Israel: El Reloj Espiritual Del Mundo

¿Por qué en pleno siglo XXI los ciudadanos del mundo no podemos evitar un conflicto global catastrófico para toda la humanidad?

Unsplash - Jason Olliff

Guerra profetizada en Oriente Medio

Vemos con preocupación como el actual frente principal de ese posible conflicto global es el Medio Oriente, es decir, Israel, Irán, Siria y sus países limítrofes. Resulta muy curioso que en estos momentos de incertidumbre, confusión y engaño, desde ciertos liderazgos mesiánicos se tome en consideración una antigua profecía válida tanto para los ortodoxos, los protestantes, los judíos, los musulmanes y los cristianos. Dicha profecía anticipa cómo el Armagedón podría producirse en las proximidades de Tierra Santa.

Se ha señalado en alguna ocasión que desde el punto de vista profético, Israel es el “reloj espiritual del mundo”. Precisamente por ello, y ante los terribles acontecimientos que estamos presenciando en Medio Oriente, podemos intuir que el mundo está a punto de cambiar abruptamente a partir de circunstancias que implicaran a judíos, cristianos y musulmanes, en primer término, pero que también afectaran al resto de las naciones del mundo.

En este sentido, el profeta Ezequiel nos legó para la posteridad sus textos sobre la guerra de Gog y de Magog que parecen anticipar lúcidamente la actual situación geopolítica en el Medio Oriente. En dicha batalla, que se desencadenaría en la llanura de Meguido, Rusia se vería arrastrada hacia un conflicto global – que en principio no desea – junto con una alianza de diversas naciones tras un presunto ataque de Israel contra Irán y sus aliados.

En efecto, Ezequiel dejó para la interpretación de las generaciones futuras el siguiente mensaje inspirado: “He aquí que estoy contra ti, Gog, príncipe soberano de Mésec y Tubal (actual Rusia) (…) te sacaré con todo tu ejército (…) Con ellos están Persia (Irán), Cus (Etiopía) y Fut (Libia), todos ellos armados con escudo y yelmo. Gómer, con todas sus tropas, y la casa de Togarma (Turquía), desde el lejano norte con todas sus tropas y muchos pueblos contigo (…) Después de muchos años invadirás un país salvado de la espada, reunido de muchos pueblos a los montes de Israel (…) En los últimos días atacarás a mi pueblo Israel como nublado para cubrir la tierra”.

Hay que reconocer que dicho texto hermético resulta un tanto inquietante, precisamente en estos días en los que somos conscientes de la intensificación de los movimientos bélicos por tierra, mar y aire en Medio Oriente y en diversas regiones del planeta.

También resulta curioso que este grave deterioro de la paz mundial ya fuese anunciado en las apariciones de Fátima. En efecto, para los creyentes católicos y para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, Fátima representa un aviso a la humanidad así como una invitación a la conversión individual del corazón y a un nuevo despertar espiritual colectivo hacia Dios ante la batalla final entre el bien y el mal.

En consonancia con las apariciones marianas de los últimos siglos, también Nuestra Señora del Carmen en Garabandal anuncia un Aviso, un Milagro y condicionalmente un Castigo, realizando una invitación a la penitencia para reparar por los pecados individuales y colectivos de la humanidad, y a confiar en la misericordia divina.  El mensaje central de nuestra Madre en Garabandal dice así:

“Como no se ha cumplido y no se ha dado mucho a conocer mi mensaje del 18 de octubre de 1961, os diré que este es el último. Antes, la copa se estaba llenando, ahora, está rebosando. Muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira del buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con alma sincera, Él os perdonará. Yo, vuestra Madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. ¡Ya estáis en los últimos avisos! Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación. Pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más. Pensad en la Pasión de Jesús”.

En esa misma dirección en Medjugorje, la Reina de la Paz refuerza el mensaje de esperanza y misericordia dado a la humanidad por Jesús hace más de dos mil años, y desde ese pequeño santuario entre montañas situado en Bosnia-Herzegovina, se sugieren cinco simples “piedrecitas” (oración, Eucaristía, lectura de la Biblia, ayuno y confesión) como armas para abatir a ese Goliat que tenemos frente a nosotros y para que de ese modo podamos alcanzar la paz interior, una vida plena y con sentido y una paz mundial justa y verdadera.

