Mons. Enrique Díaz Díaz comparte con los lectores de Exaudi su reflexión sobre el Evangelio de este Domingo 15 de diciembre de 2024, titulado: “Los caminos del Bautista”
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Sofonías 3, 14-18: “El Señor se alegrará en ti”
Salmo 12: “El Señor es mi Dios y salvador”
Filipenses 4, 4-7: “Alégrense siempre en el Señor”
San Lucas 3, 10-18: “¿Qué debemos hacer?”
México ha aparecido a nivel internacional con los nada honrosos primeros puestos en inseguridad y corrupción. A nivel de nuestro pueblo se suscitan los más variados comentarios, desde quien irónicamente dice que en algo teníamos que destacar, hasta quien enfurecido despotrica contra autoridades, instituciones y personas. “Todo está corrompido” afirmaba alguien y no está lejos de la verdad. “El problema no es saber que todos estamos metidos en la corrupción, el problema es saber qué tenemos que hacer para salir de este hoyo”. Un grupo de mujeres empieza a discutir: “La autoridad tendría que hacer algo, para eso la pusimos…”, afirma una. “Lo primero que deberíamos cambiar es la educación”, dice otra. “La Iglesia ha descuidado los valores. Ha perdido su lugar”, contesta una tercera. “Hemos descuidado la educación en la familia”, termina diciendo otra voz. ¡Qué bueno que por fin nos preocupe la corrupción, aunque no sepamos qué hacer!
Como si hubiera escuchado nuestros temores y discusiones, Juan el Bautista se nos hace presente con sus propuestas para superar el estado tan crítico no sólo de nuestro país sino de cada persona. Ya hace ocho días lo escuchábamos anunciando la cercanía del Reino y proclamando conversión. Retomaba las palabras del profeta Isaías con mensajes simbólicos, pidiéndonos enderezar el camino y hacerlo recto para poder ver la salvación de Dios. Hasta ahí todos estaban y estamos de acuerdo, el problema es cuando empieza a descender a las acciones muy concretas. Todo se suscita porque un grupo de personas se acercó para pedir el bautismo y los mandó con cajas destempladas: “Raza de víboras, den frutos de conversión y no se ufanen diciendo que son hijos de Abraham”. Pero esto lejos de desanimar a otros de sus oyentes, se atreven a preguntarle antes de recibir el bautismo: “¿Qué debemos hacer?”. Pregunta valiente y corazón dispuesto que muestra un verdadero interés en cambiar y enderezar los senderos. Juan Bautista retomando los mismos mensajes que habían proclamado los profetas empieza a enseñarnos lo que verdaderamente hay que cambiar no sólo para evitar la corrupción sino para aceptar este reino que ya se acerca.
Lo primero es tener presente al hermano “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida que haga lo mismo”. Gracias a Dios en este tiempo de Navidad aún se suscitan sentimientos de compartir y de mirar al hermano desamparado. Pero el Bautista va mucho más lejos, no se trata de un mero dar de lo que nos sobra o asistir a un intercambio de regalos. Ni siquiera, el llevar un regalito o una despensa para acallar la conciencia. Se trata ir a la raíz de la injusticia y de la corrupción. ¿Por qué hemos llegado a estas situaciones extremas? Porque la codicia se ha adueñado de los corazones, porque al ritmo del dinero danzan muchas personas e intereses, porque hemos traicionado y abandonado a Dios. Cuando se traiciona a los pobres, cuando se deja morir de hambre a los migrantes, cuando se da la espalda a la viuda, cuando no se atiende al hermano, se traiciona a Dios. La propuesta de Juan es radical, no nos dice que ofrezcamos un poco, dice que compartamos lo nuestro con el hermano. Es volver a nuestros orígenes, nacimos ambos de Dios, somos hermanos y tenemos los mismos derechos.
En segundo lugar propone una verdadera justicia:» No cobren más de los establecido”. Ya los profetas habían hablado fuerte contra los comerciantes y cobradores de impuestos. No se condena el comercio ni el cobro de impuestos, se condena el deseo de enriquecerse a costa de los pobres traficando con su libertad, vendiéndoles incluso los peores productos y robándoles su dignidad. Los impuestos nunca deben pesar sobre los que menos tienen para sostener lujos y avances de unos cuantos. San Juan recoge toda una tradición de la profecía y habla claramente cómo se debe preparar el camino del Mesías. Trastocar las estructuras que hacen pasar por justos tratados y mercados que olvidan a pueblos y personas, y los someten a un régimen muy cercano a la esclavitud. La desigualdad es el desafío más importante que enfrenta el país. La pobreza sigue siendo el principal problema que vulnera a la mayoría de los mexicanos . No es que no haya dinero ni recursos, es que están mal distribuidos y se le ha dado más valor al capital que a las personas. Se teme arriesgar los valores y el dinero, pero no se teme poner en grave riesgo la salud, la educación y la vida de los más pobres. A nivel personal pero también a nivel institucional, hoy también para nosotros el Bautista tiene una palabra.
En tercer lugar propone la rectitud de la ley: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”. Nuevamente Juan se hace eco de los profetas. De la administración de la justicia dependen los bienes e incluso la vida de muchas personas. Pero los profetas condenan la forma en que funcionan. Es frecuente la denuncia de soborno que lleva a absolver al culpable y a condenar al inocente. La codicia lleva al perjurio, al desinterés por las causas de los pobres e incluso a explotarlos con la ley en la mano. Los profetas denuncian la manipulación de la ley que lleva a excluir a los débiles de la comunidad jurídica, a robar a los pobres la reivindicación justa, a esclavizar a ignorantes y viudas, y a apropiarse de los bienes del huérfano. Muy pocas palabras tendríamos que cambiar para hacer actuales las palabras de los profetas y hoy el Bautista nos invita también a nosotros, a cambiar y a descubrir lo que hay en nuestro corazón.
Las respuestas a sus oyentes, son respuestas que debemos escuchar, asumir y aplicar cada uno de nosotros. Son indicadores muy concretos de nuestra conversión y de nuestro acercamiento al Señor. Son la forma verdadera de preparar el camino del Señor: retomar la fraternidad, buscar la verdad y la justicia, construir un mundo de paz. ¿Cómo podemos hacer nuestros los caminos que propone el Bautista?
Mira, Señor, a tu pueblo que espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo, y concédele celebrar el gran misterio de nuestra salvación con un corazón nuevo y una inmensa alegría” Amén