Papa a Arché: Vuestros centros, “el estilo de Dios”

Audiencia en la Sala Clementina

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Audiencia del Papa a Fundación Arché © Vatican Media

En la mañana de hoy, jueves 2 de septiembre de 2021, el Papa Francisco ha recibido en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano a los miembros de la Fundación italiana Arché junto a su fundador, el padre Giuseppe Bettoni. En su discurso a los presentes, el Santo Padre les ha pedido que sus centros sean “un lugar donde se viva el estilo de Dios, que es cercanía, ternura y compasión. Y que la estructura esté siempre al servicio de las personas, y no al revés”.

Después de agradecer a don Giuseppe Bettoni, fundador de Arché, su trabajo en los últimos 30 años, el Pontífice le ha señalado que, en la lógica del Amor que es Dios, “al principio están los rostros: Para ti son los rostros de esas madres y de esos niños que has acogido y ayudado a liberarse de las ataduras de la violencia y el maltrato. Incluso las mujeres migrantes que llevan en sus carnes experiencias dramáticas”.

Papa Arché Dios cercanía ternura compasión“Sus comunidades de acogida son un signo de esperanza ante todo para ellas, para estas mujeres y sus hijos. Pero también son un signo de esperanza para ustedes que comparten sus vidas con ellos, y para los voluntarios, los jóvenes”, ha remarcado. Y ha concluido diciendo que “esto ciertamente significa problemas, dificultades, penurias… Pero al mismo tiempo significa alegría, la alegría de ver que compartir abre caminos de libertad, renacimiento y dignidad”.

A continuación siguen las palabras pronunciadas por el Papa, ofrecidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Discurso de Francisco

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Gracias por haber venido a contarme vuestra historia, no sólo con palabras, sino con vuestros rostros y vuestra presencia.


Doy las gracias a Don Giuseppe Bettoni por su presentación y, sobre todo, por su trabajo durante estos treinta años – pero, ¿tú has empezado a trabajar desde la Primera Comunión?- (ríe, risas) desde que comenzó vuestro compromiso de acoger a las madres con hijos. La habéis llamado “Arché”, que recuerda el origen, el principio, y sabemos que en el principio está el Amor, el amor de Dios. Todo lo que es vida, todo lo que es bello, bueno y verdadero viene de ahí, de Dios que es amor, como la vida humana viene del corazón y del seno de una madre, y del seno de una Madre vino Jesús, que es el Amor que se hizo carne, que se hizo hombre.

Y así, en esta lógica, al principio están los rostros: para vosotros son los rostros de esas madres y  de esos niños que habéis acogido y ayudado a liberarse de las ataduras de la violencia y el maltrato. También mujeres migrantes que llevan en sus carnes experiencias dramáticas.

Vuestras comunidades de acogida son un signo de esperanza en primer lugar para ellas, para estas mujeres y sus hijos. Pero también son un signo de esperanza para vosotros que compartís vuestras vidas con ellos y para los voluntarios, los jóvenes, las jóvenes,  las parejas jóvenes que en estas comunidades experimentan el servicio no sólo para los pobres –algo muy bueno- pero es todavía más bueno con los pobres.

Papa Arché Dios cercanía ternura compasión

La Madre y el Niño es un icono muy familiar para nosotros los cristianos. Para vosotros no se ha quedado sólo en una bella imagen: la habéis traducido en una experiencia concreta, hecha de historias y rostros concretos. Esto significa ciertamente problemas, dificultades, fatigas… Pero al mismo tiempo significa alegría, la alegría de ver que el compartir abre caminos de libertad, renacimiento y dignidad.

Por eso os doy las gracias, queridos hermanos y hermanas, y os bendigo para que sigáis adelante hasta que el Señor quiera. Os doy las gracias en particular, también en nombre de la diócesis de Roma, porque sé que pasado mañana vais a inaugurar vuestra casa aquí en Roma, una casa que albergará una nueva comunidad. Que sea un lugar donde se viva el estilo de Dios, que es cercanía, ternura y compasión. Y que la estructura esté siempre al servicio de las personas, no al revés.

Que el Espíritu Santo renueve siempre en vosotros la alegría del Evangelio, y que la Virgen os proteja. Por favor, rezad también por mí. Gracias.

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