09 marzo, 2025

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La Riqueza del Corazón y la Palabra

La Inteligencia Lingüística y la Espiritualidad

La Riqueza del Corazón y la Palabra

El pasado domingo, escuchamos a Jesús hablar sobre la riqueza del corazón y cómo esta se refleja en nuestras palabras. Esta enseñanza establece una relación directa entre el corazón y el habla, destacando la importancia de la inteligencia lingüística, que es la habilidad para utilizar el lenguaje de manera precisa y efectiva.

La inteligencia lingüística permite narrar experiencias íntimas, reflexionar, comparar y resumir sucesos. Es fundamental para la persona, ya que está vinculada directamente al uso del lenguaje y a la razón. La dislexia, por ejemplo, dificulta el aprendizaje al afectar la capacidad de leer correctamente, lo que subraya la importancia de la palabra en nuestras vidas.

La logoterapia, una rama de la psicología y la psiquiatría, reconoce la profunda conexión entre la palabra y la persona. Esta relación se extiende más allá de la razón y la persona, abarcando también la vida espiritual. En el cristianismo, la palabra es central, ya que Jesucristo es considerado el Verbo, la palabra del Padre. La oración cristiana se distingue por ser un diálogo entre dos libertades, un encuentro donde se da y se recibe la palabra.

Sin embargo, vivimos en una época de crisis de la palabra. El relativismo dominante y la banalización de la palabra a través de internet y las redes sociales han llevado a una comunicación superficial y a la pérdida de la profundidad en nuestras conversaciones. Esto afecta no solo nuestras relaciones personales y sociales, sino también nuestra relación con Dios. La incapacidad de entender el lenguaje de la Biblia y de reflexionar sobre nuestras experiencias espirituales es una consecuencia directa de esta crisis.

Para enfrentar esta situación, es fundamental volver a darle a la palabra la dignidad que merece. Esto implica ayudar a otros a encontrar las palabras que reflejan lo que tienen en el corazón y a expresar sus experiencias de manera precisa. La escucha y el testimonio son dos ejercicios clave para lograrlo. Escuchar implica prestar atención a la persona, no solo a su problema, y ayudarle a expresar lo que realmente siente. El testimonio, por otro lado, implica compartir nuestras propias experiencias de manera auténtica, volviéndonos vulnerables y permitiendo que el Espíritu Santo actúe a través de nosotros.

En esta Cuaresma, estamos invitados a practicar la caridad de la palabra, ayudando a otros a encontrar las palabras que brotan de su corazón y compartiendo nuestras propias experiencias de manera auténtica. Esto no solo enriquecerá nuestras relaciones personales y sociales, sino que también fortalecerá nuestra conexión con Dios.

Luis Herrera Campo

Nací en Burgos, donde vivo. Soy sacerdote del Opus Dei.