Cardenal Parolin: “Constructores de la paz” con fraternidad

Discurso por la 76º Asamblea General de Naciones Unidas

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Pietro Parolin © Vatican Media

El cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, jefe de la Delegación de la Santa Sede, pronunció un discurso el pasado domingo 26 de septiembre de 2021 por la 76º Asamblea General de Naciones Unidas, en el que destaca que “son muchos los signos de esperanza, incluso en nuestras exhaustas sociedades. Ser constructores de paz en nuestras sociedades significa encontrar estas semillas y brotes de fraternidad”.

En la introducción a sus palabras para la Asamblea, titulada este curso “Construir la resiliencia a través de la esperanza”, monseñor Parolin afirma que “mientras surgen nuevas crisis y otras persisten, necesitamos la esperanza para perseverar en su solución. La esperanza nos mantiene motivados cuando los problemas y desacuerdos parecen irresolubles, facilita el perdón, consciente de que a través de la reconciliación puede haber un futuro mejor. Fomenta la resiliencia y nos inspira a esforzarnos aunque no podamos ver resultados en nuestra vida”.

Salir de la pandemia

Seguidamente, el secretario de Estado indica a la comunidad internacional la urgencia de poner en marcha sus compromisos hechos sobre COVID-19 el diciembre pasado: “Trabajar juntos para remediar la situación de los que están en la ‘marginalidad farmacéutica’ y aliviar el sufrimiento y la muerte innecesarios que ellos y tantos otros han padecido y siguen padeciendo. Este es el caso, en particular, de las vacunas, que deben estar al alcance de todos, especialmente en las zonas de conflicto”.

Asimismo, señala, se requiere “un análisis renovado de cómo los sistemas sanitarios se han visto ampliamente desbordados por la pandemia y han dejado a tantas personas sin atención suficiente o sin atención alguna”, así como “un examen de la fragilidad y de las carencias de nuestros sistemas económicos, que han dejado a muchos atrás como consecuencia de la grave recesión económica y han hecho a los pobres aún más vulnerables”, y “perseverancia en la lucha contra la corrupción”.

Reconstrucción sostenible

El prelado italiano también apunta a una reconstrucción sostenible del impacto negativo que la pandemia ha tenido sobre los programas de desarrollo: “Debemos replantearnos la relación entre los individuos y la economía y garantizar que tanto los modelos económicos como los programas de desarrollo sigan estando al servicio de los hombres y las mujeres, especialmente de los que se encuentran en los márgenes de la sociedad, en lugar de explotar tanto a las personas como los recursos naturales”.

“El desarrollo sostenible, si está realmente al servicio de la persona humana, debe incorporar también a los pobres y sus dones y creatividad como agentes de su propio desarrollo integral. Debemos dar rienda suelta a la promesa y a la esperanza que encarnan, para su bien y el de toda la comunidad humana”, insiste.

Llamado del planeta

El arzobispo subraya la oportunidad de la COP26 para el compromiso con la casa común: “Estamos obligados a reforzar nuestra ambición, puesto que actualmente estamos experimentando los efectos de décadas de inacción en lo referente a las inundaciones extremas, la sequía, los incendios forestales, el deshielo de los glaciares, el retroceso de las costas, la malnutrición y las enfermedades respiratorias que el aumento de las temperaturas está precipitando”.

Es hora de actuar, argumenta, pues “las trágicas catástrofes naturales que han castigado a nuestros hermanos y hermanas de Haití, un pueblo que ya sufre problemas políticos y humanitarios, son un claro llamamiento a la comunidad internacional para que trabaje de forma solidaria por un desarrollo duradero y sostenible del que el pueblo de Haití pueda ser el principal protagonista”.

