El Papa exhorta a detener de inmediato la producción y el uso de minas antipersona

En un mensaje firmado por el cardenal secretario de Estado Parolin, Francisco saluda a la Conferencia de Revisión de la Convención que prohíbe las minas antipersona, que se está celebrando en Camboya. El Pontífice pide a los Estados que ratifiquen el tratado y denuncia los artefactos que «siguen causando terribles sufrimientos a los civiles, especialmente a los niños»

Minas
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Que los Estados que aún no lo hayan hecho se adhieran a la Convención Internacional sobre la Prohibición del uso, almacenamiento, producción y venta de minas antipersona y relativa destrucción, y cesen inmediatamente la producción y el uso de minas terrestres. Con esta firme recomendación el Papa Francisco saluda a los participantes en la Quinta Conferencia de Revisión de la propia Convención, que se ha inaugurado hoy, y se prolongará hasta el 29 de noviembre, en Siem Reap, Camboya. En un mensaje, firmado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, y leído por el observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras Organizaciones Internacionales en Ginebra, el arzobispo Ettore Balestrero, el Pontífice defiende el tratado como un «ejemplo concreto de cómo el multilateralismo puede ser exitoso y adecuado a su propósito», ya que está firmemente arraigado en «la centralidad de la persona humana y el sentido de responsabilidad compartida».

Dolor por las víctimas inocentes

Con pesar, el Papa señala cómo, 25 años después de la entrada en vigor del documento, el primero de marzo de 1999, «se siguen utilizando minas antipersona y artefactos explosivos activados por las víctimas», y que «los conflictos son un fracaso de la humanidad para vivir como una sola familia humana». Con profunda tristeza, Francisco señala la dramática realidad de cómo «incluso muchos años después del fin de las hostilidades, estos insidiosos artefactos siguen causando terribles sufrimientos a los civiles, especialmente a los niños, creando una ulterior sensación de miedo que interrumpe los medios de subsistencia y obstaculiza la reconciliación, la paz y el desarrollo integral», lo que se traduce en un número de víctimas que ha ido en aumento en los últimos años. La pregunta que el Pontífice dirige a los presentes en la Conferencia y a toda la comunidad internacional es cuántos inocentes más «se verán obligados a cargar con las cicatrices del conflicto». Vidas humanas que son sagradas y cuya desaparición hace perder a toda la humanidad.


Detener la producción y el uso de artefactos explosivos

De ahí el llamamiento a todos los Estados para que se adhieran a la Convención, detengan la producción y el uso de esos dispositivos y «apliquen plenamente la Convención, cumplan sus compromisos con renovada urgencia y perseverancia y refuercen la cooperación y la solidaridad internacionales», pues, de lo contrario, «cualquier retraso o retroceso aumentará inevitablemente el coste humano».

El papel de la Iglesia católica

A continuación, el mensaje expresa la gratitud del Papa a todos los que trabajan peligrosamente en la remoción de minas, a las ONG y a las organizaciones gubernamentales que prestan asistencia a las víctimas y a sus allegados. Entre estas organizaciones, explica Francisco, «hay un número significativo de asociaciones de inspiración religiosa: sin sus redes de solidaridad, en muchos lugares la gente estaría abandonada a su suerte». La Iglesia católica, asegura el Papa, «sigue decididamente comprometida a ayudar a las víctimas y a contribuir a la paz mundial». Y espera que la Conferencia, «inspirada en los nobles objetivos de la Convención, se convierta en un paso importante hacia un mundo libre de minas y garantice una asistencia verdaderamente integral y reparadora a las víctimas».