San Luigi Guanella, 24 de octubre

Sacerdote y Fundador de la Congregación de los Siervos de la Caridad y de las Hijas de Santa María de la Providencia

El que iba a ser conocido como el «Padre de los pobres», nació en Fraciscio de Campodolcino (Sondrio, Italia) el 19 de diciembre de 1842, en un momento en el que se producía el tránsito de san José Benito Cottolengo. Don Bosco, tomando el testigo, daba inicio a su Oratorio. Luigi fue el noveno de trece hijos. Experimentó tempranamente una inmensa piedad por los necesitados. Tenía 7 años cuando se dio de bruces con un anciano mendigo, famélico y solitario, que se acercó a él pidiendo ayuda, y rápidamente escondió los caramelos que su padre le acaba de comprar antes de oír misa para no tener que dárselos. El viejecito desapareció. Muchos años después habló de lo que consideró aparición. Desde luego su vida fue signada por la misericordia y un afán incontenible de asistir a los que nada poseen: «No podemos detenernos mientras haya pobres que socorrer». Se preguntaba: «¿Cómo es posible creer que en la frente del pobre está esculpida la imagen de Dios y no correr a ayudarlo, a servirlo?». Nada lo iba a detener: «¿Qué importa siquiera ir a prisión por los pobres, por la causa de los pobres? ¡Se llegaría a ser mártir!».

A los 7 años la Virgen le hizo ver que debía dedicarse a los necesitados. Y a los 12, con la determinación de un adulto, comunicó a sus padres: «Quiero ser sacerdote». Se formó en el Colegio Gallio de Como, y luego prosiguió estudios el Seminario Diocesano. Fue ordenado por el obispo de Foggia en 1866. En 1875 se trasladó a Turín con el fin de unirse a la labor apostólica de Don Bosco considerando que le serviría de gran ayuda para la misión que debía iniciar. En 1878, y aunque Don Bosco le ofreció ir a América y le hubiera gustado aceptar la misión, se dejó guiar por la impresión espiritual que le instaba a responder a los mensajes que había recibido. Después, fue vicario parroquial en Traona donde creó un colegio para niños pobres en 1880. Incomprendido por personas de la diócesis, tuvo que cerrarlo con todo el dolor de su corazón. Pasó luego por Olmo y Pianello Lario, dejando atrás soledad y sufrimientos, junto a la expectación ante la voluntad divina, ya que esperaba ver los signos pertinentes para poder actuar en consecuencia. Hallándose en Pianillo, donde llegó en 1881, comenzó su obra con la generosa ayuda de un matrimonio que le prestó el dinero con el que adquirió una casa. Pronto la llenó de enfermos y pobres de todas las edades y condiciones. En cuatro años albergó a 200. Esta obra de caridad nació en medio y a pesar de los muchos recelos surgidos en su entorno. Supo esperar a la que denominó: «la hora de la misericordia» que llegó a sus 40 años. Tiempo atrás le había confiado a Don Bosco: «Tengo en el alma la caridad y la conciencia de que Dios nos ha enviado al mundo para construir una sociedad justa y convertirnos para estas personas en sus padres, madres o hermanos, y servir en esta alegría de vivir».

Un grupo de muchachas vinculadas a la Iglesia, e inclinadas a la vida religiosa, que le acompañaron en sus primeras misiones, y junto a las que puso en marcha una residencia de ancianos, fue el germen de una de sus fundaciones en 1886: las Hijas de Santa María de la Providencia. De ella nació la Congregación masculina de los Siervos de la Caridad. Las obras de beneficencia se multiplicaron dentro y fuera de Italia. No hay más que ver la expansión que se produjo en Roma con la ayuda de su amigo, san Pío X. En 1903 se estableció en la colina romana de Monte Mario; en 1907, en la colina del Gianicolo abrió un centro para ancianos, y en 1909 erigió una Iglesia dedicada al Santo Patriarca, además de otras obras de carácter educativo. El año anterior, la Congregación femenina fue aprobada por la Santa Sede.


Realizó un viaje apostólico al continente americano que tuvo como objeto los emigrantes, y al regreso siguió extendiendo su obra. Además, instituyó la Pía Unión del Tránsito de San José. En 1515 auxilió a los damnificados en el terremoto que asoló la región de Abruzzo. Éste mermó su ya delicada salud por sus muchos afanes y sufrimientos. En septiembre de ese año quedó paralítico; no se recuperó y, poco más tarde, el 24 de octubre falleció en Como. Pablo VI lo beatificó el 24 de octubre de 1964, y Benedicto XVI lo canonizó el 23 de octubre de 2011.

© Isabel Orellana Vilches, 2024
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