El Papa Francisco ya vuela hacia Roma, poniendo así fin a su 35º viaje apostólico a Chipre y Grecia en el que Exaudi le ha acompañado también en el vuelo papal.
Hoy, 6 de diciembre de 2021, el Papa Francisco se ha despedido de Grecia en el Aeropuerto de Atenas, al que llegó el pasado día 4 de 2021 procedente de Lárnaca, Chipre, donde permaneció desde el 2.
Esta ha sido la segunda visita de Francisco a Grecia, ya que el 16 de abril de 2016, aunque no piso Atenas, se trasladó a la isla griega de Lesbos. En este viaje anterior, Su Santidad visitó el campo de refugiados de Moria junto al patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, y el arzobispo de Atenas y toda Grecia, Jerónimo II.
Despedida en el aeropuerto
Tras presidir el encuentro con los jóvenes en la escuela San Dionisio de las hermanas ursulinas de Atenas, el Pontífice ha llegado al aeropuerto de la capital griega en coche para la ceremonia de despedida. Allí ha sido recibido por el ministro de Asuntos Exteriores, que le ha acompañado a la sala VIP del Aeropuerto, donde han mantenido un encuentro privado que ha durado unos minutos.
Después de atravesar la Guardia de Honor y saludar a las delegaciones, el Obispo de Roma se ha subido al avión y a las 11:58 ha despegado. Está previsto que, tras 2.100 km y unas 2:05 horas de vuelo, el avión aterrice en el aeropuerto romano de Ciampino a las 12:35 (hora local).
En este viaje a Grecia, el Sucesor de Pedro se reunió en Atenas con la presidenta de la República, Katerina Sakellaropoulou, y las autoridades; con la comunidad católica, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas; y con Jerónimo II, líder de la Iglesia Ortodoxa, en dos ocasiones. También acudió por segunda vez a la isla de Lesbos para visitar a los refugiados y celebró la Misa del segundo domingo de Adviento en Atenas. Antes de dejar el país, el Santo Padre recibió en la Nunciatura Apostólica al presidente del Parlamento, y mantuvo un último encuentro con los jóvenes.
Telegrama a la presidenta de la República
Inmediatamente después de su partida en avión desde Atenas, el Santo Padre envió el siguiente mensaje a la presidenta de la República Helénica, Katerina Sakellaropoulou, el siguiente mensaje telegráfico mensaje telegráfico: “Al partir de Grecia, expreso mi profunda gratitud a su excelencia y a todo el pueblo de la República Helénica por su amable hospitalidad durante mi visita apostólica. Al asegurarles mis oraciones, invoco las bendiciones de Dios sobre la nación”.
Palabras del Santo Padre en Grecia
Francisco ha pronunciado 6 discursos, una homilía y un Ángelus en el país heleno. En la Misa en el Megaron Concert Hall de Atenas recordó a los fieles católicos en Grecia, un grupo minoritario, que “el Señor prefiere la pequeñez y la humildad”, y les pidió que “no teman a la pequeñez, porque la cuestión no es ser pequeños o pocos, sino abrirse a Dios y a los demás. Y tampoco tengan miedo de la aridez, porque Dios no la teme, y es allí donde viene a visitarnos”.
En el centro para refugiados de Lesbos, expuso: “Estoy nuevamente aquí para encontrarme con ustedes; estoy aquí para decirles que estoy cerca de ustedes; estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos cargados de miedo y de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas lágrimas”.
E insistió en que el migratorio “es un problema del mundo”, una crisis humanitaria “que concierne a todos”. La pandemia, prosiguió, “nos ha afectado globalmente, nos ha hecho sentir a todos en la misma barca, nos ha hecho experimentar lo que significa tener los mismos miedos. Hemos comprendido que las grandes cuestiones se afrontan juntos, porque en el mundo de hoy las soluciones fragmentadas son inadecuadas”.
En el plano ecuménico, durante encuentro con el arzobispo ortodoxo de Atenas y de toda Grecia y sus respectivos séquitos, subrayó las “raíces apostólicas que comparten ambas Iglesias” y lamentó que “después hemos crecido alejados: nos han contaminado venenos mortales, la cizaña de la sospecha aumentó la distancia y dejamos de cultivar la comunión”.
Asimismo, expresó que “con vergüenza —lo reconozco por la Iglesia Católica— acciones y decisiones que tienen poco o nada que ver con Jesús y con el Evangelio, basadas más bien en la sed de ganancias y de poder, han hecho marchitar la comunión” y “hemos dejado que la fecundidad estuviera amenazada por las divisiones”. “La historia tiene su peso y hoy aquí siento la necesidad de renovar la súplica de perdón a Dios y a los hermanos por los errores que han cometido tantos católicos”, admitió.
Asimismo, en la visita que Jerónimo II le devolvió en la Nunciatura Apostólica, el Pontífice agradeció la bondad fraternal del líder ortodoxo, “su mansedumbre, su paciencia” y deseó “que el Señor nos dé la gracia de seguir juntos en este camino de fraternidad y de paz”.
