Los obispos de la Conferencia Episcopal de México (CEM) publicaron ayer, martes 27 de julio de 2021, un mensaje con motivo del curso escolar 2021-2022 en el contexto de la pandemia por COVID-19. En el mismo, los prelados proponen con urgencia “considerar al sector educativo como prioritario dentro de la política nacional, gestionando conjuntamente un trabajo corresponsable, estratégico y solidario, que ordene las prioridades de nuestro entramado social, económico y político”.
Al comienzo del documento, el Episcopado mexicano manifiesta que tanto la sociedad como el Gobierno están llamados a “responder con vigor al complejo momento” que se vive actualmente, poniendo la educación como “piedra angular de todo proyecto de Nación” y disponiendo de un “verdadero Estado Social, que resguarde y promueva en primer lugar, la educación, la salud, la seguridad y el bienestar de los más pequeños”.
Retorno a la educación y vacunación
Por ello, el CEM llama a “garantizar un Programa Estratégico General para el Regreso Presencial a la Comunidad Educativa, el próximo 30 de agosto, que parta de un diagnóstico serio, calificado y amplio, que recoja las realidades y las voces de la educación pública y privada, con especial atención a las dolorosas situaciones de inequidad, articulando una respuesta gradual y solidaria para todos, y que reincorpore a los más de tres millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que han quedado fuera del Sistema Educativo Nacional”.
También exige un “esquema de vacunación, abierto a las fuerzas de la sociedad civil organizada, para llegar más pronto a todos los que necesitan ya contar con la inmunización”, así como “realizar un esfuerzo mayúsculo y proporcional en el gasto público, principalmente de la Federación, que es quien ha centralizado los recursos, para reconvertir los centros escolares públicos y privados, en espacios en donde la comunidad educativa pueda organizarse, colaborar y responder a los desafíos más básicos”.
Desarrollo integral del estudiante
Los obispos mexicanos piden atención al “desarrollo integral de cada miembro de la sociedad”, especialmente a niños, niñas, adolescentes y jóvenes. El desafío está, continúan, “en la reconversión física y social, de cada comunidad escolar, a través de la generación de un pacto educativo local, entre directivos, maestros, padres de familia, estudiantes, comunidad en general, incluyendo autoridades civiles, académicos, asociaciones religiosas, entre otros”.
Del mismo modo, señalan la urgencia de “recuperar toda una estructura para la educación temprana, que antes de la Pandemia ya había sido restringida” y el fortalecimiento de “la infraestructura tecnológica necesaria, pues solamente a través de una comunicación bidireccional, el niño, la niña, el adolescente o joven pueden entablar un diálogo corresponsable, participativo y personalizante, con su educador designado”.