29 abril, 2025

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Un papa nunca se va

El magisterio y ejemplo de Francisco perdurarán

Un papa nunca se va

Si bien el papa Francisco ya superó su condición mortal y su tumba junto a la Madonna de sus amores ha sido sellada, su brillo no se apagará. Es lo que el cantante Palito Ortega, compatriota suyo, llamó «Una nueva luz» …, en una bella canción que le dedicó al inicio de su pontificado, doce años atrás.

Es que un papa muere, pero no se va nunca. Queda en sus escritos, en sus gestos, sus medidas y reformas; además de sus viajes y visitas, que quedan perennizados en plazas, calles y centros asistenciales, mientras deja un rastro indeleble en todas las autopistas de la información, léase redes sociales, sitios web y plataformas audiovisuales.

Aunque nos sintamos como los discípulos de Emaús, muy tristes y con el deseo de recuperar lo perdido, debemos tener la certeza de que un papa —y alguien de la talla de Francisco— nos seguirá acompañando en el camino, no solo con su intercesión, sino de manera notable y actual con su magisterio.

Un magisterio de frontera

No solo nos explicó las Escrituras —allí están sus cientos de homilías para profundizar—, también nos enseñó a sentirnos hermanos de todos, a tocar la carne de Cristo en los pobres, a encender el fuego de los corazones e incluso tuvo tiempo para advertirnos acerca de la ética en la inteligencia artificial y el prudente uso de las redes sociales y el teléfono móvil.

A esto hay que sumarle su mano firme contra la pederastia en el clero, así como su opción por una vida digna para los ancianos y la necesaria atención hacia los jóvenes, a quienes movilizó pidiéndoles, en su lenguaje, que «¡hagan lío!».

Fue él quien advirtió al mundo, una década atrás, investido con la autoridad del que sirve y con sus sobrias vestimentas blancas de paz, que, si no se hacía algo concreto, el mar sería un «cementerio para los migrantes». Solo hay que verlo… También por entonces, puso la voz de alarma para que no se depredara la Amazonía y nos encargó ser «custodios de la creación».

Junto a eso, pidió que se detuviera una «tercera guerra mundial» que venía desangrando por partes a las distintas regiones del mundo…, tal cual como ahora lo venimos sufriendo. Sus llamados por la paz no cesaron, ni su convicción de que «toda guerra es un fracaso».

Valiente y rebelde

Desde que asumió con decisión la Barca de Pedro, el 19 de marzo de 2013, vaticinó que la única forma de revertir las cosas malas o caducas sería con la «Alegría del Evangelio» y con la «Fraternidad abierta», los dos pulmones por donde respiró su pontificado, mientras los suyos propios se iban desgastando…

Los últimos años condujo a la Iglesia sentado en una silla de ruedas —debido a una afección en la rodilla—, pero aun así siguió viajando a los países, recibiendo visitantes y firmando nuevos decretos para reformar el Vaticano —incluida la necesaria limpieza financiera—, mientras iba soportando los dolores infligidos por sus opositores, aún dentro de casa.

En vista de que «no se gobierna con las rodillas», según dijo, siguió nombrando más mujeres para que le ayudaran, catequizaba todos los miércoles, «tuiteaba» todos los días, a la vez que brindaba claras entrevistas periodísticas, con altísima audiencia y muchísimos lectores.

Fue también él quien, en este último decenio, «hizo lío» con sus sonados documentos, tales como encíclicas y exhortaciones apostólicas, junto a otros escritos. Entre estos estuvo la esperada constitución Praedicate Evangelium, con la que ya se viene reformando la curia vaticana casi por completo.

Conmueven sus cartas sobre la protección de los menores, la de San José, la que explica el significado del «Belén» y la que incorpora el «Ofrecimiento de la vida» como una nueva ruta hacia la causa de canonización.

Asimismo, acertó con las autógrafas que nos hablaron de la misericordia divina o la que acorta y facilita el proceso de nulidad matrimonial; también está la carta Desiderio desideravi, sobre la necesaria formación litúrgica del Pueblo de Dios.

Sumado a estas, publicó indicaciones muy justas para la creación del ministerio del catequista y la dación del lectorado y el acolitado a las mujeres.

La huella, el legado

El mundo entero valora que han sido doce años durante los cuales pidió a los católicos que seamos más misericordiosos que justicieros, y más fraternos que impermeables, aun con los que «no pasan por la puerta».

Nos deja también sus palabras personalísimas y motivadoras, que ya son voces de un diccionario bergogliano, con las que insiste en un solo mensaje, dirigido a cada cristiano: que dejemos de «balconear» y que siempre «primeriemos».

No quiso que fuéramos «indietristas» ni comodones, sino que «salgamos» a evangelizar, hasta que se «gaste la suela del zapato».

El papa se fue después de celebrar la Pascua con los suyos y bendecirlos Urbi et Orbi, mientras leían por él —pues el aire ya le faltaba— un mensaje de esperanza para el Año Santo Jubilar, al que convocó con gran ilusión y acierto. Es decir, murió con la sotana puesta.

José Antonio Varela

Lima, 1967. Presbítero diocesano y periodista colegiado con ejercicio de la profesión desde 1989. Titulado en periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Meza en Lima (Perú). Estudios complementarios en periodismo religioso, new media y en comunicación pastoral e intercultural-misionera; así como en pastoral urbana, doctrina social de la Iglesia, misionología, comunicación institucional y coaching, desarrollados indistintamente en Lima, Quito, Bogotá, Roma, Madrid, Miami, y Washington DC. Ex jefe de oficinas de comunicación institucional y prensa en el sector público y eclesial. Asimismo, fue gerente de televisión de un canal y director de dos revistas impresas. Es articulista en publicaciones católicas de su país y del extranjero, entre ellas Exaudi.