Puede ser que para los ciudadanos de la hipermodernidad y de la sociedad biotecnológica estos antiguos mensajes de la tradición resulten un tanto apocalípticos. Incluso puede opinarse que el enfoque prospectivo profético no debe ser tomado seriamente en consideración en las actuales circunstancias. No obstante, creemos importante exponer abiertamente esa visión alternativa a los análisis de los más prestigiosos think tanks en el mundo ya que observamos con inquietud y sincera preocupación como el escenario bélico global va tomando cuerpo día a día sin que se vean indicios que nos conduzcan a un auténtico cese de las hostilidades.

Como ciudadanos del mundo creemos que es lícito preguntarnos si en pleno siglo XXI el conjunto de la humanidad no puede hacer nada para impedir pacífica y democráticamente una nueva guerra mundial.

Profecía islámica chiita: El Imám Mahdi está a las puertas 

En la madrugada del viernes 3 de enero de 2020, tres días antes de la celebración cristiana de la Epifanía del Señor, es decir, de la festividad en que se conmemora la Adoración a Jesús de los tres Reyes o Sabios de Oriente, el poderoso general Quasem Soleimani, comandante de la fuerza de élite Al Quds de la Guardia Revolucionaria Iraní, era abatido en un ataque con misiles lanzados desde un dron MQ-9 Reaper en el aeropuerto de Bagdad, la capital de Irak, perpetrado por el Ejército estadounidense siguiendo órdenes del presidente Donald Trump, según confirmó el propio Pentágono.

El sucesor de Soleimani como comandante de la Fuerza Quds, Esmail Ghaani, reveló más tarde que trabajaría para “eliminar toda la presencia estadounidense en la región” y “para lograr el dominio del Imán Oculto (el llamado Mahdi)”. Al hacer estos comentarios, el nuevo comandante indicó que pertenecía a los llamados “Twelvers” del IRGC.

Los “Twelvers” son chiitas que creen en una visión profética del “fin de los tiempos” y que esperan el regreso del Mahdi, el Imán que gobernará el mundo después de la última guerra contra Al-Masih ad-Dajjal. El Dajjal, en la escatología chií, es una figura malvada, un falso mesías, un ser caracterizado por la mentira y el engaño, que está tratando de descarrilar la llegada del Mahdi. El Dajjal islámico es comparable al Anticristo cristiano o a la figura del “Armilus HaRasha” en el judaismo.

Casualmente Irak juega un papel central en la doctrina de los “Twelvers” dado que, según dicho grupo, Bagdad será la ciudad en donde residirá finalmente el Mahdi, y por ello, se convertirá en la capital del futuro califato mundial de los “Twelvers”.

En el año 2011, el gobierno iraní produjo un video donde se explicaba por qué las actuales turbulencias en Egipto, el norte de África y en el Oriente Medio, están en consonancia con la profecía islámica chiita que habla del regreso del Imam Mahdi. Según esa visión oficial gubernamental iraní, el caos y la masacre en el epicentro de esa zona son esenciales para la venida de Mahdi.

Irán cree en dicha profecía y está preparando el camino para el Mahdi, el Duodécimo Imán de Alá, dado que para esa cosmovisión chiita, el mesías islámico está a punto de aparecer. En dicho documental gubernamental, el régimen iraní aportaba datos indicando que todas las señales proféticas se están ya verificando y que Irán pronto ayudará a marcar el comienzo de los tiempos finales donde los ejércitos del Islam serán conducidos por dicha figura mesiánica a la victoria sobre todos los no-musulmanes.

En múltiples ocasiones durante su mandato, el expresidente de Irán Mahmoud Ahmadenijad, ha afirmado que Irán conquistará Jerusalén antes de la venida del Mahdi.

Vemos pues como la rama chiíta del Islam cree que el Mahdi volverá en este final de la historia, en una época caracterizada por el caos, la masacre y la confusión, para establecer en el mundo la justicia y la paz. Cuando él Imam Oculto venga, dicen los chiitas, el Mahdi llevará a Jesús con él. Jesús seria de este modo como un personaje suplente ya que no vendría al mundo en toda su Gloria y Majestad como Rey de reyes y único Salvador y Redentor de la humanidad como enseña la Biblia cristiana. De este modo, Jesús, visto por los musulmanes únicamente como un profeta, obligaría a todos los infieles a elegir entre seguir al Imam Mahdi o la muerte. Para la cosmovisión cristiana, esta figura que genera una clara contraposición con la figura de Jesucristo como el auténtico Mesías, resultaría ser, en realidad, el mismo Anticristo.

