Libertad de pensamiento

Fundamental en la educación de nuestros hijos

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Si la educación de nuestros hijos no está dirigida hacia la libertad, no podemos hablar de educación. La libertad no es opcional. Es una meta, siempre inalcanzable en su máximo grado, pero a la que no podemos renunciar.

Por ello, parte de la educación de nuestros hijos debe consistir en hacerles fuertes, muy fuertes, para que puedan ser críticos, muy críticos, con la sociedad. Si nuestros hijos no llegan a ser críticos serán tan esclavos de la sociedad como el resto de los animales lo son de la naturaleza. Cuando el ser humano no es crítico deja de ser un animal racional para seguir siendo un mero ejecutor de conductas no ya genéticamente determinadas sino socialmente establecidas.

Sin embargo hoy, y mucho me temo que cuando nuestros hijos crezcan seguiremos más o menos igual, el pensamiento crítico está gravemente perseguido. La libre expresión también. Hace ya muchos años que vivimos en «democracia» y se supone que hoy somos libres para pensar y expresar lo que queramos. No es cierto. Vivimos bajo la dictadura del pensamiento único y el relativismo pseudo-tolerante, que se enmascaran bajo la idea genérica de que sólo se puede expresar lo «políticamente correcto».

Debemos hacerles fuertes para poder resistir los ataques (en ocasiones sutiles, a menudo intencionadamente hirientes) por expresar pensamientos tales como:

  • Estoy en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo. Esto NO quiere decir que esté en contra de las personas homosexuales. Si alguien quiere extrapolar que estar en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo es estar en contra de los homosexuales o no lo ha entendido, o no lo ha querido entender, o está manipulando lo dicho de manera torticera. De igual manera que por estar en contra de la poligamia no significa que se esté en contra de las personas de religión islámica.
  • Estoy en contra de la adopción por parte de solteros. Creo que los niños tienen derecho a un padre y una madre y que los hijos NO son un derecho de los adultos. Por favor que nadie empiece con casuística y con que «es mejor un padre o una madre que ninguno» y que «lo importante es el amor», etc. No estoy hablando de casos particulares, estoy intelectualizando. No estoy en el nivel afectivo, ni personalizado.
  • La expresión «científicamente demostrado» NO equivale a que sea cierto o que el corolario tenga que ser aceptado. Les pondré un ejemplo, aunque sea excesivamente simple. Cuando estaba en la facultad nos explicaron un estudio que el profesor había realizado en el que se demostraba que existía una correlación inversamente proporcional entre el cociente intelectual y el tamaño del pecho de las mujeres. Los resultados eran estadísticamente significativos. Lo único que demuestra ese estudio es que hay personas tan aburridas en los despachos de la universidad que se dedican a perder el tiempo haciendo estudios de este tipo, NO que las mujeres con más pecho son menos inteligentes. Cuando se habla de una investigación científica lo primero que conviene saber es quién la lleva a cabo, quién la financia y que objetivo tiene. Conociendo esas tres premisas los resultados son perfectamente previsibles.
  • Educación NO es sinónimo ni equivalente a enseñanza. La función de los colegios es enseñar, la de los padres es educar. Si las personas que componemos la sociedad seguimos usando ambos términos como sinónimos, seguirá habiendo padres que se crean que el colegio puede hacer su labor.
  • Estoy a favor de la enseñanza en casa, es decir estoy en contra de la escolarización obligatoria. Esto no quiere decir que debamos cerrar los colegios, simplemente que creo que los padres deberíamos poder optar, como en tantos otros países del mundo, a enseñar en casa. Creo que un pequeño porcentaje de la población infantil se podría beneficiar de ello.
  • Estoy a favor de la enseñanza diferenciada, lo que no significa que esté en contra de la enseñanza mixta. Simplemente, una vez más, creo que los padres debemos tener opciones entre las cuales poder elegir, opciones iguales, no «colegios privados» para la enseñanza diferenciada y «colegios públicos o concertados» para la enseñanza mixta. Eso no son opciones equitativas ni equivalentes.
  • Los ingenieros, arquitectos, médicos y notarios siguen teniendo, por el mero hecho de haber terminado sus estudios, un reconocimiento social que está injustificado y que es reflejo de un status quo obsoleto. Al fin y al cabo, lo único que han demostrado es que han superado una serie de pruebas académicas, como cualquier otro licenciado, diplomado o graduado escolar. Además, el concepto de inteligencia ha evolucionado lo suficiente en los últimos veinte años como para seguir asociándolo al éxito académico.
  • La opinión política y social de los actores y actrices tiene un eco y una repercusión en la sociedad absolutamente injustificado. Por el simple hecho de pertenecer a un colectivo profesional no quiere decir que tu opinión sea relevante para el resto, de la misma manera que tampoco se tiene en cuenta la opinión en política o en aspectos sociales de los taxistas, los quiosqueros o los maestros. Además, el hecho de que la opinión de los actores y actrices sea aparentemente tan unánime en un sentido, da mucho que pensar acerca de la libertad de pensamiento y expresión de ese colectivo.

Nuestros hijos deben saber que por expresar pensamientos como los aquí mencionados podrán ser tachados de antediluvianos, retrógrados, ignorantes, demagogos, talibanes y otras lindezas propias de la falta de libertad y la pseudo-tolerancia que caracteriza esta sociedad. Aún así, ellos no deberían nunca hablar así de alguien que opine en sentido contrario. Debemos hacerles ver que es lógico, inevitable, magnífico y muestra de la grandeza del ser humano que haya posiciones distintas, distantes e incluso opuestas.

Debemos enseñarles, además, que deben TOLERAR no solo las opiniones, sino también las acciones de los demás. Aunque estén en contra de determinadas prácticas más o menos extendidas en nuestra sociedad, no deben rechazar a nadie NI criticar a nadie por realizarlas. Así por ejemplo, podemos explicarles como papá contrató dos personas para trabajar con niños con discapacidad, aún sabiendo que eran homosexuales, y tenemos grandes amigas que son MAGNÍFICAS madres solteras tras haber adoptado uno o varios niños. Podemos discrepar en la forma de pensar, ser y actuar, pero nunca debemos rechazarnos por ello.


También debemos advertirles que es mejor que no esperen tolerancia por parte de los demás. Se llevarían demasiadas decepciones.

En un artículo gráfico del periódico La Razón del mes de julio de 2010, Gaín resume, en una sola frase, el modus operandi de los poderes fácticos actuales: “El primer paso para desprenderse de los valores morales es transformarlos en prejuicios”.

Nuestros hijos deben crecer siendo fuertes para expresarse sea cual sea su opinión, y vencer el miedo que puedan tener (lógico, tal y cómo están las cosas), ya que el miedo es enemigo de la libertad. No es tarea fácil, creo que el miedo de los padres de hoy está limitando la libertad que nuestros hijos necesitarán mañana.