El corazón

Comentario al capítulo uno: «Dilexit Nos»

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El Papa Francisco acaba de publicar la encíclica Dilexit Nos dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. Con este artículo, quiero animar a su lectura y también hacer una breve glosa de su primer capítulo titulado «La Importancia del Corazón».

En él, el Papa se lamenta de la poca importancia y el escaso tratamiento que ha tenido el corazón en la antropología a lo largo de la historia de la filosofía. Esto es algo que podemos comprobar fácilmente por la superficialidad y el sentimentalismo con que se utiliza esta palabra, por ejemplo, cuando se aplica a las revistas o los programas del corazón. A continuación, ofrezco brevemente una media docena de tips que puedan ayudar a entender un poco mejor cuál es la estructura y el protagonismo del corazón.

Los Sentimientos: Una Clasificación

1. Sentimientos Corpóreos

Primero, nos fijamos en los sentimientos corpóreos, que son más bien sensaciones y estados del cuerpo. Un dolor de cabeza o un estado general de cansancio después de haber hecho deporte o de haber dormido mal. Esto es la mínima expresión de lo que se denomina sentimientos y, como digo, con más propiedad, habría que llamar sensaciones.

2. Sentimientos Psíquicos

El segundo tipo de sentimientos son los que se podrían denominar psíquicos. Son conmociones que experimentamos a partir de cómo nos afectan las cosas o los acontecimientos. Por ejemplo, caminando por una calle oscura y solitaria, si oigo pasos detrás de mí, siento miedo. O si un conductor me toca la bocina y me insulta, siento ira. Según cómo nos afectan las cosas, experimentamos unos sentimientos u otros. A veces son muy intensos y breves, y se denominan pasiones; otras veces son más moderados y duraderos, y se llaman afectos o sentimientos.

3. Sentimientos Racionales

El tercer tipo de sentimientos en este «sentimentario» podrían denominarse sentimientos racionales. Son conmociones que experimentamos por el valor objetivo que tiene el objeto en sí mismo. No están motivados por experiencias externas a nosotros, sino que son más bien propuestas de la realidad que acogemos, aceptamos y respondemos afirmativamente. Son profundamente intelectuales y tienen un fundamento en el valor objetivo de lo que los motiva.

Algunos ejemplos de estos sentimientos racionales incluyen:

  • Entusiasmo: Al escuchar una pieza musical sublime, no solo por el ritmo sino también por el contenido y la letra.
  • Alegría: Cuando somos testigos de una acción noble, como la de un operario de limpieza que encuentra una bolsa con dinero y la devuelve a la policía.
  • Don de Lágrimas: Ante las desgracias ajenas, como la tragedia ocurrida en España en el Mediterráneo.
  • Contrición Profunda: El dolor de amor por los pecados, una valoración de la gravedad del pecado y el sentimiento de dolor.
  • Genio Artístico y Talento Intelectual: La capacidad de crear arte o entender a fondo las cosas, y la sensibilidad para los valores morales.
  • Felicidad: No solo un pensamiento de que todo está bien, sino un verdadero sentimiento racional basado en la realidad.
  • Amor Personal: Amar a otra persona como se merece, reconociendo el valor del objeto más elevado, que es el ser humano.

El Corazón: Centro de la Persona

Los sentimientos racionales unen la sensación (el cuerpo) con la razón (el espíritu), siendo el corazón el centro de la persona. No es simplemente una dimensión corpórea ni un acto espiritual, sino una coproducción que involucra la conmoción sensible razonable y espiritual. Estas conmociones están por encima de la inteligencia y la voluntad; no basta con pensarlos o desearlos, ya que tienen carácter de don, de regalo, algo que uno recibe y debe acoger.

La Primacía del Corazón

En el plano intelectual, la primacía es de la razón; en el plano moral, de la voluntad; pero si consideramos a la persona en su conjunto, la primacía es del corazón. Una persona vale lo que vale su corazón. El corazón es una facultad tan real, consistente y objetiva como la inteligencia y la voluntad, no es un sentimiento melifluo ni sentimental. Es la facultad más elevada de la persona, su centro y su valor, su auténtico yo.

El Amor: El Sentimiento Racional Más Elevado

El amor es querer a otra persona como se merece. Los sentimientos racionales reconocen el valor del objeto más elevado, el ser humano, quien tiene una dignidad absoluta. El hombre puede valorar las cosas en sí mismas y ponerse a su servicio, manifestando así su dignidad absoluta.


El amor interpersonal es lo propio del corazón. Las relaciones interpersonales de mutuo reconocimiento y entrega nacen del corazón. Entre ellas, destaca la misericordia, que significa llevar en el corazón las miserias y necesidades de los demás. Amar y ser amado es esencial para el ser humano. El amor, siendo un don, es lo más necesario pero menos asequible con nuestras propias fuerzas. El corazón humano anhela un amor infinito y eterno, reflejo de las huellas dactilares de Dios en nosotros.

Capítulo 1: Dilexit Nos. El corazón

Capítulo 2: Gestos y palabras de amor

Capítulo 3: Este es el corazón que tanto amó