Presentación de la Bienaventurada Virgen María: Origen y significado

Su origen lo hallamos en el protoevangelio de Santiago

Virgen María significado
Presentacion Virgen Maria © Opus Dei

D. Alejandro Vázquez-Dodero comparte con los lectores de Exaudi un artículo sobre la Presentación de la Bienaventurada Virgen María de hoy, 21 de noviembre, analizando el origen significado de la fiesta.

Cada 21 de noviembre la Iglesia celebra la antigua y piadosa festividad de la Presentación de María en el templo.

Su origen lo hallamos en el protoevangelio de Santiago –un escrito apócrifo del siglo II– que relata cuando la Virgen, niña, fue llevada por sus padres –san Joaquín y santa Ana– al templo de Jerusalén, y allí la dejaron una temporada para ser instruida en la religión y en todo lo relativo a ese Dios a quien su hija ya trataba y amaba.

Cabe recordar el significado de “apócrifo”: que no pertenece al canon de los libros inspirados por Dios, sin que esto excluya que algunos de esos relatos apócrifos merezcan credibilidad. A mitad del siglo VI fue consagrada en Jerusalén la iglesia de santa María la Nueva, lo cual dio lugar a la génesis de esta celebración. Años más tarde, en plena Edad Media, fue instituida tal celebración en la Iglesia de Occidente.

Significado de esta conmemoración

La vida de Nuestra Señora entre nosotros transcurrió humildemente y sin llamar la atención, de lo que dan fe los santos Evangelios al abstenerse de relatar ningún episodio de su infancia y juventud hasta el momento de la Anunciación.


Quizá por eso la tradición –o piedad popular– se aventuraría a describir ciertos sucesos de su vida desde niña, inspirada en varios pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento. Ello sería convenientemente recogido por la espiritualidad cristiana y el arte en su más extenso significado. Entre otros episodios de esa infancia contamos con el referido a la Presentación de la Virgen u ofrecimiento de María por sus padres en el templo de Jerusalén. Suceso este, por cierto, que recuerda a la presentación que más adelante María y José harían del Niño Jesús para Dios Padre (cfr. Lc. 2, 22-38).

La esencia de esta celebración se halla en el hecho de que la Virgen, en su perfección y virtud, estaba “hecha para Dios”, de ahí que sus padres se la ofrecieran en el templo. En su proceso de maduración hasta estar dispuesta o preparada para acoger el acogimiento divino de ser Madre de Dios, el episodio que nos ocupa supondría un hecho de gran calado en su vida.

Podemos imaginarla orando, como la han representado tantas obras artísticas, pues, además de ser una profunda conocedora de las Sagradas Escrituras, sobre todo era una enamoradísima de Dios. También nos la imaginamos conversando y tratando con gran naturalidad y cariño a quienes tuviera a su alrededor esos días en el templo, y cuidando los detalles, las cosas pequeñas, en la convivencia y también en el uso de los bienes materiales. ¡Qué bien se sentirían quienes acompañasen a la Virgen, atraídos por tan gran belleza, por tantísima virtud!