Alto el fuego mundial

Parolin hace especial énfasis en los numerosos conflictos armados que persisten en la tierra: “El azote de la guerra trae consigo muerte y destrucción, daña el medio ambiente, devasta comunidades y con frecuencia atrapa a regiones y países en una espiral descendente”. Por ello, sigue, “la Santa Sede pide a los Estados que atiendan el llamamiento del Secretario General y del Papa Francisco en favor de un alto el fuego mundial y de una responsabilidad humanitaria compartida”.


“La amenaza de las armas nucleares, asumida con el pretexto de la disuasión nuclear, crea un ethos de miedo basado en la aniquilación mutua, y envenena las relaciones entre los pueblos, obstruye el diálogo y socava la esperanza. Las cuestiones humanitarias y de seguridad exigen que pongamos fin a la carrera de armamentos nucleares y adoptemos medidas eficaces para el desarme, la no proliferación y la prohibición nuclear”, asevera.

Derechos humanos

El obispo de Aquipendium manifiesta que actualmente “seres humanos son maltratados, explotados, ignorados, asesinados o dejados languidecer en situaciones de emergencia humanitaria. Las mujeres y las niñas, las personas de diferentes orígenes indígenas, raciales, étnicos y lingüísticos sufren violencia y opresión o son reducidas a ciudadanos de segunda clase”. Relata especialmente la situación de refugiados, emigrantes y desplazados, los creyentes religiosos, los ancianos, discapacitados y niños, y la familia.

Esto, continúa, es evidente también en la reinterpretación de los derechos humanos: “Al tiempo que privan a los derechos humanos de su dimensión universal original, estas nuevas interpretaciones parciales se convierten tristemente en el punto de referencia ideológico de un ‘progreso’ espurio y en otro motivo de polarización y división”.

“En una época en la que se siguen violando impunemente muchos derechos humanos universales, estos intentos, de hecho, desorientan, desvían de la aplicación de las convenciones de derechos humanos e imposibilitan la atención y la energía que merecen la promoción y la protección de los derechos humanos fundamentales y la dignidad”, confirma.

Renovación de la ONU

Pietro Parolin también llama a Naciones Unidas a renovarse “constantemente volviendo con mayor fidelidad y determinación a los principios y propósitos fundamentales recogidos en su Carta. Una verdadera revitalización significa no sólo hacer más eficientes las estructuras y los mecanismos, sino garantizar que la institución esté a la altura de sus objetivos verdaderos y comúnmente acordados, en lugar de convertirse en una herramienta de los poderosos”.

“La necesidad de una sana política, basada en la búsqueda del bien común y de la verdad universal, es especialmente importante en el Consejo de Seguridad, cuyos miembros están llamados a convertirse en los principales artífices de la paz en todo el mundo, renovando constantemente su compromiso de situar la paz internacional y el Estado de Derecho por encima de los intereses nacionales o las ideologías partidistas”, expresa.

Además de la revitalización estructural, aconseja, “debe prestarse mayor atención a promover y salvaguardar los mandatos de las entidades y foros de la ONU”. El Vaticano, continúa, “ve con preocupación el empeño de algunos en romper la útil división del trabajo entre comités, comisiones, reuniones y procesos, convirtiendo a todos en organismos que se centran en un número limitado de cuestiones controvertidas. Además, debe salvaguardarse el principio del consenso”.

Esperanza firmemente cimentada

A modo de conclusión, el secretario de Estado dice que “recuperar, reconstruir, responder, respetar y revitalizar implican un redescubrimiento de la resiliencia a través de una esperanza firmemente cimentada”. Citando al Santo Padre en su viaje a Budapest, expone que “El Dios de la alianza nos pide que no cedamos al separatismo ni a los intereses partidistas. No quiere que nos aliemos con unos a costa de otros. Al contrario, quiere que las personas y las comunidades sean puentes de comunión con todos”.

Miremos, finaliza Parolin, “los ojos de los migrantes y refugiados: están llenos de sufrimiento y esperanza. Trabajemos juntos para darles el futuro para que florezcan en paz”.