Mons. Enrique Díaz Díaz comparte con los lectores de Exaudi su reflexión sobre el Evangelio de este 19 de enero de 2025, titulado: “Vasijas agrietadas”
***
Nehemías 8, 2-4. 8-10: “El pueblo comprendía la lectura del libro de la ley”
Salmo 18: “Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna”
I Corintios 12, 12-30: “Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro de Él”
San Lucas 1, 1-4; 4, 14-21: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura”
Hoy celebramos el Domingo de la Palabra de Dios. Es una iniciativa profundamente pastoral con la que el Papa Francisco busca ayudarnos a comprender qué importante es en la vida cotidiana de la Iglesia y de nuestras comunidades la referencia a la Palabra de Dios, una Palabra no encerrada en un libro, sino la Palabra que permanece siempre viva y se hace signo concreto y tangible. El lema elegido por el Santo Padre para este Año Jubilar, es “Espero en tu Palabra” (Sal 119,74). Se trata de un grito de esperanza: el hombre, en el momento de angustia, de la tribulación, del sin sentido, grita a Dios y pone toda su esperanza en Él.
Muy acorde con este lema nos llega la Palabra de Dios proclamada en la liturgia. Cada año recorremos el ciclo litúrgico durante el tiempo ordinario de la mano de un evangelista que nos va marcando el rumbo. Este año corresponde a San Lucas ser nuestro guía y maestro cada domingo y convendría desde el inicio estar en sintonía con él, mirando qué pretende y cómo nos marcará el camino. Desde su prólogo San Lucas nos ofrece claramente sus objetivos. Sabiendo las dificultades que enfrentaban los primeros cristianos de frente a las propuestas de fuerza y poder del imperio Romano y de las pretensiones de sabiduría y felicidad del pueblo Griego, San Lucas quiere dar seguridad y firmeza a quienes ya conocen a Cristo pero deben fortalecer su fe. Las adversidades y un Reino de Dios que cada día tiene que irse haciendo presente, una espera que cada día debe hacerse actual, han provocado dudas y desaliento en los discípulos. No pretende escribir una “historia” o una reseña periodística, pero sí ayudar a mirar a Jesús vivo, presente en medio de quienes están haciendo “el camino”. Que cada quien, mirando los ejemplos que relata, pueda asimilarlo en su situación actual.
Lucas nos ayuda a percibir la presencia de Jesús no como algo pasado, sino como presente y actuante en medio de la propia historia. San Lucas escribe para quienes buscan conexión entre el mensaje de Jesús y la vida actual; para quienes se interesan por descubrir qué es lo más importante de la buena nueva; para quienes sufren ataques y han tenido dudas; para quienes buscan dinámicamente vivir el evangelio. Sus temas centrales son la oración, los pobres, la misericordia, el discipulado, la valoración de la mujer, en especial el papel de María, la conducción del Espíritu Santo que suscita nuevos horizontes y abre caminos a la evangelización. La dignidad de las personas y la vida comunitaria tienen gran importancia en sus relatos. En fin, temas que son de mucha actualidad y que nos hacen reflexionar en nuestro propio camino. También en medio de nosotros hay pretensiones de poder y felicidad que ponen en duda la Buena Nueva, también los discípulos de hoy tienen que replantearse bien los puntos centrales del seguimiento de Jesús, también hoy tienen que reavivar la esperanza en la llegada del Reino. También se necesita en estos momentos mirar con detenimiento la vida comunitaria y las responsabilidades frente a los hermanos y sus situaciones particulares.
Cuando Jesús se presenta en la sinagoga y hace la lectura del profeta Isaías, no lo recuerda como algo del pasado. Lo pone en un presente muy vivo. Es el programa de toda su actividad profética. Es un resumen de lo que nos irá presentando San Lucas a lo largo de todo su evangelio. Si estas palabras estuvieran fuera del contexto del evangelio parecerían explosivas y revolucionarias: liberar, abrir los ojos, romper cadenas, llevar buenas nuevas a los pobres… ¿Cómo sonarían a los oídos de aquellos judíos reunidos como de costumbre en su sinagoga? Claro que son las palabras que anunciaba Isaías, pero el acento que les pone Cristo, la fuerza con que las pronuncia y su decidida afirmación: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”, debieron tener fuerte impacto sobre la audiencia. En un primer momento todo es admiración y entusiasmo; pero cuando comprenden que esta actividad liberadora y las buenas noticias requieren un compromiso, cuando entienden aquellos pasivos oyentes que se exige su participación y que tendrán que cambiar muchas estructuras y expectativas, prefieren rechazar la propuesta de Jesús, lo llevan a la orilla de la población y quieren despeñarlo.
Este es el programa y la propuesta de Jesús también para nuestros días. Hoy también se cumple este pasaje de la Escritura, pero no de una manera estática, pasiva, sino dinámica, actual y exigente, que involucra a todos sus discípulos. Hoy hay cadenas que romper, hoy hay ojos que se han cerrado y que necesitan luz. Cristo trastorna las estructuras que ha establecido el hombre y propone una salvación dirigida a todos los hombres, pero de una manera especial a esa parte de la humanidad más desvalida y necesitada. Anuncia una liberación que alcanza a la totalidad de la persona y no solamente a alguno de sus aspectos. Trae Buena Noticia y no castigos ni venganzas, un “año de gracia” que implica la restauración de la paz, de una paz universal que alcanza a todos los pueblos. Sus discípulos debemos hacer hoy, y mañana y cada día, que se cumpla este pasaje. No podemos dar la espalda al hermano que sufre. Debemos luchar contra toda cultura de muerte. No temamos, no es misión “nuestra”, sino la misión de Jesús. No tengamos miedo, también cada uno de nosotros podemos decir: “el Espíritu del Señor está sobre mí”
Dios eterno y todopoderoso, conduce nuestra vida por el camino de tus mandamientos para que, unidos a tu Hijo amado, podamos producir frutos abundantes y comprometernos en la construcción del Reino de justicia, paz y amor que Él ha venido a anunciarnos. Amén.