cf. Lc 24,18-35), comienzan recordando los acontecimientos que han vivido; luego reconocen la presencia de Dios en esos acontecimientos; finalmente, actúan volviendo a Jerusalén para anunciar la resurrección de Cristo. Ver, juzgar, actuar: ¡conocéis bien estas tres palabras! Retomémoslas juntos”, añade Su Santidad.

Sobre la primera etapa, ‘ver’, Su Santidad explica que “consiste en detenerse a observar los acontecimientos que conforman nuestra vida”. Y “la pedagogía de la Acción Católica comienza siempre con un momento de memoria, en el sentido más fuerte del término: una ‘anamnesis’”.

Juzgar y actuar

llamada apóstoles eficaces hoySobre la segunda palabra, “juzgar”, el Papa describe que también podría llamarse “discernimiento”. “Es el momento en el que nos permitimos cuestionar, desafiar. La clave de esta etapa es la referencia a la Sagrada Escritura. Se trata de aceptar que la propia vida está sometida al escrutinio de la Palabra de Dios, que, como dice la Carta a los Hebreos, ‘es viva, eficaz y más cortante que cualquier espada de dos filos’”.

La última palabra es “actuar”: “el Evangelio nos enseña que la acción que está en el nombre mismo de su movimiento- debe tener siempre la iniciativa de Dios”, expone el Obispo de Roma. “Nuestro papel es, por tanto, apoyar y animar la acción de Dios en los corazones, adaptándonos a la realidad que evoluciona constantemente”, agrega.

Para finalizar, el Sucesor de Pedro agradece “de todo corazón por vuestro generoso servicio, que la Iglesia necesita más que nunca, en este momento en el que tanto espero que todos encuentren o redescubran la alegría de conocer la amistad de Cristo y de anunciar el Evangelio”.

A continuación, sigue el texto completo del discurso del Papa, traducido del italiano por Exaudi.


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Discurso del Santo Padre

Os saludo a todos con afecto y agradezco al arzobispo Fonlupt sus amables palabras. Me alegro de recibiros con motivo de vuestra peregrinación a Roma. También quiero saludar, a través de vosotros, a todos los miembros de los equipos de Acción Católica en Francia, y le pido que les asegure mis oraciones y mi cercanía.

Es una antigua costumbre de sus movimientos venir a conocer al Papa. Ya en 1929 Pío XI había recibido a algunos representantes de la Acción Católica y había acogido en ese movimiento “la renovación y la continuación de lo que fue en los primeros tiempos del cristianismo, para el anuncio del Reino de Dios, […] en la cooperación de los laicos con los Apóstoles” (12 de junio de 1929). Habéis elegido como tema de vuestra peregrinación precisamente “Apóstoles hoy”. Quisiera reflexionar con vosotros sobre nuestra llamada a ser apóstoles eficaces hoy, partiendo de la intuición que os dejó una de las grandes figuras de la Acción Católica, el abate Cardijn, es decir, la “revisión de vida”. Cuando los discípulos acompañan a Jesús en el camino de Emaús (cf. Lc 24,18-35), comienzan recordando los acontecimientos que han vivido; luego reconocen la presencia de Dios en esos acontecimientos; finalmente, actúan volviendo a Jerusalén para anunciar la resurrección de Cristo. Ver, juzgar, actuar: ¡conocéis bien estas tres palabras! Subámoslos juntos.

Ver. Esta primera etapa es básica; consiste en detenerse a observar los acontecimientos que conforman nuestra vida, lo que constituye nuestra historia, nuestras raíces familiares, culturales y cristianas. La pedagogía de la Acción Católica comienza siempre con un momento de memoria, en el sentido más fuerte del término: una “anamnesis”, es decir, comprender a posteriori el sentido de lo que somos y de lo que hemos vivido, y percibir cómo Dios estaba presente en cada momento. La sutileza y la delicadeza de la acción del Señor en nuestra vida nos impide a veces comprenderla en el momento, y hace falta esta distancia para captar su coherencia. La Encíclica “Hermanos todos”, que sus grupos han estudiado, comienza con una mirada a la situación, a veces preocupante, de nuestro mundo. Puede parecer un poco pesimista, pero es necesario para avanzar: “Sin memoria nunca avanzamos, no crecemos sin una memoria integral y luminosa” (nº 249).

