La clave de las relaciones sólidas: Mantener la calma y la objetividad

Aprender a diferenciar entre lo trivial y lo verdaderamente importante es esencial para cultivar el amor y el perdón en nuestras interacciones diarias

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Es importante mantener la calma y la objetividad en nuestras relaciones personales para no dar demasiada importancia a cuestiones que no lo merecen, no podemos conceder » categoría de problema» a pequeñeces. Cuántas veces hemos dejado que un malentendido arruine un momento especial, como una tarde de viernes o un día de vacaciones. Momentos que dignos de olvidar que deberían haber sido inolvidables, y que terminamos recordando por razones equivocadas.

Para evitar que pequeños desacuerdos se conviertan en problemas mayores, hay dos claves fundamentales:

1. Comunicar por qué ciertos gestos nos molestan

Hay que aprender a separar lo que nos irrita de lo que realmente es un problema. Muchas veces nos enfadamos por cosas sin importancia, como la forma en que se colocan los cojines en el sofá. Tal vez a ti te importa mucho, pero a la otra persona no tanto. En lugar de permitir que estas pequeñas diferencias se conviertan en una fuente de conflicto, es más útil explicar por qué es importante para ti. De esta manera, la otra persona puede entender tu perspectiva y, con el tiempo, pueden llegar a un punto medio.

2. Valorar la intención por encima del resultado

Debemos aprender a valorar las buenas intenciones detrás de las acciones, incluso si el resultado no es el esperado. Esto puede reducir significativamente los conflictos en el hogar. Un ejemplo claro es cuando alguien intenta sorprenderte preparando el desayuno, pero deja la cocina hecha un desastre. En lugar de enfadarnos, es importante reconocer el esfuerzo y la intención cariñosa que hay detrás. Las cosas materiales, como la limpieza, se arreglan fácilmente, pero el desencanto que siente alguien que ha tratado de hacer algo por ti es más difícil de reparar.

Nadie es perfecto, valora esas intenciones maravillosas, no el resultado.


Y cuando se cometen errores, las disculpas no necesitan ser que lleguen por burofax. Se puede pedir perdón de muchas maneras : una palabra sincera, un pequeño gesto, o simplemente una acción que demuestre que se reconoce el error. Lo importante es estar dispuesto a aceptar el perdón en su forma más sencilla, sin necesidad de dramatismos.

Amar no significa no cometer errores

En una relación, los errores son inevitables. Hoy cometes uno tú, mañana tu pareja. Amar no es sinónimo de no equivocarse, sino de saber perdonar sin reservas a quien, sin querer, nos ha herido».

La icónica, aunque equivocada, frase de Love Story: «Amar es no tener que decir nunca lo siento» refleja una idea idealizada, pero alejada de la realidad. El amor no nos hace infalibles. Al contrario, cuanto más profundo es el vínculo con alguien, más probabilidades hay de que cometamos errores, a veces incluso sin darnos cuenta. El amor no nos exime de meter la pata. Pero precisamente porque sabemos lo torpes que podemos ser, entendemos que cuando nuestros seres queridos también cometen errores, eso no significa que nos amen menos.

Amar implica reconocer la vulnerabilidad y la imperfección, tanto en nosotros mismos como en los demás. Y, sobre todo, es ser conscientes de que los malentendidos o fallos no son indicativos de falta de amor, sino simplemente parte de la convivencia humana.

«No he tenido que aprender a perdonar, porque el Señor me ha enseñado a querer», San Josemaría.

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