El papa Pío XII, en su encíclica HAURIETIS AQUAS sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús decía para poner de relieve la importancia de esta devoción: No faltan quienes, confundiendo o equiparando la índole de este culto con las diversas formas particulares de devoción, que la Iglesia aprueba y favorece sin imponerlas, lo juzgan como algo superfluo que cada uno pueda practicar o no, según le agradare; otros consideran oneroso este culto, y aun de poca o ninguna utilidad. Otros no la creen a propósito para reanimar la espiritualidad moderna.
Para añadir más adelante:
Porque debajo del cielo no existe otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de ser salvos». Por lo tanto, a El debemos recurrir, que es «camino, verdad y vida».
Se pone así de manifiesto que el culto al Sagrado Corazón se considera, en la práctica, como la más completa profesión de la religión cristiana y no debiera ser una devoción aleatoria entre tantas otras, ya que los cristianos que honran al Sagrado Corazón de Jesús cumplen el deber que tienen de servir a Dios, su Creador y Redentor, anteponiendo el amor de Dios a todas las cosas y poniendo así en práctica el primer mandamiento: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas»
Por ello, el culto debido al SCJ es el culto de latría, que en la teología católica se refiere a la forma más alta de reverencia, el culto de adoración que, en sentido estricto, sólo debe dirigirse y ofrecerse absolutamente a Dios, la Santísima Trinidad, o a alguna de sus tres personas en particular y a la Sagrada Forma consagrada.
Las revelaciones de Jesucristo mismo a santa Gertrudis y a santa Margarita María ponen de relieve que ninguno comprenderá bien a Jesucristo crucificado, si no penetra en los arcanos de su Corazón. Nos recuerda «aquel acto de amor sumo con que nuestro Redentor, a fin de prolongar su estancia con nosotros hasta la consumación de los siglos, instituyó el Sacramento de la Eucaristía».
Hagamos un poco de historia
Aunque la devoción hunde sus raíces en los orígenes del cristianismo, desde que los primeros seguidores de Jesús meditaron sobre el costado y el corazón abierto de Jesucristo en la cruz, la devoción le debe gran parte de su existencia a santas como Margarita María Alacoque y a la hermana María del Divino Corazón.
Santa Gertrudis (1256-1302) mística benedictina alemana que fue la primera en propagar la devoción al Sagrado Corazón y el culto a San José. Dice la santa que un día vio que de la herida del costado de Cristo salía un rayo de luz y llegaba al corazón de ella. Desde entonces sintió un amor tan grande hacia Jesucristo, como nunca antes lo había experimentado.
La devoción y el culto al sagrado Corazón de Jesús halla su forma plena con ocasión de las revelaciones privadas recibidas por Santa Margarita María de Alacoque (1647-1690), religiosa de la Visitación. El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan Apóstol, Margarita María estaba arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto cuando tuvo lugar la primera gran revelación del Señor. Cuando Jesucristo se aparece a Santa Margarita María, al tiempo que le habla de su infinita caridad, también se queja de tantas injurias como recibe de los hombres con estas palabras: «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres y de tantos beneficios los ha colmado, y que en pago a su amor infinito no halla gratitud alguna, sino ultrajes, a veces aun de aquellos que están obligados a amarle con especial amor».
Por estas revelaciones conoció su misión especial: vivir totalmente unida al Corazón de Jesús, asimilando en todo sus sentimientos y voluntades, para reparar por los pecados del mundo, y difundir a toda la Iglesia esta devoción mediante una fiesta litúrgica. A la consagración de esta devoción contó con la ayuda providencial de su director espiritual, el jesuita San Claudio La Colombière. Para reparar estas y otras culpas recomendó entre otras cosas la comunión con ánimo de expiar, que es lo que se llama Comunión Reparadora, y las súplicas y preces durante una hora, que propiamente se llama la Hora Santa.
San Claudio La Colombière S.J. (1641-1682) orientó espiritualmente y ayudó grandemente a santa Margarita María de Alacoque confirmado las revelaciones privadas que había recibido sobre el Sagrado Corazón de Jesús.
Meditando este jesuita sobre la opción de Cristo o del mundo, supo prever el ataque del mundo contra Cristo y la Iglesia que se iba a desencadenar a comienzos del XVIII. Merece la pena recordar estas reflexiones de tan gran claridad.
Los monjes antiguos dejaron el mundo, para vivir a solas o en comunidad. «Pues bien, como la depravación es hoy mayor que nunca, y como nuestro siglo, cada día más refinado, parece también corromperse cada vez más, dudo yo si alguna vez se han dado tiempos en los que haya habido más motivos para retirarse completamente de la vida civil y para marcharse a los lugares más apartados.
