El Papa Francisco llega a Bélgica

Una visita apostólica llena de significado y encuentros destacados en la conmemoración de la Universidad Católica de Lovaina

El Papa Francisco ha llegado a Bélgica para iniciar una visita apostólica de tres días repleta de eventos y encuentros significativos.

Después de un vuelo de 55 minutos desde Luxemburgo, el Papa aterrizó en la Base Aérea de Melsbroek, en Bruselas, el jueves por la tarde, dando inicio a la segunda etapa de su 46º viaje apostólico al extranjero.

A su llegada, el Papa fue recibido por el Nuncio Apostólico en Bélgica, el arzobispo Franco Coppola, y el embajador de Bélgica ante la Santa Sede, Patrick Renault, quienes se unieron a él en el avión papal tras el aterrizaje.

En la pista de aterrizaje lo esperaban el arzobispo de Mechelen-Bruselas, Luc Terlinden, junto con una delegación de autoridades religiosas y civiles. El Papa fue recibido con una guardia de honor y una banda militar que interpretó los himnos nacionales del Vaticano y de Bélgica. Un coro infantil también ofreció canciones de bienvenida al Santo Padre.

El último Papa que visitó Bélgica fue San Juan Pablo II en 1995.


Tras una breve ceremonia de bienvenida, el Papa Francisco se dirigirá a la Nunciatura Apostólica, donde residirá durante su estancia en Bélgica.

El viernes por la mañana, el Papa realizará una visita de cortesía al Rey Leopoldo Lodewijk Maria y a la Reina Mathilde d’Udekem d’Acoz en el Castillo de Laeken, antes de reunirse con autoridades y representantes de la sociedad civil, donde pronunciará su primer discurso oficial en el país.

Uno de los momentos destacados de esta visita será la conmemoración del 600 aniversario de la fundación de la Universidad Católica de Lovaina, que alberga una de las facultades de teología más reconocidas a nivel mundial. El domingo 29 de septiembre, último día de su visita, el Papa celebrará una Misa en el Estadio de Bruselas, donde se espera la asistencia de más de 35,000 fieles.

El 26 de septiembre marca el primer día del 46º Viaje Apostólico del Papa Francisco al extranjero, llevándolo a Luxemburgo y Bélgica.