Según los eruditos chiítas, el Mahdi aparecerá primero en La Meca para posteriormente conquistar el Medio Oriente. A continuación, establecerá la sede de su gobierno islámico mundial, o califato, en Irak. Y es que Mesopotamia fue uno de los primeros asentamientos humanos conocidos más antiguos ubicados en la zona del Oriente Próximo entre los ríos Tigris y Éufrates. Allí, bajo la dominación persa se formaron las satrapias de Babilonia y Asiria. También se cree que en la región conocida como los Pantanos Iraquíes, fue en su día la ubicación de la primera y principal utopía del mundo: el Jardín del Edén Bíblico.

Por otro lado, para el Gran Ayatolá de Irán Naser Makarem Shirazi el Imam Oculto o Mahdi llegará a utilizar alta tecnología, tal y como corresponde a la época moderna. En este sentido afirma que “hoy utilizamos satélites, y a través de ellos, cubrimos extensas áreas, por lo que cualquiera con un receptor puede utilizarlos /…/ Para el momento de la llegada del Mahdi, habrá un aparato poderoso, el cual hoy puede ser difícil de imaginar, que transmitirá imágenes a fin de que todo el mundo sea visible como la palma de una mano”.

El Gran Ayatolá Shirazi asegura que “sin el control del mundo por unos aparatos de inteligencia, no puede existir ningún régimen global unificado (tal como fue predicho que habrá cuándo el Mahdi llegue) y sin paz, seguridad y decencia /…/ Por lo tanto, Alá le otorgará al Mahdi esta herramienta /…/ Una vez más hago hincapié en que se trata de un tema rutinario y que es inconcebible que llegue milagrosamente, sino más bien llegará por medio de herramientas comunes basadas en avances científicos y tecnológicos”.

Es interesante comprobar la diferencia entre la Parusía cristiana, que espera para un futuro indeterminado la Segunda Venida de Jesucristo y la espera chií en el Mahdi, ya que para esta cosmovisión islámica el elegido ya habita entre nosotros, oculto en algún lugar del mundo. Por ello, para los creyentes chiís, el Imán Mahdi actualmente vivo, sigue guiando a la comunidad en un lugar escondido, desde donde saldrá para aparecerse nuevamente y acabar con este mundo corrupto y reestablecer de este modo la justicia bajo un gobierno justo global, que instaurará la paz y el humanitarismo, produciéndose así el punto y final de la historia de la humanidad, ya que a continuación sobrevendrá el juicio final.

La figura del anti-mesías islámico, cristiano y judío

En otro orden de cosas, resulta interesante tener en cuenta la carta que el Gran Soberano del antiguo rito de la francmasonería Albert Pike escribió a Giuseppe Mazzini el 15 de agosto de 1871 y que se conserva en la biblioteca del Museo Británico en Londres. Pike cuenta a Mazzini que para instaurar el Nuevo Orden Mundial que deseaban construir ya desde esa época, había que provocar tres grandes conflictos mundiales.

El primer conflicto tenía como objetivo, tras la Primera Guerra Mundial, destituir a los zares cristianos de Rusia e instituir un país comunista y ateo.

El segundo conflicto tenía como objetivo exacerbar las diferencias entre el sionismo político y el nacionalismo germano. Con la Segunda Guerra Mundial, se consiguió destruir al Nazismo e instituir el Estado de Israel en Palestina. También se consiguió fortalecer el comunismo internacional para contrarrestar a la cristiandad, todavía necesaria para la tercera y última fase.

Es interesante detenerse en el tercer conflicto “predicho” en la citada carta de Albert Pike y que sería provocado para enfrentar al sionismo político (el Estado de Israel) con el Islam. Dicho conflicto se prevé que produzca la destrucción mutua provocando un caos social y un colapso general a nivel mundial.

En dicho documento se afirma lo siguiente: “Que en todo terror se muestre a las naciones el efecto del ateísmo absoluto. Mientras tanto las otras naciones, cada vez más divididas, se verán constreñidas a pelear hasta la exhaustividad física, moral, espiritual y económica. Y así nosotros podremos crear el último conflicto que pacificaremos instaurando el Nuevo Orden Mundial”.

Pike admitía abiertamente en dicha carta a Mazzini que “Occidente usaría al Islam como componente central para cumplir sus objetivos y llevarlo a la guerra”. En su agenda o “previsiones” dicho conflicto sería la Tercera Guerra Mundial.