En su discurso a la comunidad católica en la catedral de San Dionisio de Atenas, invitó a dejarse orientar “en nuestro camino como Iglesia, por dos actitudes del Apóstol (Pablo) que son útiles a nuestra actual elaboración de la fe”: la confianza y la acogida. Y explicó que “ser Iglesia pequeña nos hace signo elocuente del Evangelio, del Dios anunciado por Jesús que elige a los pequeños y a los pobres, que cambia la historia con las proezas sencillas de los humildes”. “A nosotros, como Iglesia”, continuó, “no se nos pide el espíritu de la conquista y de la victoria, la magnificencia de los grandes números, el esplendor mundano”, sino, que “seamos levadura que fermenta en lo escondido, paciente y silenciosamente, dentro de la masa del mundo, gracias a la obra incesante del Espíritu Santo”.
En el caso de las autoridades griegas, el Obispo de Roma transmitió gratitud por “su compromiso” y exhortó a hacer progresar a Grecia “en la apertura, la inclusión y la justicia”. Y exhortó a que “a las seducciones del autoritarismo responda con la democracia; que a la indiferencia individualista oponga el cuidado del otro, del pobre y de la creación, pilares esenciales para un humanismo renovado, que es lo que necesitan nuestros tiempos y nuestra Europa”.
Finalmente, a los jóvenes del país, les dijo: “Dejemos que el amor de Dios nos asombre!”, destacando que es así cómo “nos redescubriremos a nosotros mismos; no lo que dicen de nosotros o lo que las pulsiones del momento suscitan en nosotros, no lo que los eslóganes publicitarios nos echan encima, sino nuestra verdad más profunda, la que ve Dios, aquella en la que Él cree: la belleza irrepetible que somos”.
Sobre las dudas de fe, Su Santidad, les invito a no tenerles miedo “porque no son faltas de fe. Al contrario, las dudas son ‘vitaminas de la fe’, ayudan a robustecerla, a hacerla más fuerte, es decir, más consciente, más libre y más madura. La hacen más disponible a ponerse en camino, a seguir adelante cada día con humildad. Y la fe es precisamente esto, un camino cotidiano con Jesús que nos lleva de la mano, nos acompaña, nos alienta y, cuando caemos, vuelve a levantarnos”.
Regalos a la Nunciatura
El Papa Francisco ha brindado dos regalos a la Nunciatura Apostólica en Atenas: la medalla conmemorativa del Viaje Apostólico del Papa Francisco a Chipre y Grecia y el escudo del Papa Francisco.
La medalla del viaje presenta a los dos apóstoles Pablo y Bernabé, figuras fundamentales en la evangelización de estas tierras. San Bernabé está a la izquierda, con el Evangelio en una mano y un báculo en la otra, símbolos de su peregrinaje para anunciar la Palabra. Podemos reconocer la iglesia Chrysopolitissa de Pafos, que expresa simbólicamente la larga historia del cristianismo en Chipre y que, además, es hoy un lugar de encuentro de las diferentes denominaciones cristianas.
A la derecha está el apóstol Pablo, con una pluma y un pergamino, escribiendo sus famosas epístolas. Detrás de él hay una vista simbólica de la antigua Grecia, que fue Grecia, que el apóstol Pablo recorrió y evangelizó; su encuentro en el Areópago de Atenas es famoso en este sentido.
Realizado íntegramente en mosaico mediante la técnica tradicional de corte y colocación manual de cada uno de los azulejos de colores, este panel representa el escudo de Su Santidad el Papa Francisco.
En la parte superior del escudo papal, por otra parte, se encuentra el símbolo de la Compañía de Jesús. Está compuesto por un sol radiante y flameante, que encierra las siglas IHS, y sobre él, una cruz con tres clavos en su base.
La sigla IHS se presta a la interpretación de Iesus Hominum Salvator (Jesús, Salvador de la Humanidad), o In Hoc Signo (Vinces), de memoria constantiniana; mientras que posteriormente los jesuitas lo interpretaron como Habemus Iesum Socium (Tenemos a Jesús como compañero) y Societas Iesu humilis (Humilde Sociedad de Jesús). Además del símbolo de la Compañía de Jesús, hay también una estrella que según la tradición heráldica simboliza la Virgen María, y la flor de nardo, que en la iconografía hispana hace referencia a la castidad de San José.
Con la elección de estos símbolos para su escudo escudo, el Papa Francisco ha querido expresar no sólo su su particular devoción al Santo Nombre de Jesús y su pertenencia a los jesuitas, sino también su devoción a la Virgen María y a san José, su esposo.
El lema que acompaña al escudo del Papa Francisco escudo del Papa Francisco -Miserando atque eligendo- rinde en cambio homenaje a la misericordia divina. Está tomado de las Homilías de San Bede el Venerable que, comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, escribió “Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me” (“Jesús vio a un recaudador de recaudador de impuestos y, mirándolo con un sentimiento de amor y eligiéndolo, le dijo: Sígueme”).