«Dios no ha impuesto a nadie la obligación de abandonar el mundo para abrazar la vida religiosa. No se puede negar, sin embargo, que haya un mundo, dentro del mismo mundo, al que todo cristiano está obligado a renunciar. Existe, en medio de nosotros, un mundo reprobado y maldito de Dios, un mundo del que Satanás es señor y soberano, un mundo por el cual el Salvador no ha ofrecido sus oraciones a su Padre, un mundo, en fin, que Jesucristo ha reprobado y del cual ha sido siempre rechazado. Pero ¿dónde encontramos este mundo impío y desgraciado, y cuáles son los lugares donde se juntan las personas que lo componen? A vosotros, sus idólatras, tendría que preguntarlo. Todo lo que puedo decir es que ese mundo está donde reina la vanidad, el orgullo, la molicie, la impureza, la irreligión. Está allí donde menos caso se hace de las normas del Evangelio, y donde incluso se glorían de seguir otras contrarias. (De la fuite du monde, en Écrits DDB, París 1962, pgs. 295-296).
Doscientos años después, entre 1897 y 1898, Maria Droste zu Vischering, escuchó una voz que le dijo: «Tú serás la esposa de mi Corazón». María ingresó en el convento de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor en Münster respondiendo a la inspiración que el Sagrado Corazón suscitó en su alma. El 10 de enero de 1889 tomó los hábitos y adoptó el nombre de Sor María del Divino Corazón. Sor María, por expreso deseo de Jesús, escribió al Papa León XIII para pedir la consagración de la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús. El Papa accedió a la petición, señalando que aquella había sido “la decisión más importante de su pontificado”. Y el 25 de mayo de 1899, el santo padre publicó la encíclica Annum Sacrum (Año sagrado) en la que explicó la necesidad de consagrar el mundo al Sagrado Corazón de Cristo.
El 8 de junio de 1889 Sor María entregó su alma al Señor en Oporto, en la casa madre de la Congregación y solo tres días después, León XIII presidió la ceremonia de Consagración del mundo al Sagrado Corazón de Jesús.
En 1964, la Madre María del Divino Corazón recibió el título de Venerable por la Congregación para la Causa de los Santos. Y el 1 de noviembre de 1975, Solemnidad de Todos los Santos, fue beatificada por san Pablo VI, al cumplirse el tercer centenario de las revelaciones del Corazón de Jesús a santa Margarita María Alacoque. Su cuerpo se encuentra incorrupto y está expuesto para su veneración en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Ermesinde (Portugal).
Bernardo de Hoyos S.J. (1711- 1735) fue un joven jesuita, el primer y principal apóstol en España de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús que, siendo seminarista, el día que se celebraba la solemnidad de la Ascensión, y después de comulgar, recibió en el presbiterio del templo la llamada revelación de la Gran Promesa. Según escribió a su confesor y director espiritual, el padre Juan de Loyola S.J.: “Dióseme a entender que no se me daban a gustar las riquezas de este Corazón para mí sólo, sino para que por mí las gustasen otros. Pedí a toda la Santísima Trinidad la consecución de nuestros deseos, y pidiendo esta fiesta en especialidad para España, en que ni aun memoria parece hay de ella, me dijo Jesús: “Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes”. En otra ocasión escribe al P. Juan de Loyola: “quiere este Divino Dueño que yo sea discípulo del Corazón Sagrado de Jesús, y discípulo amado: así me lo ha dicho, como a su sierva la V. Margarita, fuente de esta devoción”. Y emprendió por medio de sus confidentes jesuitas inflamar toda España y el Nuevo Mundo en la devoción al Sagrado Corazón.
Durante los años 1931-1938, nuestro Señor Jesucristo se apareció a la religiosa polaca Santa Faustina Kowalska (1905-1938), encargándole difundir la devoción a la Misericordia divina. En cierto modo pueden considerarse estas apariciones y mensajes como una continuación de los sucesos de gracia ocurridos en Paray-le-Monial a Santa Margarita María de Alacoque y a Bernardo de Hoyos. En efecto, sor Faustina contempla a Jesús en la forma tradicional del Sagrado Corazón, de cuyo pecho salen unos rayos de luz. “Estos dos haces, le explica Jesús, representan la sangre y el agua”. Y él mismo le enseña unas oraciones para que con ellas se solicite la Misericordia divina sobre los males del mundo. “La humanidad no encontrará paz -le dice- mientras no se dirija con confianza a la misericordia divina”.