Pike también mencionó en dicha carta que una vez que el Islam cumpliera su cometido, todas las religiones del mundo serían reemplazadas por una religión global unificada, luciferina, útil para el nuevo sistema mundial.

Ahí es donde parece que entrarían en juego las señales proféticas de las tres religiones abrahámicas que tienen en cuenta el dominio mundial durante un determinado tiempo del anti-mesías, denominado el Anticristo por el cristianismo, el Dajjal por el Islam y Armilus por el judaísmo.

Según las tres cosmovisiones mesiánicas abrahámicas, el Nuevo Orden Mundial que algunos pretenden construir en favor de un anti-mesías que resultaría inicialmente seductor y engañoso pero que posteriormente mostraría su  perfil satánico y brutal, será un periodo que durará muy poco.

No obstante, dicho periodo de tribulación resultará una auténtica prueba de fuego que purificará a toda la humanidad y personalmente a quienes busquen la auténtica Luz en la paz, la libertad, la justicia, la verdad, el bien y la belleza que concede, como un don, el Dios-Amor que es la Santísima Trinidad.

¡Despertad!: falsa paz y seguridad

Por todo lo que hemos enunciado anteriormente, resulta pertinente e interesante efectuar un análisis de los actuales acontecimientos políticos y geoestratégicos desde la lectura del conocimiento profético.

Entre las muchas profecías bíblicas relacionadas con el fin de los tiempos se halla la que está registrada en el capítulo 1 de Tesalonicenses 5. En esta ocasión, Pablo, Silvano y Timoteo se dirigen a la iglesia de los Tesalonicenses con las siguientes palabras:

“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.


Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con Él. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”.

¿A qué se estará refiriendo dicha profecía al decir: “Paz y seguridad”? Y por otro lado, ¿Cuál es la destrucción que viene inmediatamente después? Para algunos autores este texto se está refiriendo a la “destrucción repentina” del imperio mundial de la religión falsa, al que se denomina “Babilonia la Grande” en las profecías bíblicas (Revelación 17, 5).

Pero, ¿por qué un juicio tan severo contra el sistema globalizante de este mundo? La Palabra de Dios responde: “Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo” (Revelación 18, 5).

En el capítulo 1 de Tesalonicenses la destrucción que se describe acontece de una forma muy repentina e inesperadamente, porque el “día del Señor” ha de venir “exactamente como ladrón en la noche”. Esta expresión se refiere a que la mayor parte de la humanidad no se habrá mantenido alerta a la revelación progresiva de la voluntad de Dios. La humanidad se encuentra dormida en sentido espiritual. Los hombres y mujeres de nuestro tiempo han permitido que se les emboten los sentidos, de modo que apoyan a este sistema de cosas condenado a la destrucción.

Por eso, la destrucción de “Babilonia la Grande” viene de manera inesperada para ellos. Ciertamente el “día del Señor” para la destrucción de todos los elementos que componen el sistema construido por Satanás vendrá “exactamente como ladrón en la noche”. La destrucción les sobrevendrá a los enemigos de Dios repentina y dolorosamente, “como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera”.

Por consiguiente, la expresión “Paz y seguridad” será tan solo una apariencia o fachada propuesta a Israel por el Nuevo Orden Mundial. Resultará ser una “Falsa paz”. Esta, no afectará a la verdadera condición de la humanidad deseosa de la auténtica paz de Cristo manifestada en nuestros corazones.

Así pues, aunque el mundo se dejará engañar por vanas esperanzas durante la próxima declaración de “Paz y seguridad”, según manifiestan algunos intérpretes del conocimiento profético, a los siervos del Señor no se les engañará. Más bien, dicen, éstos tomarán el cumplimiento próximo de esta profecía por lo que verdaderamente es: una señal final de que la “Gran tribulación” está a punto de comenzar. Además, según dichos intérpretes de las profecías bíblicas, después que termine el “día de la ira del Señor”, sus siervos fieles entrarán en un nuevo sistema de cosas más justo, donde comenzarán una vida sin fin en una Tierra que será transformada en un paraíso. Serán los tiempos de la recapitulación de todas las cosas en Cristo.

 “Ya que todas estas cosas se disolverán de este modo, ¡piensen en la clase de personas que deben ser! Deben realizar actos santos de conducta y hechos de devoción a Dios mientras esperan y están muy pendientes de la presencia del día del Señor, mediante el cual los cielos serán destruidos por las llamas y los elementos se derretirán por el intenso calor. Pero hay unos nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en ellos reinará la justicia” (2 Pedro 3, 13; Revelación 7, 9-17).

