Facilitando el Encuentro con Cristo: Claves para Catequistas y Educadores en la Fe

Capítulo 3: Estrategias y recursos prácticos para guiar a las nuevas generaciones en el camino de la fe

Jesús entre los doctores (Veronés) - Museo del Prado

En este tercer y último capítulo de nuestra miniserie, vamos a profundizar en cómo lograr que el encuentro con Cristo sea una realidad viva, ya sea en el ámbito familiar, la parroquia, o en el colegio. Anteriormente hablamos sobre la esencia de la relación cristiana: un encuentro personal y amoroso con Cristo. La mediación, ya sea del catequista, el sacerdote o el profesor, no actúa como simple intermediario, sino como un verdadero “puente” que acerca al alumno, al hijo, o al catequizado a Jesús.

La Psicología del Corazón y el Encuentro con Cristo

Para facilitar este acercamiento, es vital comprender cómo funciona el corazón humano, y no nos referimos a lo sentimental, sino a esa intersección entre lo sensible y lo racional que llamamos “afectividad espiritual”. Dentro de cada persona existe un proceso tendencial; tendencias naturales que, satisfechas o no, generan sentimientos como alegría o tristeza, y que guían nuestro comportamiento. En este sentido, el “corazón” es una suerte de filtro espiritual que reacciona no sólo ante lo que nos conviene, sino ante lo que reconocemos como valioso en sí mismo: lo bello, lo justo, lo bueno.

Aquí entra el papel del mediador cristiano. Educar y cultivar este corazón, despertarlo para que crezca y madure, es clave. Esta labor de “educere”, de sacar a la luz el potencial interno, es la primera de las tareas del educador, quien ayuda al otro a desarrollar su propia capacidad de discernimiento, de empatía, y de entrega sincera. Esto se logra mediante propuestas adecuadas a la edad y etapa de desarrollo, como ejercicios de imaginación, escucha activa y empatía para los más pequeños, y de compasión y acompañamiento para los jóvenes.

Los Ejercicios de Cultivo del Corazón

Cada etapa tiene sus propias herramientas pedagógicas. En la infancia, la imaginación es la clave, y para ello se puede cultivar este aspecto de manera constructiva. A través de la observación de la naturaleza, la historia, o el cosmos, el niño aprende a valorar la realidad y alejarse de la fantasía escapista, promoviendo un corazón curioso y abierto. En la adolescencia, el foco está en la escucha y la compasión, habilidades fundamentales para el crecimiento en madurez y profundidad.

El objetivo de estos ejercicios es fomentar un corazón sensible a los valores más altos, que no sólo reacciona ante lo útil o lo conveniente, sino que se maravilla con el bien, la belleza y la verdad. Un corazón empático, observador y profundo es capaz de abrirse al encuentro con Cristo y descubrir en Él el sentido último de la vida.

Inducere: Presentar a Cristo como Camino de Vida

La segunda tarea fundamental del mediador cristiano es “inducere”, es decir, presentar a Cristo de manera cercana y accesible. Esto se puede hacer de múltiples formas, adecuadas a cada etapa de desarrollo. En la infancia, por ejemplo, se puede enseñar a los niños la “lectio divina”, una forma de oración que consiste en leer la Palabra de Dios y profundizar en ella. Este ejercicio no solo fomenta el amor a la Escritura, sino que permite al niño imaginarse en la escena evangélica, conectando con Cristo desde sus primeros años de vida.

Para los adolescentes, en cambio, se recomienda la “oración del corazón”, una forma más personal y profunda de oración que puede responder a sus inquietudes, dudas, y sentimientos de soledad o culpa. A través de esta práctica, el joven aprende a hablarle a Cristo de manera íntima, creando un espacio de encuentro auténtico y personal.


El trabajo del educador cristiano, sea en la familia, en el colegio o en la parroquia, tiene la misión de facilitar el camino para el encuentro con Cristo. Esto no se logra sólo con palabras o conocimientos, sino mediante la experiencia viva y concreta de la fe. Educar el corazón y presentarlo a Cristo es la clave para que cada persona descubra su valor más alto y se anime a vivir una vida de plenitud en el amor de Dios.

Que este tercer capítulo sirva como una guía práctica para quienes desean acercar a los demás a Cristo de una manera auténtica y profunda. La fe, en última instancia, es un encuentro personal y amoroso que nos impulsa a vivir con el corazón abierto y en la verdad de Cristo.

Episodio 1: Claves para el encuentro con la fe en la comunidad educativa

Episodio 2: La relación personal con Cristo: Un encuentro transformador