La segunda etapa consiste en juzgar o, podríamos decir, discernir. Es el momento en el que nos permitimos cuestionar, desafiar. La clave de esta etapa es la referencia a la Sagrada Escritura. Se trata de aceptar que la propia vida está sometida al escrutinio de la Palabra de Dios, que, como dice la Carta a los Hebreos, “es viva, eficaz y más cortante que cualquier espada de dos filos; […] discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón” (4,12). En Fratelli tutti he elegido la parábola del buen samaritano para cuestionar nuestra relación con el mundo, con los demás, especialmente con los más pobres.

En el encuentro entre los acontecimientos del mundo y de nuestra vida, por un lado, y la Palabra de Dios, por otro, podemos discernir las llamadas que el Señor nos hace. Vuestros movimientos de Acción Católica han desarrollado, en su historia, verdaderas prácticas sinodales, especialmente en la vida de grupo, que es la base de vuestra experiencia. La Iglesia en su conjunto también está inmersa en un proceso sinodal, y cuento con su contribución. Recordemos, a este respecto, que la sinodalidad no es una mera discusión. No es un “adjetivo”. Nunca adjetivar la sustancialidad de la vida. La sinodalidad tampoco es la búsqueda del consenso de la mayoría, eso lo hace un parlamento, como se hace en política.

No se trata de un plan, de un programa a aplicar. No. Es un estilo que hay que adoptar, en el que el protagonista principal es el Espíritu Santo, que se expresa ante todo en la Palabra de Dios, leída, meditada y compartida en común. Tomemos la imagen concreta de la cruz: tiene un brazo vertical y otro horizontal. El brazo horizontal es nuestra vida, nuestra historia, nuestra humanidad. El brazo vertical es el Señor que viene a visitarnos con su Palabra y su Espíritu, para dar sentido a lo que vivimos. Fijarse en la cruz de Jesús, como dice san Pablo (cf. Ga 2,19), significa precisamente aceptar poner mi vida bajo su mirada, aceptar este encuentro entre mi pobre humanidad y su divinidad transformadora. Por favor, dad siempre un lugar importante a la Palabra de Dios en la vida de sus grupos. Y dad igual espacio a la oración, a la interioridad, a la adoración.

Y llegamos a la tercera etapa: actuar. El Evangelio nos enseña que la acción -que está en el nombre mismo de su movimiento- debe tener siempre la iniciativa de Dios. Después de la resurrección, San Marcos relata que “el Señor actuó junto con [los Apóstoles] y confirmó la Palabra con los signos que la acompañaban” (16:20). Así, “la acción pertenece al Señor: es Él quien tiene el derecho exclusivo de actuar, caminando ‘de incógnito’ en la historia que habitamos”. (Discurso a la Acción Católica Italiana, 30 de abril de 2021). Nuestro papel es, por tanto, apoyar y animar la acción de Dios en los corazones, adaptándonos a la realidad que evoluciona constantemente. Las personas a las que llegan sus movimientos -pienso en particular en los jóvenes- no son las mismas que hace unos años.

Hoy en día, sobre todo en Europa, quienes acuden a los movimientos cristianos son más escépticos respecto a las instituciones, buscan relaciones menos exigentes y más efímeras. Son más sensibles a la afectividad, y por lo tanto más vulnerables, más frágiles que las generaciones anteriores, menos arraigadas en la fe, pero sin embargo en busca de sentido y de verdad, y no menos generosas. Es vuestra misión, como Acción Católica, llegar a ellos tal como son, hacerles crecer en el amor a Cristo y al prójimo, y llevarles a un mayor compromiso concreto, para que sean protagonistas en su propia vida y en la vida de la Iglesia, para que el mundo cambie.

Gracias, queridos amigos, gracias de todo corazón por vuestro generoso servicio, que la Iglesia necesita más que nunca, en este momento en el que tanto espero que todos encuentren o redescubran la alegría de conocer la amistad de Cristo y de anunciar el Evangelio. Os pido que me tengáis en cuenta en vuestras oraciones. Os encomiendo a vosotros, los responsables, así como a todos los miembros de vuestros equipos, a la intercesión de la Virgen María, y os doy mi bendición.