Por otro lado, algunos intérpretes de estas profecías bíblicas, han establecido un paralelismo entre las condiciones que existen en la sociedad actual dirigida hacia un Nuevo Orden Mundial sin Dios y lo que ocurrió en la Tierra precisamente antes de que Dios destruyera a un mundo antiguo por medio de un diluvio universal

En cuanto a aquellos días, la Biblia dice: “Vio Dios que abundaba la maldad del hombre en la tierra…y la tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios verdadero y se llenó la tierra de violencia” (Génesis 6, 5, 11). Jesucristo predijo que “así como eran los días de Noé, así sería nuestro tiempo” (Mateo 24, 37). Una vez más toda la Tierra se ha “llenado de violencia” porque “la maldad del hombre” es abundante. Condiciones como ésas antes del Diluvio fueron prueba de que se acercaba el fin de aquel sistema de cosas antiguo.

Judaísmo mesiánico en la historia de la Salvación

Para muchos judíos mesiánicos, las condiciones mundiales actuales representan el cumplimiento de la profecía bíblica: “cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina”. Dicho grupo religioso identifica claramente el hecho de que el sistema de cosas actual se halla en su “tiempo del fin”, en sus “últimos días”, teniendo en cuenta el cronograma de los Tiempos de Dios.

Contrariamente a otras ramas del judaísmo, el judaísmo mesiánico afirma que Yeshúa -Jesús de Nazaret para los cristianos- es verdaderamente el Mesías- el enviado o ungido de Dios- surgido del pueblo de Israel.

Los judíos mesiánicos se consideran a sí mismos como “judíos en religión” y practican su fe de manera que ellos se autodefinen como los “auténticos observantes” de la Torá (la Ley de Moisés), aunque ninguna corriente judía desde los reformistas hasta los ortodoxos, los reconoce como judíos debido a que aceptan el Nuevo Testamento como Palabra de Dios y a Jesús como el verdadero Mesías.

El judaísmo mesiánico se originó como un movimiento hebreo-cristiano en la Inglaterra del siglo XIX. La primera de estas congregaciones fue “Ben Abraham” en la ciudad de Londres, fundada con cuarenta y un miembros. En ese mismo siglo en Europa Oriental surge uno de los principales precursores del Judaísmo Mesiánico, Ignatz Lichtenstein de Hungría, quien a mediados de 1890 influyó decisivamente en este movimiento con lo que ciertos estudiosos denominan literatura mesiánica clásica, en el idioma alemán.

Hoy en día existen grandes organizaciones judías mesiánicas que representan la mayoría de las sinagogas y Congregaciones Mesiánicas a nivel mundial, como la Unión de Congregaciones Judías Mesiánicas (UMJC por sus siglas en inglés), la Alianza Internacional de Judíos Mesiánicos (IMJA por sus siglas en inglés) y la Federación Internacional de Judíos Mesiánicos (IFMJ por sus siglas en inglés).

En este gran grupo de judíos mesiánicos encontramos los mesiánicos trinitarios y unitarios, mesiánicos cristianos y católicos. Todos ellos están, según su espiritualidad, clasificados en las corrientes comunes del judaísmo: bien sean conservadores (que a pesar del Evangelio conservan las enseñanzas talmúdicas), ortodoxos (que se basan en el cumplimiento literal de las Sagradas Escrituras) y reformistas (cristocéntricos).

Es decir, que hay algunos judíos mesiánicos que niegan que Jesucristo sea Dios y hombre (niegan los dogmas de la Trinidad y de la Encarnación) mientras que otros aceptan esas verdades. Los “judíos mesiánicos católicos”, por su parte, aceptan al Papa como vicario de Cristo y a la Iglesia Católica como la Iglesia verdadera.

Dice San Pablo que “no es judío el que lo es en lo exterior, ni es circuncisión la circuncisión exterior de la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y es circuncisión la del corazón, según el espíritu, no según la letra” (Rom. 2,29-29).

