Fraternidad y servicio: 2 palabras que el Papa Francisco considera que describen bien a los alpinos.
Ayer, 26 de febrero de 2022, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, el Papa Francisco recibió en audiencia a los miembros de la Asociación Nacional Alpina de Italia y les dirigió el siguiente discurso.
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Discurso del Santo Padre
¡Queridos amigos de la Asociación Nacional Alpina!
Me alegra recibirlos y saludarlos con afecto, comenzando por el Presidente de la Nación, a quien agradezco sus palabras. Saludo a los ancianos, recuerdo vivo de la entrega heroica y de la formación en el sacrificio; Saludo a los jóvenes, que prosiguen su camino mirando hacia arriba, con el andar tenaz y paciente del montañero que sube por los empinados senderos para llegar a la cima. Y, como buen Alpino, siempre con el corazón y los brazos dispuestos a apoyar a los compañeros de escalada y cuidar la creación, nuestra casa común, hoy herida. Me gustaría animaros a que sigáis así: anclados a vuestras raíces, a vuestra memoria, y al mismo tiempo “atados a una cuerda”, diligentes en ayudaros, para no ceder al cansancio y llevaros en la fidelidad conjunta a vuestros buenos compromisos y a vuestra palabra.
Esta meritoria Asociación vuestra está presente en Italia y en muchas partes del mundo -incluso en Argentina- y ofrece, entre otras cosas, un hermoso testimonio de fraternidad y de servicio. Fraternidad y servicio: dos palabras que os describen bien y sobre las que quisiera hacer una breve reflexión.
Fraternidad. Es bonito ver que habéis podido caminar juntos durante un siglo, demostrando que sois una familia. Vuestra realidad, ramificada en varias Secciones y Grupos con características específicas, ha sabido hacer de la diversidad de personas y de la variedad de agrupaciones oportunidades para aumentar la fraternidad. Me pregunto: ¿Qué hizo que su Asociación no fuera solo una organización, sino que se asemejara a una familia? Creo poder decir que el secreto está no sólo en los valores que os unen y en el espíritu de equipo que os distingue, sino sobre todo en el vivo sentido del altruismo. No eres Alpino para ti, sino para los demás y con los demás. Y está bien que en este sentido te propongas “ampliar la familia”, dispuesto a colaborar con los demás: con los soldados que sirven en el Ejército, pero también con diversas obras de caridad. Hoy, en el clima asfixiante del individualismo que deja a muchos indiferentes, es necesario partir de aquí, para redescubrir el entusiasmo por cuidar a los demás. Su testimonio es importante: este testimonio es histórico y actual.
Esta fraternidad, por tanto, se nutre del servicio a los demás. Al ser voluntario, sois un punto de referencia constante. De hecho, es bien conocido su compromiso con las emergencias, lo que convierte a su Asociación en una moderna fuerza de intervención y salvamento. Su aportación está especialmente dirigida a las personas que se encuentran en una situación de sufrimiento y necesidad, para que no se sientan solas y marginadas. Así traducís en hechos la fidelidad al Evangelio, que nos impulsa a servir a los hermanos, especialmente a los más desfavorecidos. Pienso en su presencia junto a las víctimas del terremoto y los afectados por las calamidades; en su apoyo en la construcción de infraestructura para personas vulnerables; a su generosa disponibilidad durante la pandemia.
La experiencia centenaria de vuestra Asociación atestigua que los Alpinos han estado al lado de los italianos en los escenarios más dispares. No quedasteis como espectadores en los momentos más difíciles, no, fuisteis y sois valientes protagonistas del tiempo que vivís. Esta concreción en el servicio, alma de vuestra asociación, es el Evangelio puesto en práctica. No es casualidad que presumáis de cuatro Beatos, que encarnaron el mensaje de Jesús hasta el heroísmo y la entrega: don Carlo Gnocchi, don Secondo Pollo, Teresio Olivelli y fray Luigi Bordino.
Os animo a permanecer firmemente apegados a estas fuertes raíces, para seguir dando frutos en las situaciones actuales. Así no faltará en la sociedad el ejemplo de fraternidad y servicio propio de las tropas alpinas. Ejemplo de responsabilidad civil y cristiana. Es tan necesario hoy. Ustedes son expertos en hospitales de campaña. Sabéis que no basta con montar tiendas de campaña; los necesitamos, por supuesto, pero también y sobre todo necesitamos calor humano, una presencia-al lado, una presencia tierna. Me llama la atención la ternura del corazón alpino, un hombre fuerte pero en los momentos más fuertes de la vida, llega esa ternura. Me acuerdo de ese testamento [“El testamento del capitán”, canción de los Alpinos], la ternura hacia cuatro mujeres: la madre, la novia, la patria y la montaña. Esta es tu ternura, que llevas dentro, que está custodiado por la fuerza del trabajo y el estar al lado de todos. Fuerte pero tierno. Que ofrezcas esta presencia, diría paternal, cercana a las personas más débiles, en las que está Jesús, como nos dijo: “Todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40).
Querido Alpino, ¡adelante! Siempre en camino, salvaguardando e incrementando vuestro patrimonio de fraternidad y servicio, para que la Asociación Nacional Alpina siga siendo una gran familia unida y dispuesta al bien de los demás. Que la Virgen, venerada en tantas capillitas y edículos esparcidos por los montes, os acompañe siempre. Os doy mi bendición, a vosotros, a todos los miembros y a vuestras familias. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Gracias!