Festividad del Sagrado Corazón de Jesús
Todo el mes de junio está dedicado especialmente al Corazón de Jesús, porque en junio se celebra la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús el primer viernes después de la octava del Corpus.
El origen de la festividad está en un mensaje que el Señor dio a Santa Margarita María de Alacoque en el mes de junio de 1675:
“Te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares…
También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”.
Con la celebración de esta festividad los fieles son invitados a hacer memoria del amor fiel e incondicional de Cristo por toda la humanidad y por cada hombre en concreto. Y para ello la Iglesia reserva el mes de junio para la celebración y meditación al Sagrado Corazón de Jesús. De este modo los cristianos pueden alabar al Señor adorando la Eucaristía, donde este Amor está presente en el Sacramento, para que nuestro corazón también, poco a poco, se vuelva más paciente, más generoso y más misericordioso, imitando el Corazón de Jesús. Del Corazón humano y divino de Jesús siempre podemos obtener misericordia, perdón y el amor de Dios.
La devoción al Sagrado Corazón
La devoción al Corazón de Jesús es una síntesis auténtica de la espiritualidad común de todo el pueblo cristiano, y la Iglesia ve en ella “la más completa profesión de la religión cristiana” (Haurietis 29). Resume en sí todos los valores de la vida en Cristo y es una escuela perfecta de vida espiritual cristiana. Por ello, esta espiritualidad ha sido considerada con frecuencia por los Papas como síntesis perfecta de toda la espiritualidad cristiana.
En efecto, en la devoción al Corazón de Jesús se contienen todos los elementos principales de la espiritualidad cristiana. El cristiano adquiere una viva conciencia del amor de Dios manifestado en el Corazón de Jesús; se vincula al Redentor a través de su humanidad con una relación personal amorosa y también afectiva; y mediante esa devoción el cristiano puede participar profundamente en la obra de la Redención de la humanidad.
Jesús plenamente hombre, en todo semejante a nosotros sin pecado, sin dejar de ser Dios, se ha hecho hombre como nosotros para que conozcamos al Padre, mostrarnos sus enseñanzas, hacernos hijos de Dios y partícipes de su herencia que es el cielo.
El Corazón de Cristo nos recuerda contantemente que Dios nos ama, que el único motor de su vida es el amor, nunca la venganza justiciera. El Corazón de Cristo nos está diciendo continuamente que Dios tiene corazón, que es sensible a nuestros sentimientos, que se emociona, se alegra, sufre y nos ama apasionadamente. Por la contemplación de la pasión llegamos a descubrir la grandeza de su amor. Y frente a ese amor infinito, Dios ha encontrado rechazos, olvidos, ofensas por parte de los hombres. ¡El Amor no es amado!, decía san Francisco de Asís y, a pesar de todo, continúa amándonos más todavía. Ese Amor está continuamente perdonándonos nuestras ofensas y devolviéndonos más amor.
Por eso, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús debe brotar en nuestro corazón con el deseo de reparar tantas ofensas, incluidas las propias, y de colaborar en la redención del mundo. Es lo que llamamos reparación. Se trata de devolver todo el amor que podamos a tanto amor como se nos ha dado. Se trata de restaurar con amor lo que con tanto pecado ha sido destruido o deteriorado.
El Magisterio de la Iglesia y la Compañía de Jesús han explicado y ampliado esta devoción, que nunca pasará de moda, porque nos acerca el corazón de Dios en el corazón de Cristo y nos toca de lleno nuestro corazón humano. Junto al Corazón de Cristo está siempre su Madre santísima, la Virgen María y, por eso, al día siguiente celebramos el inmaculado Corazón de María, que ha latido continuamente al ritmo del Corazón de su hijo Jesucristo.
Encíclicas dedicadas a la devoción al Sagrado Corazón
En 1856 el Papa Pío IX instaura para toda la Iglesia la fiesta litúrgica del Sagrado Corazón.
León XIII consagra el mundo al Corazón de Jesús, y prepara el acto en su encíclica Annum Sacrum (1899) Dedicó esta encíclica a la consagración de la Humanidad al Sagrado Corazón de Jesús el 25 de mayo de 1899 para romper esa “especie de muro entre la Iglesia y la sociedad civil” que, decía, habían levantado los Estados. La encíclica alertaba de la acción de gobiernos que querían eliminar la religión de la vida pública, y “si les fuera posible hasta expulsarían a Dios de la misma Tierra”. Por eso, concluyó, “soñamos en una forma de veneración más imponente aún”. El Papa consiguió movilizar a los católicos de todo el orbe y comenzarían las erecciones de monumentos al Sagrado Corazón en todo el mundo.