El P. Luis Montes VE, en un artículo para Catholic.net sobre los judíos mesiánicos, afirma lo siguiente: “¿A qué se refiere San Pablo sino al Nuevo Israel? El judío circunciso que rechaza al Mesías no pertenece a este judaísmo espiritual que no es según la carne; según San Pablo no es verdadero judío: no es que las promesas de Dios a Israel hayan perdido su validez; más bien es que no todos los descendientes de Israel son verdadero pueblo de Israel. Hay muchos judíos en la actualidad que no son cristianos por una imposibilidad psicológica; no se les ha presentado la verdadera oportunidad: si estos son buenos judíos pertenecen de un modo misterioso al Nuevo Israel que es la Iglesia, pero no pertenecen por la circuncisión sino por su buena voluntad y porque su desconocimiento del Mesías Hijo de Dios no es culpable. Lo mismo que un pagano que sin culpa desconoce a Cristo y cumple la ley natural se salva por medio de la Iglesia, de un modo misterioso pero real”.

Los Últimos Tiempos como un periodo de purificación, gracia y esperanza

Según el Catecismo de la Iglesia Católica: “La Venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia se vincula al reconocimiento del Mesías por todo Israel del que una parte está endurecida en la incredulidad respecto a Jesús. San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: “Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas”. Y San Pablo le hace eco: “si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿Qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?”. La entrada de la plenitud de los judíos en la salvación mesiánica, a continuación de la plenitud de los gentiles, hará al Pueblo de Dios llegar a la plenitud de Cristo en la cual Dios será todo en nosotros” (Catecismo de la Iglesia Católica, #674).

En el apartado siguiente, el Catecismo afirma que: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el “Misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne” (Catecismo de la Iglesia Católica, #675).

Y añade el Catecismo: “La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección. El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal que hará descender desde el Cielo a su Esposa. El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa” (Catecismo de la Iglesia Católica #677).

En este sentido, podemos afirmar que el último de los silencios de Dios respecto de los judíos, el presente, es el que va desde la extraordinaria manifestación divina el día de Pentecostés, hasta el toque de la primera trompeta del Apocalipsis. Se trata del silencio divino más largo de la historia en relación al pueblo de Israel.

En efecto, ya el profeta Ezequiel predijo que, después de la dispersión, los israelitas volverían a reunirse en la tierra prometida: “He aquí que tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones a donde se fueron, y los reuniré y los traeré a su tierra” (Ez 37, 21).

Para el teólogo y experto en escatología cristiana, Alberto Villasana, dicha profecía se cumplió el 14 de mayo de 1948, fecha de proclamación del Estado de Israel. Según dicho autor, a partir de entonces comenzaron formalmente los así llamados “Últimos Tiempos”.

En el Antiguo Testamento, la atención de Dios se centraba en los judíos y su presencia en la tierra prometida bajo la ley que Dios dio a Moisés. En el Nuevo Testamento, Dios guarda silencio respecto a su pueblo y su atención se centra en la Iglesia, ofreciendo la salvación a todos los gentiles.

Según Alberto Villasana, cuando el llamado de Dios a formar parte de la Iglesia se haya completado, el tiempo de gracia terminará. Dios removerá a la Iglesia fiel y se volverá a concentrar en su plan de salvación sobre los judíos.

En efecto, los primeros Padres de la Iglesia concebían los “Últimos Tiempos” como el período de purificación que precede al retorno glorioso de Cristo, quien volverá para derrotar el mal y reinar en el mundo por un período de tiempo amplio.

Y es que hay un tiempo kronos, es decir de fechas y horas, y un tiempo kairós, de la Gracia, es decir, de la actuación divina en la historia y en el Cosmos.

Por lo tanto, en el “reloj espiritual del mundo”, es decir, en el “reloj de Dios”, los “Últimos Tiempos” son el periodo de la siega donde el trigo y la cizaña son separados después de haber crecido juntos a lo largo de la historia. Según la cosmovisión cristiana, son tiempos de purificación global antes del Retorno de Cristo.

Los “Últimos Tiempos” son pues el final de la historia tal y como la conocemos hasta ahora, antes de que el cosmos, el mundo, y la naturaleza humana sean completamente renovados, cumpliéndose así el designio original de un Dios misericordioso y eterno.

Desde la cosmovisión cristiana, la Santísima Trinidad es quién guía la historia de la Salvación desde los inicios, en la Creación, hasta el Final de los Tiempos donde se producirá la Recapitulación universal de todas las cosas en Cristo, para su entrega a Dios Padre, y mediante la acción de Amor del Espíritu Santo.

Así pues, entramos en un periodo de purificación, conversión, justicia, gracia y misericordia, así como de una gran ESPERANZA.  El Inmaculado Corazón de María triunfará, se instaurará un largo periodo de paz y finalmente, todas las cosas se recapitularán en el Sagrado Corazón de Cristo.

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