Un sorprendente informe de la ONU denuncia ahora las prácticas abortivas discriminatorias en personas con discapacidad

Entre la política y la ética: La contradicción de la ONU en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad

Observatorio Bioética Valencia

Un reciente informe publicado este mismo mes por el Comité de Derechos de las Personas con Discapacidad dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU) recoge en su apartado 16, punto b, lo siguiente:

“La percepción social de que las personas con síndrome de Down y otras deficiencias son menos valiosas que otras personas contribuye al alto nivel de interrupciones selectivas del embarazo tras el diagnóstico prenatal de síndrome de Down u otras deficiencias”.

Esta preocupación por la percepción social y la atención debida a las personas con discapacidad, específicamente a las personas con síndrome de Down, inserta en las conclusiones de un informe relacionado con las políticas desarrolladas en Bélgica a este respecto, suponen una sorprendente defensa de las personas con discapacidad y una crítica del alto nivel de prácticas abortivas como consecuencia de los diagnósticos genéticos prenatales o preimplantacionales utilizados de forma generalizada como practicas eugenésicas.

Resultan sorprendentes estas declaraciones precisamente porque la ONU ha promovido desde hace muchos años la extensión de políticas de control de natalidad entre las que se prioriza el acceso al aborto libre.

Como ejemplo cabe citar la Conferencia de Bucarest, donde ya se publicitaba que “una familia pequeña es una familia feliz”, como culminación al año mundial de la población de 1974. En esta conferencia, recordemos que, promovida por Naciones Unidas, John D. Rockefeller III se dirigió a los delegados afirmando que “la planificación de la población ha de ser una parte fundamental de cualquier programa de desarrollo moderno tal y como reconocen y aceptan los líderes de las naciones”. Fue en esta Conferencia cuando la oposición de algunos países sudamericanos y Argelia evitaron los intentos de aprobar un plan mundial de acción en población, claramente eugenésico.

Vista general de la sesión de apertura de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, China, 4 de septiembre de 1995. Foto ONU/Milton Grant

Otras conferencias que se fueron sucediendo durante los años 90 retomaron el tema del control poblacional. Concretamente, la Conferencia sobre la mujer en Pekín en 1995 donde Hillary Clinton, férrea defensora del aborto, afirmó que éste debería ser libre hasta el último día del embarazo.

Se ha promovido también desde Naciones Unidas, como recogió en su día el informe Kissinger, estimular la difusión de los métodos contraceptivos entre la población y hacer depender las ayudas al desarrollo de la aceptación por los gobiernos nacionales de las políticas relacionadas con la contracepción y el aborto.

Fue en los años 60 cuando la ONU empezó a utilizar el término “derechos a la salud sexual y reproductiva” como máscara semántica para dar cobertura y justificación jurídica a la contracepción y el aborto.

También la ONU ha promovido conferencias internacionales organizadas por el Fondo de Población de Naciones Unidas de inspiración neomaltusiana, esto es, con claras intenciones de promover la reducción de la supuesta “superpoblación mundial”.


El recurso al término aborto seguro ha constituido la herramienta para introducir la mentalidad proabortista en las agendas de todos los gobiernos.

Cifras al alza en España

Sin duda, y relacionado con la promoción del aborto que desde la ONU se ha venido haciendo todos estos años, conocemos ahora que las cifras de abortos registrados en España en 2023 y que acaban de ser publicadas, se sitúan muy cerca del máximo histórico alcanzado en 2011: en 2023 se registraron 103.097 abortos, un 4,8% más que el año anterior. La causa mayoritaria, 98.850 de ellos, fue por petición de la mujer, es decir, aborto libre practicado en las 14 primeras semanas. Debe recordarse que desde marzo de 2023 está en vigor la última reforma de la ley que facilitaba el aborto a las adolescentes desde los 16 años sin el consentimiento de sus padres, la obligación de garantizar esta prestación en los centros hospitalarios y la no obligación de ofrecer información complementaria sobre alternativas y otras circunstancias relacionadas a la mujer que solicita el aborto.

Valoración bioética

En primer lugar, la utilización del término aborto seguro constituye una manipulación del lenguaje intolerable.

El aborto nunca es seguro porque constituye una agresión violenta contra la mujer gestante y su hijo, provocando la muerte de éste y secuelas en aquella, bien evidenciadas en numerosos estudios.

Por otra parte, la extensión de la cultura antinatalista fomentada desde la ONU no ha hecho más que promover la aceptación del aborto como un método contraceptivo más que contribuye al control poblacional, objetivo manifestado reiteradamente por este organismo. A este respecto la generalización de los métodos de diagnóstico genético prenatal y preimplantacional se ha convertido en una potente herramienta eugenésica que termina con la vida de los embriones y fetos afectos de cualquier discapacidad.

El ahora paradójico pronunciamiento de Naciones Unidas subrayando el valor de las personas con discapacidad y rechazando su discriminación, entra en abierta contradicción con las políticas que desde los años 70 este organismo ha promovido en todos los ámbitos.

Por supuesto que los afectados por el síndrome de Down o cualquier otra discapacidad merecen que su dignidad personal sea reconocida como cualquier otra persona y que su vida sea respetada. Pero no sólo ellos: los millones de abortos promovidos en el mundo cada año sobre embriones o fetos sanos o enfermos como consecuencia del rechazo a la discapacidad o simplemente al propio embarazo, constituyen un intolerable atentado contra la dignidad y los derechos humanos, que la ONU debería proteger y sobre el que ahora muestra una sorprendente preocupación.

Las personas débiles, dependientes, enfermas o discapacitadas son merecedoras de cuidados y respeto por su dignidad, inherente a todo ser humano. La forma en que una civilización se comporta con estas personas es un buen indicador del estatus moral de sus ciudadanos y su nivel de decadencia.

La defensa de los derechos humanos, el primero de los cuales es el derecho a la vida, constituye un imperativo que la ONU debería promover de forma prioritaria, pero no solo en los casos de discapacidad, sino como protección de la dignidad y los derechos que toda persona merece.

Julio Tudela – Observatorio de Bioética – Instituto Ciencias de la Vida – Universidad Católica de Valencia