Pío XI publica las encíclicas Quas primas (1925) en donde instituye la fiesta litúrgica en honor a Cristo Rey; Miserentissimus Redemptor (1928), donde dispone que “cada año en la fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús, en todos los templos del mundo, se rece solemnemente el acto de reparación al Sacratísimo Corazón de Jesús, cuya oración se transcribe al final de esta carta”; y por último Caritate Christi compulsi (1932).
Pío XII publica también otras dos encíclicas Summi Pontificatus (1939) y Haurietis aquas (1956).
Pablo VI redacta su carta apostólica Investigabiles divitias (1965) con motivo del bicentenario de la fiesta litúrgica del Sagrado Corazón (1765) y centra especialmente su atención en el vínculo profundo que une la devoción a la Eucaristía y el amor al Corazón de Jesús.
Y a Juan Pablo II se debe el mensaje con ocasión del centenario de la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús (1999).
De este modo, la espiritualidad impulsada por Santa Margarita María, venía a ser reconocida por la Iglesia como una síntesis genuina de la espiritualidad cristiana, universal y católica.
Monumentos en honor al Sagrado Corazón de Jesús en España
Afortunadamente la devoción al Sagrado Corazón de Jesús prendió en España con gran fuerza al punto de que los monumentos en su honor se diseminaron por toda la geografía española. Cito, entre otros, los erigidos en Almería, Tudela y Funes en Navarra, San Juan de Aznalfarache y Constantina en Sevilla, los dos monumentos en Jerez de la Frontera, uno en El Calvario y el segundo en Madre de Dios, Oviedo, Toledo, Cáceres, Valladolid, Palencia, Peñas de San Lorenzo en Soria, Cuenca, Jaen, San Sebastián de La Gomera, Bilbao, otro en el monte Urgull de San Sebastián, también en lo alto del cerro de la Coronilla en La Alcarria o el de Las Ermitas de Córdoba, Alcubierre en Huesca, Sacedón en Cuenca, Hinojos en Huelva, Ortigosa de Cameros en La Rioja, y Alfambra en Teruel. No queda sitio para describir y contar la historia y características de estos monumentos, pero internet es una fuente inagotable de información donde podrá contemplarse la belleza de todos ellos.
Pero además de estos grandes monumentos existen otros de menor tamaño, pero muy presentes en sus respectivas localidades, como por ejemplo en Torrecilla en Cameros y en Castañares de las Cuevas, Bandarán y Manzanares de la Rioja en La Rioja, Olvera (Cádiz), Purchena (Almería), Fuentecén (Burgos), Librilla (Murcia), La Palma del Condado (Huelva), en el Monte Naranco (Asturias) etc., etc., etc. y también los ubicados en diferentes lugares de Madrid tales como los del Cerro de Garabitas de la Casa de Campo, o en el propio parque del Retiro, en la Glorieta de San Antonio de la Florida, en la Glorieta del Ejército y en Ciudad Lineal en Madrid; también a las afueras de El Escorial sobre la carretera M- 600, o en Navalcarnero y Parla. Son cientos de monumentos erigidos en honor del Sagrado Corazón de Jesús en toda España, a Dios gracias, y múltiples iglesias dedicadas a su festividad.
En Boadilla del Monte (Madrid) está proyectada la erección de un Sagrado Corazón de 25 m. de altura por suscripción popular. Esperemos que llegue pronto, pero modifiquen su diseño, pues si a Cristo se le muestra desnudo, al SCJ se le representa vestido.
Y no olvidemos también las chapitas metálicas clavadas en las puertas de tantas casas de España con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y la leyenda “En Vos confío” que son pequeños monumentos domésticos en su honor que atestiguan la devoción tan arraigada en cualquier rincón de nuestra geografía.
Monumento del Cerro de Los Ángeles
Además de estos monumentos locales, el Rey Alfonso XIII consagró España al Sagrado Corazón de Jesús en 1919 y se construyó en el Cerro de los Ángeles un conjunto monumental en su honor inaugurado por el rey el día 30 de mayo, en un momento de peligrosa politización de la religión.
Sin embargo, hay que remontarse dos siglos más atrás para encontrar el origen de esta consagración en nuestro país, ya que fue el jesuita P. Bernardo de Hoyos (1711-1735), hoy día beato, quien impulsó esta devoción después de escuchar en una de sus revelaciones estas palabras de Jesús: “Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes del mundo”.
