Reflexión de Mons. Enrique Díaz: Huele a esperanza

Primer Domingo de Adviento

Niño Jesús Adviento
Foto de David Trinks en Unsplash

Mons. Enrique Díaz Díaz comparte con los lectores de Exaudi su reflexión sobre el Evangelio de este Domingo 01 de diciembre de 2024.

Jeremías 33, 14-16: “Yo haré nacer del tronco de David un vástago santo”

Salmo 24: “Descúbrenos, Señor, tus caminos”

I Tesalonicenses 3, 12-4, 2: “Que el Señor los fortalezca hasta que el Señor vuelva”

San Lucas 21, 25-28. 34-36: “Se acerca su liberación”

Bajo el signo de la esperanza el apóstol Pablo infundía aliento a la comunidad cristiana de Roma. La esperanza también constituye el mensaje central del próximo Jubileo 2025, que según una antigua tradición el Papa convoca cada veinticinco años. Con la antorcha de la esperanza el Papa Francisco nos invita a este año jubilar que se inicia con su preparación próxima en el adviento. Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Adviento es esperanza.


El camino del Adviento requiere preparación, constancia, medios adecuados y mucha esperanza que al final nos llevarán a contemplar la más preciosa luz que brilla en medio de la oscuridad: Jesucristo. Adviento es ese tiempo de gozosa espera que se vive como un movimiento, como un dinamismo y como un gozo. Sin embargo en este primer domingo la lectura de San Lucas podría infundirnos pavor y desanimarnos en nuestro camino. Anuncia con signos catastróficos en el sol, la luna y las estrellas que ya está cerca el día del Señor. Pero no se trata de manifestaciones que nos permitan calcular con anticipación el momento de la Venida del Señor, pues son acontecimientos que se han dado y se seguirán dando en diferentes partes. No podemos quedarnos solamente en estos signos “preparatorios” o indicativos de la Venida del Señor. Lo más importante y que nos debe motivar es que entonces: “Verán venir al Hijo del Hombre”, es que entonces se acerca la hora de la liberación.

Cristo utiliza muchas imágenes para hacernos entender cuál es la verdadera actitud del discípulo: “pongan atención, levanten la cabeza, estén alerta”. No nos dice que no habrá dificultades, no nos dice que es fácil el camino, pero nos invita a que levantemos la cabeza. Jesús nos lanza a aventurarnos en su búsqueda y espera. No podemos permanecer estáticos porque “huele a miedo”. Cuando la violencia y la inseguridad nos circundan, cuando hay gritos de dolor y angustia, una de las tentaciones mayores es la de huir, correr, hacernos los desentendidos y esconder la cabeza. Cristo nos propone otro camino: enfrentar las situaciones difíciles con la cabeza en alto, pero con vigilancia y estando alerta. Siempre será una mejor solución enfrentar las dificultades que no hacer nada. Quedarse de brazos cruzados es la peor de las soluciones. Me impresiona la lectura Jeremías, que con frecuencia amonesta al pueblo o lo amenaza con nuevos castigos a causa de su mal comportamiento, hoy proclama palabras de esperanza para el pueblo que está a punto de sucumbir: “Yo haré nacer del tronco de David un vástago santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra… Entonces llamarán a Jerusalén: ‘el señor es nuestra justicia’”. Cuando todo parece perdido, cuando Jerusalén está a punto de caer en manos del enemigo, el Señor por medio de Jeremías enciende una luz de esperanza para sostenerlos en sus desgracias. Igual, en nuestros días, las palabras del Adviento son una palabra de aliento para todos los que luchan y ponen su esperanza en el Señor.

Si estas palabras de aliento nos ayudan a levantar la cabeza, de ningún modo nos invitan a vivir irresponsablemente el momento presente. No podemos sucumbir al miedo y el Señor nos advierte: “Estén alerta, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente”. Hay quienes, aun en esta difícil situación, optan por el camino fácil del olvido en los vicios y la embriaguez. Hay quienes quieren hacer olvidar al pueblo su dolor con pan y circo, pero que no ofrecen soluciones integrales y verdaderas. Es preciso tener cuidado con lo que embota el corazón y apaga la esperanza. Es más triste la cruda y más fuerte la caída para quien anda sin precaución. El mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero nos enseña cómo afrontarlos. El discípulo de Jesús tiene las mismas causas de angustia que el no creyente; pero ser cristiano consiste en una actitud y en una reacción diferente: lo propio de la esperanza que mantiene nuestra fe en las promesas del Dios liberador y que nos permite descubrir el paso de ese Dios en el drama de la historia. Tenemos la seguridad que las estructuras injustas sólo podrán ser removidas del corazón del hombre por el paso del amor de Dios y su justicia. Así que ¡no embotemos el corazón! ¡Llenémoslo de esperanza!

Jesús nos llama a estar alerta, a velar y a hacer oración. Son las herramientas que nos ofrece para hacer este camino de espera. Adviento huele a esperanza, no a temor y angustia. Se nutre de la oración y la vigilancia unidas al trabajo a favor de los hermanos para que las promesas del Salvador se verifiquen en nuestras vidas. No esperamos un “nuevo nacimiento físico de Jesús”, pero el memorial de su nacimiento nos ayudará a que realmente nazca en nuestros corazones. Esperamos que Él vuelva en su amor, en su luz y en enseñanza. El Adviento es un camino que debemos iniciar sin miedos, que debemos andar con precauciones para no caer en las trampas del mal y que debemos proseguir fortalecidos con la oración, la vigilancia y el amor.

¿Qué suscita en nuestro corazón este tiempo del Adviento? ¿Qué riesgos corremos en estos tiempos: la desesperación, la indiferencia, el conformismo? ¿Cómo nos preparamos para la Navidad?

Padre Bueno, despierta en nosotros el deseo de prepararnos a la venida de Cristo con un corazón alerta, con nuestros sentidos vigilantes y con un amor fraternal, para que nuestro pueblo pueda encontrar con su presencia “la justicia y el derecho”. Amén.