La actual permisividad frente al infanticidio en caso de bebés supervivientes de tentativas de aborto, lo que muestra es, de forma desgarradora, el rostro siniestro del aborto. Dejar morir a un neonato que ha sobrevivido a una tentativa de aborto equivale a un doble asesinato, impropio de quienes reclaman para sí el respeto a sus derechos que niegan a otros.
El Senado de Estados Unidos ha rechazado el proyecto de ley del Partido Republicano que pedía atención médica para los bebés que sobreviven a un aborto, así como la prohibición de los abortos tardíos.
El proyecto de ley de «Protección de Sobrevivientes de Aborto Nacidos Vivos», conocida como «Born Alive», contemplaba consecuencias penales para aquellos facultativos que no atendiesen al bebé superviviente de una tentativa de aborto y no le prestasen la misma atención médica que le darían a cualquier niño nacido a la misma edad gestacional en un hospital. También pedía prohibir los abortos a partir de las 20 semanas, ya que es en ese momento cuando presuponen que los bebés pueden sentir dolor dentro del vientre de su madre, como hemos informado previamente desde nuestro Observatorio.
Propuesta el pasado 16 de enero por los senadores John Kennedy, James Lankford, y Jim Banks, republicanos por Luisiana, Oklahoma e Indiana respectivamente, y copatrocinada por otros 39 senadores republicanos, la ley necesitaba 60 votos para avanzar, pero ha fracasado con un resultado de 52 a 47.
Infanticidio: debate ético y postura de Peter Singer
El debate sobre la percepción del dolor fetal y la protección de los bebés nacidos vivos tras un aborto se entrelaza con las controvertidas posturas del filósofo Peter Singer. Conocido por su enfoque utilitarista, ha defendido el infanticidio en casos de discapacidad severa, argumentando que la vida de un recién nacido no tiene el mismo valor que la de un adulto consciente. Según Singer, la capacidad de experimentar placer y evitar el dolor es lo que otorga valor a la vida, y en ausencia de estas capacidades, la vida de un recién nacido podría considerarse menos valiosa.
Asimismo, el filósofo utilitarista australiano, sostiene que no hay una diferencia ontológica significativa entre un feto y un recién nacido, y que ambos carecen de autoconciencia y capacidad de entender su existencia a lo largo del tiempo. Por lo tanto, desde su perspectiva, el infanticidio en ciertos casos podría justificarse de manera similar al aborto. Esta postura ha generado un intenso debate ético y ha sido criticada por muchos que defienden la dignidad intrínseca de todos los seres humanos, independientemente de su capacidad de sentir dolor o placer.
Así, el infanticidio eugenésico, es recurrente a lo largo de la historia: Grecia, Egipto, Roma, Cartago y hasta en la China de los años 70 y en la Antigua Esparta. No resultan Singer ni los ahora promotores del infanticidio, pues, originales en sus planteamientos eugenésicos.
El inaceptable reduccionismo que supone ligar la dignidad humana y sus inherentes derechos, a la capacidad de autoconsciencia, autonomía o capacidad de experimentar sensibilidad, debe denunciarse y rechazarse frontalmente desde cualquier reflexión bioética fundamentada antropológicamente. Los individuos de la especie humana, y lo son desde la concepción como se acepta con práctica unanimidad hoy desde el mundo científico, sea en su forma inmadura de embriones, o inconsciente en estados comatosos o dependiente en casos de gran invalidez, deben ser considerados personas, poseedoras de dignidad -valor en sí mismas- y derechos, el primero de los cuales es el derecho a la vida. Su exclusión de esta categoría ha permitido a lo largo de la historia, los exterminios, genocidios, eugenesias, y violaciones de los derechos humanos de quienes se arrogan el derecho de otorgar o retirar esta dignidad en función de su criterio arbitrario.
Atentar contra la vida de un embrión inmaduro de pocas células no es menos grave que hacerlo contra un feto de 38 semanas, un neonato o un enfermo incurable. Como reviste la misma gravedad atentar contra la vida de un discapacitado que contra la de un individuo sano.
La actual permisividad frente al infanticidio en caso de bebés supervivientes de tentativas de aborto, lo que muestra es, de forma desgarradora, el rostro siniestro del aborto. Dejar morir a un neonato que ha sobrevivido a una tentativa de aborto equivale a un doble asesinato, impropio de quienes reclaman para sí el respeto a sus derechos que niegan a otros.
Julio Tudela – Cristina Castillo – Observatorio de Bioética – Instituto Ciencias de la Vida – Universidad Católica de Valencia
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1 Muller, F., O´Rahilly, R. “The amygdaloid complex and the medial and lateral ventricular eminences in staged human embryos”.
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2 Anand, K. J. S., Hickey, P. R. “Pain and its effects in the human neonate and fetus”. New England Journal of Medicine. 1987; 317: 1321-29.
3 Tadros, M. A., Lim, R., Hughes, D. I., Brichta, A. M., Callister, R. J. “Electrical maturation of spinal neurons in the human fetus: comparison of ventral and dorsal horn”. J Neurophysiol. 2015; 114 (5): 2661-71.