Para la consagración de España al Corazón de Jesús se eligió el Cerro de los Ángeles por la circunstancia de hallarse en el centro geográfico de la península. En el primer monumento que se levantó en el Cerro para la consagración de España, figura la inscripción “España al Sagrado Corazón de Jesús” viéndose así cumplida la promesa que le fue revelada al P. Bernardo casi doscientos años antes.
El monumento era todo de piedra caliza. Contaba con dos grupos de esculturas laterales, uno de los cuales representaba a la «Humanidad santificada» y el otro a la «Humanidad que tiende a santificarse». En el primero de los grupos figuraban los santos siguientes: Santa Margarita María de Alacoque, religiosa de la Visitación, San Agustín, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, Santa Gertrudis, el beato Bernardo de Hoyos y San Juan Evangelista. En el segundo grupo, que estaba situado a la izquierda del monumento, se representaba el camino para llegar al cielo mediante la práctica de la caridad, del amor, de la humildad y del arrepentimiento. La caridad estaba representada por una hija de San Vicente de Paúl y cinco niños guiados por ella. Otro grupo de cinco figuras representaba la Virtud y el Amor, personificada la primera por una joven y una niña con el traje de primera comunión, y el segundo, por un hombre y una mujer del pueblo con un niño en brazos. La altura del monumento era de 28 metros, incluida la figura, a la que correspondían 9 metros desde el plinto. El ancho era de 31,5 metros, y de fondo tenía 16 metros.
En los primeros días de la Guerra Civil un grupo de milicianos asaltó el Cerro y asesinó a los cinco jóvenes de Acción Católica, que hacían guardia en el monumento por temor a los ataques anticlericales. El lugar fue ocupado por los republicanos, quienes decidieron destruir el monumento. Empezaron fusilando la estatua de Jesús, el 28 de julio, hecho que quedó inmortalizado en una foto que dio la vuelta al mundo. La prensa del Frente Popular publicó en portada y en primera página las fotografías del «fusilamiento» y comentó favorablemente el hecho («Desaparición de un estorbo»). Después, los milicianos siguieron con la destrucción del Monumento. Ataron la imagen de Jesús a un tractor e intentaron derribarla sin conseguirlo. Al día siguiente acudieron con mazas para demolerlo, pero solo lo deterioraron. La solución fue dinamitar la base de la estructura, y así se hizo el 7 de agosto. El ayuntamiento de Getafe rebautizó el lugar como “Cerro Rojo”.
Una vez las tropas franquistas tomaron el lugar colocaron una cruz blanca y una bandera de España. En 1944 Franco ordenó iniciar su reconstrucción, que no se concluyó hasta 1965. El 25 de junio de 1965 fue inaugurado el nuevo monumento. La obra se encargó a Luis Quijada y a Pedro Muguruza. Los restos del antiguo monumento se dejaron frente al nuevo. La imagen del SCJ mide 11,50 m. y el pedestal sobre el que se apoya, de 26 metros, está rematado con la leyenda Reino en España. En la base de éste monumento se encuentra un altar, debajo del cual se encuentra la oración Sagrado Corazón, en vos confío, y encima, y en el centro, figura la locución España al Sagrado Corazón de Jesús. El monumento se completa con cuatro conjuntos escultóricos que representaban a la España misionera y a la España la defensora de la fe en primer plano, como en el anterior monumento, y se añaden detrás dos nuevos grupos escultóricos dedicados a la Iglesia militante y a la Iglesia triunfante,
Los grupos escultórico están situados a los laterales del pedestal. La España misionera está representada por Isabel la Católica, Cristóbal Colón, Hernán Cortés y Fray Junípero Serra, y la España defensora de la fe por Osio, obispo de Córdoba, Don Pelayo, Diego Laínez, Juan de Austria y el beato Anselmo Polanco. La Iglesia militante está representado por La caridad, personificada por una religiosa guiando niños; la virtud, representada por una niña con flores y otra vestida de niña de primera comunión; el amor, representado por un hombre y una mujer del pueblo con un niño en brazos y además un hombre desnudo que se dirige a Cristo. La Iglesia triunfante está representada por San Agustín, San Francisco de Asís, Santa Margarita María de Alacoque, Santa Teresa de Jesús, Santa Gertrudis y el beato Bernardo de Hoyos.
Diez años después de la inauguración del monumento, en 1975, se inauguró el santuario del Sagrado Corazón de Jesús, obra no existente en el proyecto anterior. Y El 25 de marzo de 2019, durante el pontificado del papa Francisco, se hizo público el Breve Apostólico por el que se le confería el título de basílica menor. Los cinco varones asesinados reposan hoy en la basílica bajo el monumento.
Enrique Goicoechea – Colaborador de Enraizados